En aquella época, muchos biólogos españoles expertos en ensayo negaban que los buitres atacaban al ganado vivo y no quisieron investigar la cuestión. Sin embargo, a partir de 1998 los veterinarios comenzaron a realizar autopsias al ganado para determinar, en caso de denuncia, si el animal consumido por los buitres estaba muerto o vivo (o enfermo). Estas técnicas continuaron aplicándose en los próximos años.
Con el tiempo el número de denuncias aumentó. En Navarra, de 32 denuncias en 1996 a 101 en 1998. En los años siguientes disminuyó hasta alcanzar un mínimo: En los años 2002, 2003 y 2004 se han registrado 16, 15 y 19 casos respectivamente. Sin embargo, a partir de ese momento el número de denuncias volvió a aumentar y el número de casos denunciados en 2007 ha aumentado considerablemente. Para septiembre había más de 100 denuncias.
Y Navarra no es una excepción. En Cataluña, por ejemplo, se han realizado menos de cinco denuncias hasta 2006, y para septiembre de 2007 había más de 40. Y en Iparralde igual. Sus expertos consideraron el caso de Luzaide como un abuso, ya que no hubo denuncia en las inmediaciones tierras del Norte. Sólo tuvieron cinco denuncias anuales hasta el año 2000, pero a partir de entonces el número aumentó: 39 casos en 2006 y más de 90 para septiembre 2007.
La evolución ha sido la misma en todos los territorios. Sin embargo, se trata de una evolución de los casos denunciados; es importante saber cuántos de estos casos se pueden atribuir a la conducta del bufete. Esta es la labor de los veterinarios. En algunos casos, el animal ha muerto antes de la llegada de los matones; en otros, son animales moribundos, debilitados o gravemente heridos; y en otros, simplemente es un fraude de los ganaderos. Los veterinarios no encontraron casos de agresión al ganado totalmente sano. Por otro lado, hay que decir que en muchos casos es imposible determinar el estado del animal antes de la llegada de los buitres.
La proliferación de denuncias se debe a varios factores. Los ataques que se han producido tienen que ver, entre otras cosas, con la enfermedad de las vacas locas. Desde la detección se tomaron medidas drásticas para la gestión del ganado muerto. Desde el punto de vista del problema de los buitres, esta medida ha tenido dos consecuencias, por un lado, la recogida sistemática de ganado muerto desde los montes y por otro, el cierre de los pastizales de matanza.
El abandono del ganado muerto en el campo hace tiempo que es ilegal en España. Sin embargo, antes de la aparición de la enfermedad de las vacas locas no se controlaba ni sancionaba. La situación cambió, se ha querido controlar. A partir del otoño de 2006 se ha comenzado a aplicar la ley de forma muy estricta. Siempre que sea posible se obliga al ganadero a recoger el ganado sacrificado. En algunos casos es imposible, sobre todo cuando el ganado está lejos de la carretera. Sólo en estos casos se quedan sin recoger los cadáveres. Esto ocurre en los meses de verano, pero en invierno apenas hay ganado muerto en el monte.
En Francia surgió un problema similar, pero las autoridades no han apostado por la recogida de todos los cadáveres. El Ministerio, en un decreto de 1998, reconoció que los buitres son limpiadores y desde 2003 han hecho un esfuerzo: analizan el 4% de las ovejas y cabras que dejan los buitres para comer y todas las vacas para asegurar que no tienen enfermedades. La responsable de seguimiento de las aves carroñeras francesas, Martine Razin, asegura que los buitres ahorran mucho dinero asociado al transporte de cadáveres. Y sin embargo, la actividad es muy cara. Según datos de Razin, los camiones recorren 26.000 kilómetros al día.
El cierre de las pastizales de buitres ha afectado a ambos lados del límite. De hecho, los expertos de Iparralde creen que el cierre de las pastizales en Aragón es lo que más les ha influido. Las pastizales casi han desaparecido en Aragón, eran unas 200 y prácticamente ninguna. Y en este periodo, el número de denuncias por ataques de buitres del Norte ha aumentado considerablemente. En este territorio no han desaparecido las pastizales, que en la actualidad cuentan con una red de 46 pequeñas pastizales en funcionamiento.
En Navarra se abrieron los primeros pastizales de todo el estado y es cierto que desde entonces la población de buitres ha crecido. Pero Campión cuestiona que una es consecuencia de otra. En aquellos años también se redujeron notablemente los casos de buitres envenenados y disparados. Por tanto, muchos factores participaron en la proliferación del bufete y no hay una investigación exhaustiva de sus causas. Por lo tanto, es muy difícil determinar cómo afectan las pastizales tanto a las poblaciones de buitres como a las interacciones con el ganado.
De nuevo se han abierto zonas de comida en varias comunidades. Es una convicción muy general que la situación de los buitres indica que son hambre. Pero eso también lo cuestionan los expertos. "La relación entre ataques y hambre es muy sencilla. Pero, al menos en Navarra, las denuncias de agresiones comenzaron antes que el hambre. (...) El enlace es menos correcto. Son muchos los factores que intervienen y no tenemos muy claro cómo", afirma Campión.
La única manera de que los biólogos midan el hambre es calcular la disponibilidad de comida. Esto supone calcular cuántos animales hay en cada lugar y época, cuántos de ellos mueren y cuántos kilos da cada muerto. Y, por supuesto, hay que tener en cuenta el número de cadáveres que se recogen.
De todas estas variables se deduce que los buitres siempre han tenido que comer. Más de lo que comen. Se observa, por ejemplo, en los datos de Navarra. En 1986, los buitres comieron menos del 25% de la comida disponible. Con el tiempo este número ha aumentado. En 2004 era aproximadamente el 60%, y en la actualidad aún tiene más comida de la que necesita el saí. Por lo tanto, el hambre no explica que el número de denuncias de ataques sea elevado.
Un alimoche necesita una media diaria de 400 gramos de carne. Esta cantidad varía a lo largo del año; cuando las crías están en el nido, de marzo a agosto, necesita más que otros meses: 700 gramos diarios aproximadamente. No obstante, las denuncias por agresiones no son más numerosas en este periodo de marzo a agosto, siendo más numerosas entre abril y mayo. Es en esta época cuando el ganado da a luz. Según este dato, la mayoría de las agresiones no se producen cuando las buitres necesitan más, sino cuando las ovejas, cabras, etc. son más vulnerables. Desde este punto de vista, el factor hambre no puede ser descartado, pero no se corresponde con el número de denuncias.
Lo mismo ocurre con la supuesta superpoblación de buitres. Es difícil decir qué es la superpoblación en este caso. Los tamaños de las poblaciones se conocen bien dados en parejas de cría. Según datos de 2006, en el Norte hay unas 580 parejas y en el Pirineo español unas 5.000 parejas. Navarra 2.371, Huescan 2.188 y Lleida 388 parejas. Los datos de la Comunidad Autónoma del País Vasco son menores. En Gipuzkoa, por ejemplo, en 2006 había 55 parejas. En general, la población no es pequeña, pero decir que hay superpoblación es otra cosa.
Y aunque se admitiera la superpoblación, los datos no indican claramente que el motivo de las denuncias es el exceso de alimoche. La mayor parte de las denuncias se concentran en los lugares con menor densidad de buitres. Este efecto es visible en todos los territorios. En Cataluña llama la atención. Antoni Margalida, vicepresidente del grupo catalán de protección del quebrantahuesos, ha recopilado datos relacionados con el bufete: la mayor parte de las denuncias se han realizado en la comarca de Osona y hay una gran diferencia con el resto de regiones. Pero en Osona, el saí no nidifica.
Este último dato hace pensar que las denuncias de los ganaderos son un fraude, pero los expertos no creen que eso sea cierto. "En la mayoría de las denuncias, el ganadero encuentra el ganado muerto y comido y no sabe lo que ha sucedido", dice Margalida.
Incluye un ejemplo relacionado. Un pastor vio a los buitres atacando todo un rebaño de ovejas. Las ovejas, asustadas, se escaparon rompiendo una barrera. La situación era muy caótica y empezaron a comerse una oveja que el buitre no escapó. Pero el estudio de la oveja fallecida confirmó que estaba muerta de antemano y que el bullicio surgió al descender el saí a comer. El rebaño no permitía al pastor ver a su difunto, por lo que su conclusión era que los buitres atacaron a las ovejas con vida.
Pero no siempre es así. En muchos casos no es posible confirmar la situación actual del ataque. "Las denuncias se basan siempre en la versión que cuenta el pastor", explica Margalida. El pastor guipuzcoano Jesús Etxezarreta relata el ataque de los buitres que denunció: "Una oveja estaba tumbada en un lugar y pensé que iba a estar haciendo el niño. Luego me fui y vi (sae) que había pinchado por debajo. Le sacaron las tripas y así se acabó. Intentó levantar la oveja, pero cuando empezó a levantarse, los buitres le atacaron y lo comieron con vida".
Los expertos reconocen que la situación actual está provocando un cambio cuantitativo en el comportamiento de los buitres, es decir, un aumento de las interacciones entre buitres y ganado. Pero de ahí a convertirse en un depredador activo hay mucho margen. Como el veneno y el tiro mueren mucho menos buitres que antes, cada vez son más fieles al ser humano. Cada vez tienen menos miedo. Esto ha ocurrido con otras especies. Sin embargo, ponen en duda si esto es un gran problema. En Navarra se abonaron 5.000 euros en el año de mayor indemnización. Dicen que si el ataque de los buitres se paga por esa pequeña cantidad de dinero, no es un problema económico o social real. Es un problema de conservación.
Pero le han dado un gran espacio en los medios de comunicación, con un gran tono de sensacionalismo. Los Pájaros de Hitchkock se han equiparado a la película y, una vez lanzado, los buitres atacaron a un montañero. Según los expertos, estos excesos causan un gran perjuicio, debido a su gran influencia en la opinión pública.
Biólogos y ganaderos deben gestionar el problema del bufete, con la ayuda de las autoridades, porque hay dos equipos implicados. Por un lado, la falta de información científica en torno a los buitres, la necesidad de un modelo demográfico de colonias, la investigación del conjunto de la población peninsular, la comprensión de la mortalidad de los buitres (mortalidad por parques eólicos y otros muchos factores), etc. Por otro lado, es necesario desarrollar un modelo de ganadería adecuado, incluyendo la gestión de las corralizas, entre otras cosas porque las matas están muy dependientes de la ganadería extensiva.
Además, los biólogos piden que se tengan en cuenta todas las ventajas de la presencia de buitres. Comidos los cadáveres de los animales, realizan una gran labor de limpieza y evitan la propagación de enfermedades. Además, hay casos que han fomentado el ecoturismo. La gente acude a ver los buitres en muchos lugares. "Los buitres aportan beneficios", explica el biólogo de Doñana, José Antonio Donazar. "A la hora de calcular el coste de la conservación de una especie también hay que tener en cuenta estos datos".
El buitre no está en peligro de extinción. En los últimos años el ser humano no ha sido considerado como una bestia, lo que permitió la expansión de la población de buitres. Sin embargo, ahora los expertos temen que las denuncias de ataques cambien. En los casos en los que las denuncias no han sido fraudulentas, se ha demostrado que los animales estaban en peligro de muerte, muy débiles o enfermos, por lo que se cuestiona la agresión. Pero es muy difícil ampliar esta idea.