Si no oyes bien...

Agirre, Jabier

Medikua eta OEEko kidea

La pérdida de oído es bastante frecuente. Según los últimos datos, en España hay más de dos millones de personas afectadas por este problema, lo que supone cerca del 5% de la población. Reconocer que tienen un problema y encontrar una solución adecuada es la única vía para mejorar la calidad de vida de los que lo tienen. La verdad es que gracias a los últimos avances tecnológicos, hoy en día es mucho más llevadero que antaño. Cuatro meses antes De doce a dieciocho meses A dos años De tres a seis años

¿Por qué se pierde la audición?

La hipoacusia se define como la disminución de la agudeza auditiva o capacidad de escucha de una persona que se encuentra por debajo del nivel normal. Y las causas son muchas y muy diferentes:

  • Antecedentes familiares, infecciones víricas de la madre durante el embarazo (rubeola, VIH, etc.). ), las malformaciones craneales o partos prematuros (si el peso del recién nacido es inferior a 1.500 kg) son motivos suficientes para que desde el mismo momento del nacimiento no funcione correctamente algunas de las piezas y mecanismos que intervienen en el complejo proceso de la audición. Y eso, por supuesto, genera problemas auditivos.
  • Más adelante, la meningitis o la otitis serosa persistente pueden reducir considerablemente nuestra capacidad de escucha.
  • Con el paso del tiempo, a medida que la persona envejece, la audición también disminuye, sobre todo a partir de los 60 años.
  • Presencia de golpes fuertes en la cabeza y en zonas con mucho ruido (trabajar en zonas ruidosas sin tapones, escuchar música a un volumen elevado, etc.) son factores de riesgo muy importantes a tener en cuenta.

Tratamientos de última hora

Curiosamente, las personas mayores se adaptan mejor a la pérdida auditiva que a la visual. Si alguien no ve bien acude inmediatamente al oculista, que le pone antiojos, pero no ocurre lo mismo con los problemas auditivos. Una encuesta realizada entre la tercera edad ha puesto de manifiesto que el 6,2% de los ancianos tiene prótesis auditivas, pero la mitad de ellos no utiliza, porque son incómodos, son caros, siguen teniendo defectos y, en definitiva, porque el usuario no percibe una mejora significativa de la prótesis.

Sin embargo, los audífonos de última generación (conocidos como audífonos analógicos) tienen una mayor sensibilidad hacia el sonido que viene por delante, y así la persona escucha mejor en la dirección que mira. Además, estas nuevas prótesis son capaces de diferenciarlas entre el ruido y el habla y eliminan los pitidos que se producen al masticar o al hablar por teléfono.

Además de ser mejores, más sensibles y fuertes, los productores han tratado de hacer prótesis más pequeñas, hasta llegar a ser casi invisibles. Hay prótesis traseras de oído que se colocan en el interior del canal (las que se colocan en el conducto auditivo suelen ser del tamaño de una uña) y que se unen a los brazos o las patillas de las gafas.

Los audífonos de última generación tienen una mayor sensibilidad hacia el sonido que viene de delante, de esta manera la persona escucha mejor en la dirección que mira.

Sin embargo, el avance más significativo se ha dado en los implantes de cocleares. Mediante una operación, el especialista aplica al paciente un dispositivo o dispositivo en el oído interno para el desempeño de las funciones del cóclea. El implante recoge señales acústicas y las convierte en señales eléctricas que excitan el nervio auditivo. Posteriormente, estas señales eléctricas, como si fueran impulsos nerviosos, se conducen al cerebro para su interpretación.

‘escuchar’

Los resultados pueden resultar sorprendentes, sobre todo entre personas que ya habían desarrollado su capacidad lingüística. Además, puede ser una buena oportunidad para mejorar la comunicación entre niños sordos desde el nacimiento o niños cortados muy tempranamente. No obstante, tras la intervención quirúrgica la rehabilitación es imprescindible: Al cabo de 3-4 semanas, el 80% de lo que muchos pacientes llaman llega a la comprensión sin necesidad de estar leyendo en los labios del interlocutor. Los sonidos se perciben ligeramente metalizados, pero el afectado puede recuperar gran parte del oído gracias al implante.

¿Y tú, lector, estás perdiendo el oído?

  • Aunque estés atento, no puedes entender todas las palabras de una conversación. Sigues el hilo, pero pierdes la información importante.
  • Los sonidos agudos son los que más pierdes de forma inconsciente.
  • Cada vez participas menos en conversaciones con miedo a malentenderlas o a actuar fuera de tiempo.
  • Los que te rodean te informan de que tienes la televisión o la radio muy alta.
  • A veces no reaccionas al ‘escuchar’ tu nombre, el sonido del teléfono, el despertador o el timbre de casa.
  • Tu voz también se utiliza cada vez más en la conversación normal.

La capacidad de escucha se puede medir y aunque las pruebas son muchas, la audiometría es lo fundamental. Se realiza en sala insonorizada y mediante el audiómetro se emiten sonidos de frecuencia e intensidad determinadas para que el paciente pueda identificarlos. Así es como el especialista puede saber qué sonidos se oyen y cuáles no.

Sin embargo, como las ondas sonoras se transmiten también a través de los huesos craneales, además de la audiometría aerea se realiza también la de hueso. Y la audiometría sonora se completa con una audiometría vocal en la que se hace oír frases, palabras para ver cómo las separa.

Tipos de sordera

Las causas de la sordera o hipoacusia pueden ser múltiples, como hemos visto anteriormente, pero dependiendo de la estructura del oído que afecta, se pueden clasificar en dos grupos principales: las hipoacusas de transmisión o e hipoacusia perceptivas o neurosentsoriales.

Hipoacusia de transmisión o conducción

En estos casos el problema está en el oído externo y/o medio. Las ondas sonoras no llegan correctamente al oído interno y no se oyen con la intensidad adecuada. Los sonidos grabados son los más afectados.

Hipoacusia perceptivas o neurosensoriales

En estos casos la alteración se debe a una lesión del oído interno, del nervio auditivo o de la zona de detección del sonido en el cerebro. Procesos infecciosos, inflamatorios, tóxicos y degenerativos pueden estar detrás de las lesiones de estas estructuras delicadas. Los sonidos agudos (por ejemplo, timbres o teléfonos) son los que menos se oyen, pero es habitual que no entiendan bien lo que se oye de la misma manera. Normalmente las lesiones son irreversibles y la única solución es utilizar prótesis que amplifican los sonidos. Si a pesar del uso del audífono los resultados no son satisfactorios, la única alternativa adecuada es intentar realizar implantes de cocleares.

Cómo detectar que el bebé no escucha bien

Los padres son imprescindibles para detectar posibles problemas auditivos del bebé. El inicio inmediato del tratamiento previo a la realización del diagnóstico permite prevenir la consecuencia más grave del problema (evitar que el niño hable). Lo mejor es tratarlo antes de los seis meses, pero desgraciadamente muchos casos empiezan a diagnosticar después de dos años y medio. ¡Date prisa!

  • El niño no se despierta con golpes o sonidos fuertes (cencerro, campanas, etc.). ).

Con 7 meses

  • No trata de saber de dónde viene el sonido.
  • Escucha la voz de las personas que conoce y no reacciona.
  • No se da cuenta de que las personas se han acercado y por eso no mueve los ojos en su búsqueda.
  • No hace tontería, ni imita sonidos o sonidos.
  • No reacciona con el timbre o el sonido del teléfono.
  • No responde con su nombre, ni los ruidos o ruidos producidos fuera de su campo de visión le asustan.
  • No empieza a hablar, no dice palabras.
  • No puede decir palabras sencillas ni frases muy sencillas.
  • No responde a preguntas extremadamente básicas, salvo gestos de ayuda para interpretarlas.
  • El niño no mira lo que le está hablando.
  • Su desarrollo lingüístico no es normal ni adecuado para su edad.
  • Cuando dice palabras sueltas, normalmente grita.
  • Cuando se le hace una pregunta, es muy habitual contestar “¿qué?”.
  • Suele poner la televisión o la música muy alto.
  • Es introvertido, silencioso, se encuentra en su mundo. Le cuesta mucho relacionarse con otros niños.
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