¿Por qué hay tantas infecciones hospitalarias?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que la gente que está en el hospital, en la mayoría de los casos, tiene más riesgo de sufrir una infección, ya que al estar enferma y debilitada por sí misma, puede atropellar más fácilmente algunas cosas. Por lo tanto, lo primero que hay que pensar es que, sobre todo, se contagia a gente bastante precaria en defensa. Otro caso extremo puede ser el de aquellos que se encuentran en buen estado y sufren alguna infección. Por ejemplo, los que van a retirar una hernia simple o a realizar un pequeño trabajo de cirugía, también pueden coger algo en ese momento, ya que los sistemas terapéuticos pueden facilitar la aparición de una nueva infección. En este caso, está claro que si estuvieran en la calle no tendrían problemas.
Según las estadísticas, cerca del 5% de los ingresados en hospitales sufren alguna pequeña infección. Las infecciones más comunes son las del aparato urinario y respiratorio, como consecuencia de la introducción de alguna sonda urinaria en el aparato urinario y las neumonías nosocomiales derivadas de las intervenciones en el aparato respiratorio. Estos son los más comunes. Estas infecciones penetran a través de los dispositivos vasculares y pueden ocurrir que los microorganismos se extiendan a todo el cuerpo o permanezcan en un lugar determinado. En función de ello, la infección puede ser más o menos grave.
Volviendo a la estadística, cabe destacar que el 1% de las infecciones que se capturan en los hospitales son potencialmente peligrosas, ya que en la mayoría de los casos se trata de infecciones que tienen un problema grave.
¿Esto es un tema de responsabilidad para los médicos?
Por supuesto, la gente muere y además los gastos suben.
¿Y hay algo organizado para luchar contra ello? Es conocido que la medicina ha avanzado mucho, pero ¿se invierte en ello?
Bueno, en cada hospital hay un comité de infección. La labor de esta comisión es realizar un seguimiento general del tema y orientar la política o normativa general. Por otro lado, los servicios de microbiología hospitalaria y medicina preventiva realizan el seguimiento de todos los procedimientos, de las medidas anti-infecciosas adoptadas y, cómo no, de todos los microorganismos que se aíslan. Estos servicios, en el ámbito de la infección, pueden considerarse como hospitales fiscalizados.
En Estados Unidos, por ejemplo, para que el hospital pueda acceder a las acreditaciones es necesario que exista este tipo de comisiones. Este tipo de comisiones deben presentar un plan anual, estableciendo los procedimientos y estableciendo normas para cada tarea, adoptando medidas anti-infecciosas en todos los ámbitos (dónde y cómo se deben lavar las manos, situación de las quirófanos, trabajo en unidades de cuidados especiales, etc.). Además, establecen la política de uso de los antibióticos, ya que no es posible utilizar cualquier antibiótico, ya que los microorganismos generan resistencias. Por último, también deben establecer una política de mantenimiento de la instalación, como es el caso del aire acondicionado o el tráfico del agua. Al igual que en Estados Unidos, aquí también hay comisiones de este tipo, actualmente en activo.
En la actualidad existe una gran preocupación en nuestro entorno y en el mundo sobre la entrada de aire acondicionado en quirófanos y Unidades de Atención Intensiva, y en estos momentos en Osakidetza también se están haciendo cambios. Se han realizado mejoras significativas tanto en los quirófanos como en las Unidades de Atención Intensiva.
Entonces, ¿qué pasa? ¿Las infecciones pueden deberse a un mal funcionamiento?
Hay que darse cuenta de que hay muchos microorgániscos diferentes y que además pueden entrar por muchas vías. Por ejemplo, los microorganismos tipo Staphylococcus son muy frecuentes, un endui puede entrar tranquilamente a la Unidad de Atención Intensiva de un hospital y contagiar a los pacientes que allí se encuentran, lo que puede deberse a que los procedimientos para evitar la infección no han sido los adecuados. Pero también puede suceder. Por ejemplo, los bacilos gramnegativos (pseudónimas), muy conocidos, viven normalmente con nosotros, son saprofitos o comensales y pueden estar en nuestras mucosas, intestinos o nariz. Podemos transmitirlas en cualquier momento y crear infección.
Los hongos entrarían en otro apartado. El hongo Aspergillus que últimamente nos ha hecho desgraciadamente famoso no vive con nosotros, pero sí entre nosotros. Son muchos los hongos y pueden estar en todo tipo de lugares humildes o rotos, es decir, en paredes, herramientas, estiércol... Son capaces de provocar una infección por el momento adecuado.
Tenemos que volver a una cuenta que ha mencionado anteriormente. Ha hablado de política de antibióticos y parece que últimamente se están produciendo cambios en el sistema inmune del ser humano debido al uso de antibióticos.
Los antibióticos no tienen efecto inmunitario. Los antibióticos matan los microorganismos y ayudan a la inmunidad natural a combatirlos, pero no tienen nada que ver con la inmunidad. Lo que pasa es que los microorganismos se aprenden y se adaptan. Con un ejemplo lo entenderemos mejor. Recordemos la penicilina. Hace unos años la penicilina servía para todo, hoy en día sirve para poco porque se han adaptado al microorganismo. Con su uso se seleccionan ligeramente los microorganismos pero se acostumbran. La mala utilización de los antibióticos en los hospitales hace que sean inútiles debido a la capacidad de los microorganismos para desarrollar el sistema de defensa. Los antibióticos deben usarse de forma racional, no tomando los de amplio espectro, sino seleccionándolos.
Lo ha mencionado en los hospitales. ¿Qué pasa si los microorganismos presentes en los hospitales han desarrollado mejores defensas?
Es una buena pregunta. Los microorganismos de alta resistencia pueden estar en todas partes, tanto dentro como fuera de los hospitales. Es cierto que la mayor selección se produce por el uso, pero no sólo en los hospitales, sino también en los servicios primarios como los ambulatorios. Sin embargo, los microorganismos hospitalarios son más fuertes que el resto. Por ejemplo, hay una variedad de Staphylococcus, muy resistente… si eso entra en la Unidad de Atención Intensiva, ¡se acabó!
En la entrevista ha mencionado más de una vez la Unidad de Atención Intensiva. ¿Hay alguna razón especial para ello? ¿Todas las áreas hospitalarias tienen el mismo riesgo?
No, no tienen el mismo riesgo. Está claro que las personas con enfermedades más graves son las que más probabilidades tienen de contraer una infección, ya que no es lo mismo una intervención quirúrgica con resonancia que una cirugía con una gran incisión. Para responder de alguna manera a su pregunta, podemos citar los lugares más comunes para contraer alguna infección en los hospitales: Unidades de Atención Intensiva, debido a la vulnerabilidad de los residentes. Quirófanos, distinguiendo entre aquellos que requieren intervenciones quirúrgicas difíciles y los que requieren intervenciones secundarias. Lugares de Hemodiálisis por el riesgo particular; durante años el campo más bello de la hepatitis ha sido este tipo de plantaciones, que se han repetido en varias ocasiones.
Por lo visto, ¿mejor quedarse en casa que ir al hospital?
Está claro que nadie va al hospital a gusto, pero hay que ir. Hay que tener en cuenta –y señaladlo claramente– que, por un lado, las infecciones sólo se producen si se les da la oportunidad y en ello se está trabajando la medicina reduciendo las vías de infección. Por otro lado, aunque pueda pensarse otra cosa por lo visto en los medios de comunicación, vamos a aportar un dato estadístico que nos muestra el avance que se está haciendo en esta materia: en los últimos 10 años el número de infecciones hospitalarias es del 6% y anteriormente estuvimos en torno al 9-10%. Creo que eso demuestra que el riesgo de infección va disminuyendo.
… Las circunstancias especiales en los hospitales facilitan y no raramente la aparición de infecciones graves. En primer lugar hay que tener en cuenta los factores intrínsecos, es decir, el estado básico de los pacientes, que permite desarrollar infecciones. En segundo lugar, se debe prestar atención a los agentes externos que se utilizan para la realización de diagnósticos (endoscopias), intervenciones quirúrgicas (intervenciones quirúrgicas y prótesis) y operaciones de monitarización (sondas, tuberías…). Los terceros factores a considerar, junto con la contaminación del aire, son los fallos en los diseños e instalaciones, especialmente en lo que se refiere a circuitos de agua y aire acondicionado. Esto ha provocado que en todo el mundo, por ejemplo, se hayan sufrido las plagas de Legionella neumophila. Por último, habría que mencionar el mal uso de los antimicrobios, ya que han creado microorganismos capaces de resistir los antibióticos, como por ejemplo la aparición de gérmenes muy raros en la época, la transformación de otros muy abundantes que se han convertido en potentes, como los microorganismos Acinetobacter o S. aureus.
La tasa de mortalidad que se deriva de los procesos mencionados y el enorme gasto que suponen, nos llevó a tomar conciencia del problema en los años 60. Años después la experiencia acumulada en los grandes hospitales de Estados Unidos, con la creación de grupos especializados de seguimiento y control de infecciones nosocomiales, demostró la eficacia de diversas medidas y disminuyó el número de infecciones en torno al 30%. Aquí también se organizaron grupos para trabajar poco a poco en el campo de las infecciones y la medicina preventiva.
Se tomaron medidas para reducir las infecciones del aparato urinario, medidas para reducir las infecciones respiratorias en unidades de atención intensiva, medidas de asepsia severas, estudio de circuitos de aire y agua, test de técnicas quirúrgicas adecuadas, etc. Como consecuencia de todo ello, en el período 1990-97 el número de infecciones nosocomiales descendió del 9,87% al 8,08%.
En el caso del Aspergillus, la importancia del tema es sobre todo cualitativa, ya que ha producido consecuencias irreversibles. Por ello, no basta con referenciar las cantidades ya que se pueden ocultar las deficiencias existentes en los sistemas de control. Si se comprueba que el fallo en brotes infecciosos recientes ha sido un control de calidad, éste deberá ser estudiado en profundidad.
A pesar de que en algunos lugares se producen las infecciones mencionadas, si se compara con otros países no se puede afirmar que en nuestro caso el riesgo de infecciones nosocomiales es mayor. De hecho, en varios hospitales de Estados Unidos, recientemente se han producido plagas de tuberculosis y han tenido que tomar medidas de aislamiento que estamos tomando aquí desde hace tiempo.
Es necesario vigilar y controlar con rigor las posibles infecciones hospitalarias. Pero para ello se necesitan recursos con el número suficiente de médicos y enfermeras en la materia, junto con la concienciación sobre el problema, no sólo de los profesionales sanitarios sino también de la Administración, para que pongan definitivamente los recursos necesarios y ausentes. No existe un mejor control de calidad más eficaz que la resolución de problemas normales y anormales para la salud.
Tomado de la revista electrónica Jano