La hipoacusia se define como la disminución de la agudeza auditiva o capacidad de escucha de una persona que se encuentra por debajo del nivel normal. Y las causas son muchas y muy diferentes:
Curiosamente, las personas mayores se adaptan mejor a la pérdida auditiva que a la visual. Si alguien no ve bien acude inmediatamente al oculista, que le pone antiojos, pero no ocurre lo mismo con los problemas auditivos. Una encuesta realizada entre la tercera edad ha puesto de manifiesto que el 6,2% de los ancianos tiene prótesis auditivas, pero la mitad de ellos no utiliza, porque son incómodos, son caros, siguen teniendo defectos y, en definitiva, porque el usuario no percibe una mejora significativa de la prótesis.
Sin embargo, los audífonos de última generación (conocidos como audífonos analógicos) tienen una mayor sensibilidad hacia el sonido que viene por delante, y así la persona escucha mejor en la dirección que mira. Además, estas nuevas prótesis son capaces de diferenciarlas entre el ruido y el habla y eliminan los pitidos que se producen al masticar o al hablar por teléfono.
Además de ser mejores, más sensibles y fuertes, los productores han tratado de hacer prótesis más pequeñas, hasta llegar a ser casi invisibles. Hay prótesis traseras de oído que se colocan en el interior del canal (las que se colocan en el conducto auditivo suelen ser del tamaño de una uña) y que se unen a los brazos o las patillas de las gafas.
Sin embargo, el avance más significativo se ha dado en los implantes de cocleares. Mediante una operación, el especialista aplica al paciente un dispositivo o dispositivo en el oído interno para el desempeño de las funciones del cóclea. El implante recoge señales acústicas y las convierte en señales eléctricas que excitan el nervio auditivo. Posteriormente, estas señales eléctricas, como si fueran impulsos nerviosos, se conducen al cerebro para su interpretación.
Los resultados pueden resultar sorprendentes, sobre todo entre personas que ya habían desarrollado su capacidad lingüística. Además, puede ser una buena oportunidad para mejorar la comunicación entre niños sordos desde el nacimiento o niños cortados muy tempranamente. No obstante, tras la intervención quirúrgica la rehabilitación es imprescindible: Al cabo de 3-4 semanas, el 80% de lo que muchos pacientes llaman llega a la comprensión sin necesidad de estar leyendo en los labios del interlocutor. Los sonidos se perciben ligeramente metalizados, pero el afectado puede recuperar gran parte del oído gracias al implante.
La capacidad de escucha se puede medir y aunque las pruebas son muchas, la audiometría es lo fundamental. Se realiza en sala insonorizada y mediante el audiómetro se emiten sonidos de frecuencia e intensidad determinadas para que el paciente pueda identificarlos. Así es como el especialista puede saber qué sonidos se oyen y cuáles no.
Sin embargo, como las ondas sonoras se transmiten también a través de los huesos craneales, además de la audiometría aerea se realiza también la de hueso. Y la audiometría sonora se completa con una audiometría vocal en la que se hace oír frases, palabras para ver cómo las separa.
Tipos de sordera
Las causas de la sordera o hipoacusia pueden ser múltiples, como hemos visto anteriormente, pero dependiendo de la estructura del oído que afecta, se pueden clasificar en dos grupos principales: las hipoacusas de transmisión o e hipoacusia perceptivas o neurosentsoriales.
En estos casos el problema está en el oído externo y/o medio. Las ondas sonoras no llegan correctamente al oído interno y no se oyen con la intensidad adecuada. Los sonidos grabados son los más afectados.
Hipoacusia perceptivas o neurosensorialesEn estos casos la alteración se debe a una lesión del oído interno, del nervio auditivo o de la zona de detección del sonido en el cerebro. Procesos infecciosos, inflamatorios, tóxicos y degenerativos pueden estar detrás de las lesiones de estas estructuras delicadas. Los sonidos agudos (por ejemplo, timbres o teléfonos) son los que menos se oyen, pero es habitual que no entiendan bien lo que se oye de la misma manera. Normalmente las lesiones son irreversibles y la única solución es utilizar prótesis que amplifican los sonidos. Si a pesar del uso del audífono los resultados no son satisfactorios, la única alternativa adecuada es intentar realizar implantes de cocleares.
Cómo detectar que el bebé no escucha bien
Los padres son imprescindibles para detectar posibles problemas auditivos del bebé. El inicio inmediato del tratamiento previo a la realización del diagnóstico permite prevenir la consecuencia más grave del problema (evitar que el niño hable). Lo mejor es tratarlo antes de los seis meses, pero desgraciadamente muchos casos empiezan a diagnosticar después de dos años y medio. ¡Date prisa!