Los antiguos griegos no gustaban mucho de la experimentación. Además, la naturaleza de la materia era algo filosófico. Sin embargo, el trabajo intelectual de aquella época dejó importantes consecuencias. Enpedokles dijo que el mundo está formado por cuatro elementos (aire, agua, tierra y fuego) y que cualquier material está compuesto por mezclas de estos elementos. Un siglo después, Aristóteles "inventó" el quinto elemento: el éter que forma el espacio. En estas ideas se explican los conceptos de elementos y compuestos. Sin embargo, los filósofos Leuzipo y Demócrito inventaron otro concepto más interesante. Si se rompe la materia, ¿qué tamaño se pueden obtener? Según su hipótesis, materias indivisibles llegarían a ser fragmentos. Estos fragmentos se denominaron átomos.
Los químicos medievales utilizaban más elementos que los griegos y estudiaron sus propiedades físicas. De esta forma se intentó localizar las sustancias que se deben añadir o eliminar para transformar un elemento en otro.
La mayoría de los alquimistas buscaban encontrar el proceso de oro. Con esta excusa, otros muchos vivieron a costa de reyes y señores. El oro no se consideraba, por tanto, un elemento. Se trataba de una mezcla de diversas sustancias metálicas o de una mezcla sorprendente. Esta idea fue muy sostenible. Por ejemplo, el físico Isaac Newton no consideraba el oro como un elemento.
Otro prestigioso científico que creía que el oro es compuesto era el irlandés Robert Boyle. Boyle hizo importantes aportaciones a Química. Una de ellas fue la definición del elemento, una sustancia básica que puede combinarse con otras pero que no puede ser repartida en otras más sencillas.
Esta definición tiene el mayor límite en las metodologías de distribución. Cuanto más avanzadas sean las técnicas de separación química, más elementos se pueden conocer. El químico francés Antoine Laurent Lavoisier escribió una lista de 33 elementos. Hoy sabemos que algunos no son elementos. El químico británico Humphry Davy, por ejemplo, descubrió que la cal estaba compuesta por oxígeno y otro nuevo elemento llamado calcio. También descubrió magnesio y comprobó que el cloro considerado como compuesto era un elemento.
A pesar de los seguidores de la teoría atómica, el químico británico John Dalton sacó de las tinieblas el XIX. A principios del siglo XX. Decía Dalton que cada elemento tenía un átomo propio y que la única diferencia entre los distintos átomos era su peso. El químico italiano Amadeo Avogadro publicó una hipótesis muy importante. Los dos gases que ocupan volúmenes idénticos tienen el mismo número de moléculas. El trabajo posterior consistía, por tanto, en medir el peso de cada elemento y en proponer numerosos métodos.
Años antes, en 1817, el químico alemán Johann Wolfgang Döbereiner descubrió que el peso del estroncio era el comprendido entre el calcio y el bario, y que, más importante, se pueden construir familias de elementos químicos según sus propiedades. También trabajó con otros tríos de elementos como el cloro-bromo-yodo, el azufre -selenio-teluro y el litio-sodio-potasio. Considera que el peso del elemento central de un trío debe ser la media de los pesos de los otros dos. Sin embargo, su trabajo se consideró una anécdota.
El método de medición sistemática de pesos de los átomos fue desarrollado por el químico sueco Jons Jacob Berzelius. Sin embargo, su metodología no tuvo mucho éxito. El italiano Stanislao Cannizzaro inventó un procedimiento mejor basado en la hipótesis de Avogadro.
XIX. A mediados del siglo XX se conocía un montón de elementos. Pero la necesidad de ordenar esta confusión era evidente. No era tarea fácil, pero el químico francés Alexandre-Émile de Beguyer de Chancourtois realizó su primera exitosa actuación. Ordenó los elementos en peso, agrupando en columnas elementos de similar comportamiento químico. Busca la paridad de las características de los elementos y los números. La tabla de De Chancourtois es una de las pioneras más destacadas de la actual.
Dos años después, el británico John Alexander Reina Newlands realizó una clasificación similar. Utilizó una tabla de siete columnas y, como se hace en la música, siguió la ley de octavas. Aunque el trabajo de estos dos químicos no fue elogiado, la tabla periódica estaba inventada. La última modificación la realizó Dimitri Mendeleiev.
Al ordenar los elementos primó el criterio de propiedad y no el de peso. Además, Mendeleiev tuvo la valentía de aceptar que algunos elementos no se conocían. En su tabla había huecos que se iban rellenando poco a poco. Fue una referencia para los químicos, por lo que desde el principio se indicaba también lo que faltaba.