Sauna, ¿solución a la anorexia nerviosa?

Zarate Sesma, Jon

Farmazian doktorea. Biofarmazia, Farmakozinetika eta Farmazia-teknologiako irakasle kolaboratzailea

Farmazia Fakultatea UPV-EHU, Vitoria-Gasteiz

Txurruka Ortega, Itziar

Farmazia eta Elikagaien Zientziak Departamentua, EHU

Lasa Elgezua, Arrate

Farmazia eta Elikagaien Zientziak Departamentua, EHU

Miranda Gómez, Jonatan

Farmazia eta Elikagaien Zientziak Departamentua, EHU

Etxebarria Orella, Enrique

Fisiologia Departamentua, EHU

Rada Fernandez de Jauregi, Diego

Fisiologia Departamentua, EHU

En las sociedades occidentales es cada vez más frecuente la anorexia nerviosa. A pesar de que se han propuesto varios tratamientos, ninguno ha demostrado una eficacia total hasta la fecha. Ante este problema, los investigadores están buscando nuevas perspectivas para entender la enfermedad, proponiendo terapias alternativas más adecuadas, como el calor. ¿Quién diría que la sauna podía ser un medicamento anti-anorexia?

La anorexia nerviosa es un síndrome caracterizado por la negación voluntaria de la persona al comer. La pérdida de peso y las alteraciones graves de los órganos y sistemas corporales, como los desequilibrios endocrinos y metabólicos, son evidentes en esta enfermedad.

Se pueden distinguir dos subtipos de anorexia nerviosa: por un lado, la anorexia nerviosa restrictiva, en la que el peso disminuye mediante dieta o ejercicio físico de alta intensidad; por otro, la anorexia nerviosa bulímica. En este segundo caso, el paciente ingiere cantidades excesivas de alimentos y termina por vómitos.

Según el manual DSM-IV (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disordersen), los principales criterios para diagnosticar la anorexia nerviosa son mantener el peso corporal por debajo del 85% del peso normal correspondiente a la edad y altura, tener miedo a la obesidad, la percepción distorsionada de la propia apariencia corporal y la ausencia de regla en al menos tres ciclos continuos. La sintomatología de este cuadro clínico es tardía, aumento de la actividad física, problemas de termoregulación, depresión y riesgo de autolisis, problemas de adicción y falta de organización de la vida familiar y de las relaciones sociales.

La mayor prevalencia de esta enfermedad se da en las chicas adolescentes. En los últimos años la frecuencia de esta enfermedad ha ido aumentando y en la actualidad uno de cada 200 adolescentes desarrolla anorexia nerviosa. De ellas, un 50% se cura totalmente, un 30% sufre síntomas residuales en años posteriores, un 10% se vuelve crónico y un 8% muere.

Son muchos los factores que se investigan como causas de la anorexia nerviosa. Sin embargo, no parece ser el único causante de la enfermedad. Es más, los expertos no se ponen de acuerdo en si son causantes de la confusión de ciertas características de la enfermedad o de hechos previos.

Son varios los agentes que pueden dar comienzo a la enfermedad. Por un lado, el mito de la mujer delgada en los medios de comunicación de las sociedades desarrolladas lleva a la mujer a ocuparse obsesivamente de su físico y, en algunos casos, a desarrollar trastornos emocionales y alimenticios. Por otro lado, es importante la educación en hábitos alimenticios que se recibe en la familia. Si no se enseña a los jóvenes un comportamiento alimentario adecuado, pueden desarrollar trastornos alimentarios. Además, se ha comprobado que los pacientes con problemas de peso tienen una menor autoestima y se han comprobado estudios que las mujeres con este problema pueden presentar trastornos alimentarios en años posteriores. Por último, hay que mencionar las causas biológicas, ya que la anorexia nerviosa es una enfermedad relacionada con el apetito.

A pesar de tratarse de un síndrome multietiológico, es necesario prestar especial atención a las causas biológicas. El hipotálamo del sistema nervioso central, centro regulador del apetito, es el responsable de la atracción o rechazo de la persona hacia la comida. Los cambios que se producen afectan de forma significativa a la alimentación de la persona. Así, analizando el comportamiento de los compuestos implicados en este control del apetito, podemos llegar a comprender la causa biológica de la anorexia nerviosa. Es más, planteando tratamientos para corregir los cambios del hipotálamo puede ser posible curar la enfermedad.

COMO AFRONTAR LA ANOREXIA NERVIOSA

No existe una terapia sencilla para tratar los trastornos de la alimentación. Prueba de ello es que cinco años después del inicio del tratamiento, una tercera parte de los pacientes siguen padeciendo ciertas características de la enfermedad. Debido a que la anorexia nerviosa es una enfermedad grave y a su escaso pronóstico ambulatorio, es necesario un tratamiento hospitalario. Sin embargo, hay pacientes que no están de acuerdo con el ingreso, que se consideran sanos y que no tienen justificación en ninguna terapia.

El primer objetivo del tratamiento suele ser la recuperación del peso. Para ello, es importante romper el clima de oposición que se genera entre el paciente y la familia para conseguir una alimentación controlada con el tratamiento psicoterapéutico. Después hay que intentar mantener el peso obtenido, ya que hay que prevenir la recaída.

Cabe destacar que tras la recuperación física total del paciente, las alteraciones psicológicas no desaparecen. Se constata que las mujeres que han conseguido recuperarse no tienen comportamientos obsesivos, pensamiento sin flexibilidad, problemas de expresión de emociones, ni control de autocontroles y impulsos. Además, siguen obsesionados con la delgadez y muestran psicopatología relacionada con los hábitos alimenticios. Buscan constantemente la perfección y están obsesionados con la simetría y el orden.

Las investigaciones sobre la prevención de la recaída han despertado una gran esperanza. Se ha observado que el uso de la terapia psicológica junto con la fluoxetina antidepresiva da buenos resultados y reduce la recaída. Además, la fluoxetina disminuye los síntomas centrales producidos por el trastorno alimenticio, como depresión, ansiedad, obsesión y carácter compulsivo. No obstante, debido a los efectos negativos del fármaco (mecanismo de acción, efectos secundarios, etc.) este medicamento no es de utilidad en pacientes mal alimentados.

¿CALOR, NUEVA TERAPIA?

Es lógico pensar que el uso de la sauna ayuda a reducir el peso corporal de las personas con anorexia nerviosa. Al contrario, parece que la sauna previene el desarrollo de la patología y mejora el estado del enfermo. Esta mejora puede implicar que las personas con anorexia no utilicen la sauna y que esta actividad no se considere un factor de riesgo de esta enfermedad. Por otro lado, debido al carácter preventivo de la sauna, aquellos que tienden a la anorexia no desarrollarían completamente la enfermedad si utilizaran la sauna.

El tratamiento con calor se utilizó inicialmente para ayudar a controlar la hiperactividad, ya que los síntomas de hiperactividad son frecuentes en pacientes con anorexia nerviosa. Estos pacientes no pueden evitar estar activos y se mueven en todo momento sin ningún objetivo concreto. Muchas veces realizan una actividad física excesiva, trabajan sin medidas, no descansan y eso les satisface mucho. Además, en algunos estudios se ha observado que la reducción de la ingesta de alimentos es evidente si existe una actividad excesiva o ejercicio físico.

Siempre se ha considerado que el exceso de ejercicio físico en la anorexia nerviosa es una conducta causada por el deseo de perder peso de los pacientes. Pero esta idea se está descartando y, en lugar de ello, se está imponiendo un enfoque psicobiológico que considera la hiperactividad como síntoma central de la enfermedad. La hipótesis que se está imponiendo en la actualidad es que el exceso de actividad de la anorexia nerviosa no es la estrategia intencionada de quemar calorías, sino la conducta derivada de la alteración de la homeostasis termoreguladora derivada de la restricción alimentaria. Además, la hiperactividad, debido a la inhibición de la alimentación, actúa como factor de mantenimiento en la anorexia nerviosa según esta hipótesis.

Para el estudio de la anorexia nerviosa se han desarrollado muchos modelos animales, pero de momento ninguno de ellos ha sido del todo adecuado. Sin embargo, entre estos animales destaca el modelo denominado ABA, Activity-Based Anorexia. En este modelo, los animales sufren un procedimiento especial, se les reduce el tiempo de alimentación, es decir, los animales sólo tienen una hora y media al día para comer. Durante este tiempo pueden comer todo lo que quieran. Además, se les da total libertad para acceder a una rueda de actividad. De este modo, el animal, debido al estrés que genera la reducción de alimentos, desarrolla un patrón de comportamiento de hiperactividad (corriendo en rueda continuamente). Los síntomas de los animales sometidos al procedimiento ABA son similares a los de los pacientes con anorexia nerviosa como hiperactividad, hipotermia, reducción intencional de alimentos y pérdida de peso. Por ello, se propone que el modelo ABA sea un modelo opcional para la anorexia nerviosa humana. Por lo tanto, se utiliza para investigar posibles alteraciones en la anorexia.

Como se ha mencionado anteriormente, el apetito es la sensación que se produce en el hipotálamo y su regulación es un proceso complejo que depende de muchos compuestos. En este proceso hay que tener en cuenta dos tipos de sistemas: los orexigenos, o los generadores de comida, y los anorexigenos, o los que reducen el apetito. Todas ellas influyen en el hipotálamo y sus interacciones provocan hambre y saciedad. Los cambios en estos sistemas pueden provocar anorexia nerviosa. Por ello, los grupos de investigación dirigidos por el doctor Gutiérrez de la Universidad de Santiago de Compostela y el doctor Echevarría de la Universidad del País Vasco (2009) investigaron en el modelo animal ABA uno de los principales sistemas de hipotálamo anorexigeno, el sistema de melanocortines. De hecho, las melanocortinas no sólo afectan a la regulación del apetito, sino también al comportamiento y a la regulación térmica. Al comparar el modelo animal ABA con un animal de control, se observó que los animales ABA padecían una hiperactividad del sistema de melanocortinas, lo que pudo ser la causa de la disminución del apetito, la hiperactividad y, por tanto, la disminución del peso corporal de los animales.

El interés por los posibles beneficios del calor en la anorexia nerviosa se basa en la influencia de la temperatura ambiente en el modelo animal ABA. Los animales en estado de agotamiento pierden la capacidad de digerir los alimentos y parece que este efecto vuelve con terapia de calor. Por tanto, una alta temperatura ambiental puede prevenir o retrasar el desarrollo del autoagotamiento de las ratas sometidas al procedimiento ABA. Por otro lado, el calor provocó una reducción del sistema de melanocortinas en los animales ABA. Al menos parcialmente, esta reducción puede deberse al mecanismo de acción del calor. Los animales calentados recuperaron el apetito y el peso corporal y aumentaron las tasas de actividad. Cabe destacar también que en las ratas sin restricción alimentaria, es decir, en los controles, al aumentar la temperatura no se detectó ningún efecto especial en cuanto a actividad, comportamiento alimentario.

El siguiente paso sería comprobar si el tratamiento de calor eficaz en los animales es también efectivo en los seres humanos. Puede pensarse que los pacientes evitarían el calor al sufrir una ganancia de peso. Sin embargo, sorprendentemente, muchos pacientes buscan calor: se calientan a sí mismos, bebiendo bebidas calientes, poniéndolas cerca de las calefacciones o cubriéndolas con mantas.

En un estudio Gutiérrez, junto a investigadores de Canadá y Australia, aplicó calor a ciertos anoréxicos que caracterizaban la hiperactividad (2004). Para ello utilizó tres estrategias: exposición continua de calor ambiental, uso de chalecos térmicos y baños de sauna en la cabina de infrarrojos. Los resultados fueron mejores de lo esperado y en los tres casos analizados se observó el mismo patrón, la reducción inmediata de la hiperactividad desde el inicio del tratamiento y la formación progresiva de los pacientes. Parece, por tanto, que el tratamiento del calor tiene sus propios beneficios, independientemente de la estrategia utilizada. Es significativo que con la mejoría de la hiperactividad los pacientes no expresaban ansiedad ni depresión; que el sueño, el estreñimiento y otras funciones corporales mejoraban y que el recuento obsesivo de las kilocalorías, el miedo a engrosar y la percepción distorsionada de la forma corporal disminuían. Gutiérrez, en otro ensayo, analizó la eficacia del tratamiento térmico a través de chalecos térmicos para ganar peso en anorexias nerviosas enfermas ingresadas en régimen de realimentación obligatoria. Los resultados no encontraron diferencias en la ganancia de peso entre quienes recibieron calor y quienes no lo hicieron, pero los pacientes percibieron una mejoría en otros síntomas como mejores digestiones y reducción del estrés.
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