El objetivo del proyecto europeo AER es analizar las complejas implicaciones de las tecnologías utilizadas en los museos y el creciente número de espectadores en las obras de arte. Desde 1996 los microclimatólogos, químicos y microbiólogos trabajan en equipo bajo la supervisión de Darío Camuffo.
Los científicos decidieron trabajar simultáneamente en cuatro museos totalmente diferentes de Europa: En el Museo de Arte Visual de Norwich, situado en la Plaza de San Marcos de Venecia (situado en la costa, recibe numerosos visitantes, con un clima muy especial en el valle del Po y expuesto a los contaminantes emitidos por los polígonos industriales de la zona), en el Centro Sainsbury de Norwich (edificio moderno de vidrio y aluminio, sede más que un mero expositor) y en el Kunsthistorisfránchis Museo de Kunsfránchis Conchis Conchis y Museo Xix y Conchum de Conchs de Conchs Conchs Conchs. 2 museos ‘clásicos’ del siglo XX). El estudio está diseñado para identificar los lugares más sensibles, medir riesgos, proponer soluciones y, a nivel más general, elaborar una guía de buenas prácticas de apoyo a los conservacionistas y arquitectos.
En palabras de Dario Camuffo, “el enfoque multidisciplinar es imprescindible si realmente se quiere dar la máxima protección al patrimonio cultural. En cada una de las salas estudiadas, a medida que van a afectar al arte, se debe entender por un lado los fenómenos termodinámicos que controlan las variables térmicas e higronómicas, y por otro, seguir los signos de los contaminantes químicos o biológicos transportados por el movimiento del aire (…) Este tipo de grupos requieren un gran trabajo. Cada miembro del equipo debe tener siempre conocimientos básicos de la disciplina de los demás.”
Hay muchas variables en juego: cambios espaciales de temperatura y humedad, condensación en microporos y deformación de trabajos, dispersión de contaminantes químicos y trasvases de masas de aire, influencia de la luz y radiación, precipitación de partículas en suspensión, detección e identificación de contaminantes químicos y microorganismos. Las mediciones se realizan con la máxima precisión. Durante varios días (preferiblemente dos al año, en invierno y verano), los microclimatólogos analizan sistemáticamente las sedes mediante sensores, midiendo la temperatura y la humedad en días y lugares diferentes.
A continuación, los datos se introducen en los ordenadores y se utilizan para realizar una imagen tridimensional de las condiciones atmosféricas de las sedes. Al mismo tiempo, químicos y microbiólogos toman muestras para realizar microanálisis en laboratorio e identificar sustancias nocivas.
Aunque los exámenes no han finalizado, pueden destacarse algunas condiciones que no son adecuadas. En el correr Museum, la calefacción y el sistema de aire acondicionado generan ciclos nocivos a nivel de temperatura y humedad. En suspensión hay demasiadas partículas que se pueden depositar en las telas de las pinturas. Es más, la mayor parte de las partículas son ricas en calcio (liberadas del yeso de las paredes) y el calcio es especialmente nocivo. La situación se agrava con alfombras y aspiradora, así como con sacudidas frecuentes de las cortinas. Los análisis químicos y biológicos han encontrado también niveles elevados de ozono y compuestos con azufre, así como bacterias lipofílicas que se alimentan de las grasas de las pinturas.
En el Centro Sainsbury de las Artes Visuales de Norwich, las mediciones han puesto de manifiesto que el diseño global del edificio busca el bienestar y la estética agradable de las personas y no un microclima adecuado que pueda influir en las obras de arte. Las estructuras metálicas y vítreas (apoyadas por el sistema de ventilación) generan una atmósfera totalmente inestable. Y eso sería el principal motor del ‘estrés’ de las obras de arte si no estuvieran protegidas con plexiglass. En definitiva, en cuanto al contenido interno, la salud ambiental de este moderno escaparate no es mejor que la de los museos existentes en los edificios históricos.
“Se pueden buscar soluciones concretas para cada caso. Pero en el ámbito de la conservación, la experiencia nos ha enseñado que tenemos que tener mucho cuidado y que tenemos que analizar el stand en su totalidad, ya que en el resto de casos podríamos solucionar un problema pero crear otro. Necesitamos un equilibrio adecuado, y eso no es fácil”.
Aire acondicionado y control de humedadLos sistemas de aire acondicionado emiten aire frío. Si el dispositivo está cerca del suelo, el aire frío que se bombea se distribuye horizontalmente, ya que es más denso que el resto, subiendo progresivamente la ‘capa’ que separa este aire frío del resto. Además, los visitantes emiten CO 2 y vapor de agua a una temperatura mucho mayor, que se eleva y se acumula en los niveles superiores de la sede. Si el aparato de aire acondicionado se encuentra en el techo, el aire frío se precipita como si fuera lluvia, por lo que se mezcla con el aire ambiente y se rompe el equilibrio termal. Aunque el aire frío puede separarse suavemente, los movimientos del aire alrededor de los dispositivos generan convergencias. Los dispositivos de control de la humedad crean nieblas de vapor o secan el aire. Lo ideal es ubicarse en el centro de la sede y no cerca de los trabajos más valiosos, como muchas veces se pueden ver. |
IluminaciónEl exceso de luz, tanto de origen natural como artificial, puede provocar el efecto invernadero y, además, todas las luces artificiales contienen componentes destructivos. Los rayos ultravioleta destruyen los pigmentos, actúan sobre los fijadores orgánicos y aceleran las oxidaciones y otras reacciones químicas. La luz visible provoca el calentamiento, secado y dilatación de las estructuras. Y la luz infrarroja igual o peor. Todos estos daños se pueden evitar utilizando fibras ópticas. Otra variable importante es la ubicación de la fuente de luz. La luz directa calienta demasiado las obras de arte y produce deshidratación. La instalación de la luz en la parte inferior genera una corriente ascendente que conduce a las operaciones artísticas de polvo y otras partículas en el aire. Para causar el menor daño, la fuente de luz debería emitir rayos de frecuencia espectacular, de baja intensidad, borrosos y de arriba abajo (si en el techo no tenemos algún fresco como vaca). |