Ha dedicado gran parte de su vida ecóloga al mar. ¿Por qué razón?
No, no. Quizás fue un factor importante en apariencia, pero sólo en apariencia, que el mar ofrecía una visión más sencilla, menos complicada, del funcionamiento de la naturaleza; la falta de madera en el interior del líquido, la existencia de un medio diferente, etc. Y por otro lado, de pequeña observaba cosas de agua dulce, ya que con un simple microscopio se pueden hacer observaciones muy interesantes. Y es que, en un espacio muy reducido, en el suelo hay sistemas que requieren decenas o centenares de metros.
¿Tienes alguna relación especial con el mar (familia…)?
No, toda la familia es interior.
Se puede decir que la conciencia de la naturaleza ha cambiado durante todos estos años, no igual lo que parece, pero...
¿Tú crees? Yo no estoy tan seguro. El cambio se ha producido en el uso, eso sí; quizás ha habido cierta concienciación, pero sin duda se ha utilizado como instrumento de propaganda y venta de muchas cosas.
Quizás eso sea lo que se necesitaba. En un mundo en el que todo se mueve con agentes económicos, es posible que esa sea la solución, es decir, que se obtenga un beneficio económico de la naturaleza.
La solución no, porque no se ha encontrado ninguna solución. Sí, se beneficia de la propaganda ecológica de las cosas, pero no se ha avanzado demasiado, ya que apenas se ha compensado la creciente expropiación y el maltrato de la naturaleza. Se ha incrementado el número de personas y la capacidad económica de la gente, al que se han sumado todas las máquinas e instrumentos de destrucción (coches, fabricación de todo tipo...), no se ha compensado el daño. Tampoco hay que empezar a llorar, pero no se compensa el deterioro.
Sin embargo, en cuanto al conocimiento se ha avanzado al menos. ¿Se puede decir que conocemos el funcionamiento de la naturaleza tanto en el mar como en la tierra?
Sí se ha avanzado mucho en este sentido y conocemos muchas cosas, pero todavía es mucho lo que falta, que exige un mayor desarrollo de la ciencia.
Todavía, de vez en cuando y en relación a los ríos y arroyos, el agua que sale a la mar sin uso humano es agua perdida y semejante. ¿Es así?
Eso no es así en absoluto. Una cantidad de agua que cae del cielo a los continentes pasa por el suelo y las plantas. Las plantas, por ejemplo, no pueden permanecer sin agua, por lo que una cantidad de agua tiene que volver al cielo. Por otro lado, los continentes y los océanos tienen una relación dinámica, ya que la cantidad de agua que fluye por la tierra es imprescindible para el desarrollo y evolución del suelo (para la distribución de los materiales que necesitan las plantas, etc.), pero a su vez se suministra materia orgánica y se dirige al mar. El mar siempre ha sido heterotrófico, es decir, consume materia orgánica procedente de la tierra, el mar tiene la vocación de "alcantarillado". Y este sistema debe seguir en marcha, no sólo para alimentar el mar, sino también para permitir el desarrollo del suelo y mantener su fertilidad. Por lo tanto, la idea de que todo el agua que cae del cielo es privatizable no es correcta. Es de destacar. Yo he dicho muchas veces que ninguna gota de agua debería llegar al mar, aunque parezca progre, no es una idea nueva, ya que un rey de Sri Lanka dijo hace 2.000 años y además es falsa. Este sistema siempre ha funcionado de esta manera y debe continuar así si queremos mantener el desarrollo y la fertilidad del suelo. Yo creo que tenemos que tener en cuenta la ley de tres tercios que es fácil de recordar: un tercio tiene que volver al cielo a través de la vegetación, otro a través de las aguas marinas y el último tercio sería privatizable para otros usos.
En este sentido, ¿qué opina de llevar agua de una cuenca a otra?
En definitiva, el arrastre de agua dentro de las medidas mencionadas no tiene una repercusión especial. A este respecto, lo único que hay que mencionar es que el suelo y la vegetación local se encuentra en equilibrio con el agua que cae y con las vías de evacuación existentes en el lugar. Si llevamos agua de un lado a otro, podríamos romper ese equilibrio, si cogemos agua de los territorios con más lluvias y la llevamos a los que menos llueve, desde el punto de vista de la justicia estaría bien, pero en la zona de máxima lluvia habría que sustituir las hayas por pinos. Otra cosa grave, aunque no sea la que parece, es que las aguas de las distintas zonas presentan características diferentes (debido a la captación de sales por parte del agua de lluvia) y que el riesgo estaría en la inertización de las mismas al trasladar aguas de cierta calidad a terrenos de distinta calidad. Esto no es muy habitual, ya que en las zonas de mayor pluviosidad las aguas suelen estar más diluidas, pero en algunos casos, como en los Monegros, se dan este tipo de situaciones y hay ejemplos muy tristes, como en el caso de Rusia, de catástrofes provocadas por este tipo de usos de las aguas la salinización del mar Aral.
En lo que se refiere al trasvase de agua, ¿se ha observado que alguna especie sufre un cierto cambio de lugar a través del agua?
En cierta medida sí, pero eso es casi inevitable. La calidad del agua es la que actúa como seleccionadora, pero en el interior de España, a pesar de que las distintas cuencas tienen una fauna y una flora relativamente diferente, esto no tiene tanta importancia y además las especies se transportan de un lugar a otro, como ocurre con los cangrejos.
El título de su conferencia de hoy es llamativo ("El Niño vasco, las vacas sagradas provenzales y las aviesas intenciones de meter el invernadero debajo de la alfombra"). ¿Qué quieres decir?
Sí, es barroco, pero coincide con lo que voy a explicar. Por un lado, expondré el reflejo de El Niño aquí. Las vacas sagradas son animales muy respetados, y en este caso voy a poner las ballenas a su altura, en relación con la gran fertilidad del noroeste mediterráneo. Por último, dejar grandes cantidades de basura en los fondos marinos es un tema de actualidad.
¿Cuál será la idea principal que vas a transmitir en la conferencia?
Sobre todo sabemos que sabemos unas pocas cosas, muchas cosas no, y que conviene ser prudentes, sin temer demasiado el peligro y haciendo las cosas con cuidado.