Situado en las faldas de la sierra de Aralar, Mendukilo alberga otras 800 cuevas y estructuras kársticas. Esta cueva no presenta ninguna peculiaridad destacable respecto a otras, salvo por su gran boca y por la amplitud de sus estancias interiores. Los pastores han utilizado la cueva desde antiguo para almacenar el ganado, de ahí su nombre (establo de montaña). Para ello han utilizado la sala de entrada, llamada Artzainzulo.
Más tarde que los pastores, pero también más allá, los espeleólogos han entrado en la caverna. La cartografía de todas las estancias de la cueva se realizó a principios de la década de los 70 y, posteriormente, en 1972, el Gobierno de Navarra decidió cerrar la entrada con ladrillo para impedir la entrada de la gente y evitar la conducción de estalactitas y estalagmitas.
El primer trabajo que se realizó en Mendukilo fue la retirada de la barrera de ladrillo. De hecho, la boca de entrada era el único orificio que ventilaba la cueva y, una vez cerrada la misma, la dejaron sin aire ni luz.
Así, Eneko Agirre, biólogo y responsable de Mendukilo, destaca el cambio que se ha producido en poco tiempo en las paredes del Artzaintzulo: "cuando se derribó el muro de ladrillo, las paredes estaban blancas, pero ahora son de color verde. Los microorganismos que viven en la pared le dan ese color".
Los microorganismos de las cuevas tienen una enorme capacidad de adaptación. Sin luz son quimiotrofos, es decir, se alimentan de la materia orgánica producida por otros organismos. Si hay luz, la energía la obtienen mediante la fotosíntesis, como las plantas. Es por ello que las paredes de Artzainzulo se han enrasado.
En otras cuevas también ha ocurrido lo mismo, pero por el uso de luz artificial. En estos casos, el fenómeno se conoce como “mal verde” y la introducción de luz artificial indica que ha provocado la alteración de los seres vivos de la cueva.
La enfermedad verde es un buen ejemplo de la importancia de predecir las consecuencias de los agentes externos. Para ello es necesario un conocimiento profundo de las condiciones existentes y una posterior consideración de las mismas. De hecho, los ecosistemas rupestres son muy vulnerables y cualquier actuación puede afectar al ecosistema. Por tanto, hay que extremar las precauciones para minimizar el daño.
Hay que prestar atención a aspectos geológicos, biológicos, climatológicos, antropológicos... No es raro encontrar restos humanos en las cuevas, que durante miles de años han sido residencia de hombres y mujeres. Estos restos son verdaderos tesoros, por lo que es lo primero que se estudia en las cuevas.
El espeleotema que se forma desde el techo hacia abajo se denomina estalactita. En el suelo de la cueva se forman estalagmitas donde caen las gotas de agua. La unión de estalactitas y estalagmitas da lugar a la formación de columnas. Y además, el agua genera otras estructuras como coladas, banderas, gours...
En Mendukilo hay ejemplos de todas estas estructuras. Pero, ¿qué hacer para que los trabajos de acondicionamiento no dificulten el trabajo del agua? Para dar respuesta a esta pregunta, han decidido completar el recorrido con plataformas flotantes. Sujetan la plataforma mediante pilares situados a ambos lados del recorrido. De esta forma, no está apoyada sobre el suelo, evitando cubrir estalagmitas, corrientes y otros. Además, la plataforma dispone de orificios en forma cuadrada para que las gotas de agua que caen del techo no tengan obstáculos en su camino habitual.
Otra característica de la plataforma es que se puede eliminar sin dejar rastro alguno. De hecho, como señala Agirre en numerosas ocasiones, la reversibilidad ha sido la prioridad en la elección de los elementos y sistemas de la infraestructura. "Para nosotros es clave que en cualquier momento se pueda quitar todo y luego no queden huellas, o que, por fin, se pueda restaurar fácilmente".
No obstante, dependiendo del tipo de suelo, otras soluciones pueden ser adecuadas. Por ejemplo, en el propio Mendukilo se ha colocado un adoquín en las zonas en las que el pavimento es arcilloso, sobre una gravilla y una capa de arena. De esta forma, las gotas de agua que caen por encima se introducen por las ranuras entre las piedras y filtran fácilmente la siguiente capa. De esta manera han conseguido acondicionar el recorrido sin alterar el recorrido natural del agua ni romper los elementos.
Asimismo, de las cinco habitaciones que tiene Mendukilo se han dejado dos fuera de la ruta, ya que el acceso a las mismas no es fácil, por lo que sería necesario romper o modificar diversas estructuras para instalar la infraestructura. No han querido hacerlo, por lo que dentro de la cueva turística, dos zonas han quedado protegidas.
Otro aspecto importante de las cuevas es el biológico. Los seres vivos de las cuevas se encuentran adaptados a un entorno singular y son también singulares, tan singulares como vulnerables. Además hay que tener en cuenta que muchas especies son endémicas, es decir, no viven en ningún otro lugar.
A sabiendas de todo ello, antes de proceder a su colocación en cualquier caverna, se debe prestar especial atención a todos los seres vivos, con el fin de determinar si existe algún elemento a proteger, ya sea por ser único o en peligro de extinción. Según Agirre, "en los muestreos realizados en Mendukilo no han aparecido seres vivos endémicos, los que se han encontrado también se encuentran en cuevas cercanas. Eso no quiere decir que, por supuesto, no se tengan en cuenta".
Desde la entrada de Mendukilo se han tomado en consideración los seres vivos de la cueva, como prueba de ello es el aspecto de la barrera que cierra la cueva. Las barreras de entrada a las cuevas suelen tener barras verticales, mientras que las de Mendukilo tienen barras horizontales. Hay una razón para ello: en la cueva habita un gran murciélago de herradura. Este murciélago es incapaz de volar torcido y, con las alas horizontales, no penetra entre las barras verticales.
Por otro lado, para la explotación turística de la cueva es imprescindible aclarar, pero hay que hacerlo con mucho cuidado, sobre todo para evitar la afección verde. Existen varios sistemas para conseguirlo. Por ejemplo, ahora han inventado una especie de resina para ponerla en la pared. La resina absorbe materia orgánica impidiendo el crecimiento de microorganismos.
Para la iluminación escénica se han instalado bombillas convencionales, que permanecen encendidas en poco tiempo. La luz ayuda al turista durante la visita. A medida que el visitante avanza, las luces traseras se apagan y las anteriores se encienden. De esta manera, cada luz no tarda más de cuatro minutos en estar encendida. Con ello no aparece la enfermedad verde. Para estar seguros, una vez al mes sacan una foto a los lugares más vulnerables y comparan los colores para afirmar que nada ha cambiado.
La iluminación, que también produce calor, también afecta al clima de la cueva. Y, precisamente, el clima también lo tienen muy en cuenta, ya que las condiciones de las cavernas son muy estables y cualquier cambio sería extremadamente peligroso.
En Mendukilo existen tres estaciones climáticas para conocer las condiciones intrínsecas y analizar cómo afectan las visitas. Además, tienen otra en el exterior para comparar los datos internos con los externos. Los sensores permiten medir la temperatura de la roca y el agua, la concentración de dióxido de carbono, la humedad relativa y la presión atmosférica en algunos puntos. Además, tienen previsto instalar un anemómetro para detectar las corrientes de aire y otro instrumento para medir la radiación.
Los datos recogidos por todos los sensores se recogen en el ordenador, lo que facilita la realización de comparaciones y revisiones. Por ejemplo, antes de abrirse al Turismo, se inició un estudio en el que se realizaron visitas piloto para calcular el número de visitantes que podía recibir la cueva sin alterar las condiciones. Sobre todo, el número de personas que pueden acceder a la misma depende del tiempo que necesitan para restaurar los valores que se han modificado.
Según Agirre, en Mendukilo se mantiene el principio de precaución, permitiendo el acceso a menos visitantes de los previstos. De hecho, todavía no ha concluido la investigación que iniciaron antes de su apertura, ya que es de dos años. Durante este tiempo esperan conocer las consecuencias de la explotación turística de la cueva y con ello se tomarán decisiones para seguir protegiendo al máximo el ecosistema de la cueva. Y es que, en palabras de Agirre, "tan importante es la gestión posterior como la de los atunes".
No es más que un ejemplo de las cuevas turísticas de Mendukilo, pero cada vez son más las que, como ella, intentan conciliar el ocio con el cuidado del medio ambiente. A pesar de tener un largo camino por delante, se están dando pasos.