Sin embargo, no es tan conocido que las leucemias pueden ser muy variadas, y si empezamos a clasificarlas, primero distinguiremos dos grandes grupos: los agudos o los que matan a corto plazo y los crónicos o los que evolucionan a más largo plazo. En esta ocasión, porque los avances más esperanzadores se han conseguido en las últimas décadas en esta enfermedad, me referiré a las leucemias agudas, y especialmente a un tipo que aparece en los niños: la leucemia aguda linfoblástica.
Recientemente han sido publicados por el St. Jude Children’s Research Hospital de Estados Unidos los resultados obtenidos en el tratamiento de esta enfermedad en los últimos 30 años y considero interesante ofrecer una supervisión. Desde 1962 hasta 1988 1.702 niños menores de 18 años que padecían leucemia aguda linfoblástica han sido tratados con 11 protocolos diferentes de tratamiento. No obstante, podemos agrupar los siguientes protocolos en 4 grupos:
Como se puede apreciar en la figura, la proporción de niños que sobreviven a los 5 años del diagnóstico sin enfermedad ha aumentado continuamente del grupo A al grupo D. Así, si en el grupo A sólo teníamos el 9% sin enfermedad, en el grupo B eran el 36%, en el grupo C el 53% y en el grupo D el 71%. Por otra parte, los médicos saben que en los estudios realizados al niño la supervivencia de quienes tienen ciertos síntomas suele ser más corta, pero también podemos decir que la supervivencia de estos niños ha aumentado mucho.
Dando un ejemplo de niño con buen pronóstico, supongamos que un niño es blanco de raza, de 1 a 10 años, con menos de 50.000 leucocitos o glóbulos blancos y del grupo D. La probabilidad de que este niño viva sin enfermedad a los 5 años es del 86%. Como ejemplo de mal pronóstico podemos poner al niño negro, de menos de un año o más de 10 años, con más de 50.000 leucocitos y del grupo D. La probabilidad de supervivencia sin enfermedad a los 5 años para este niño sería aproximadamente del 60%.
En los primeros grupos de diferentes tratamientos, los mayores problemas se debían a la recaída tras la desaparición de la enfermedad. Los lugares más comunes para la reaparición de la enfermedad eran la sangre, el sistema nervioso central y los testículos. En los últimos grupos comienzan a aparecer efectos secundarios de tratamientos más compactos y agresivos, sobre todo infecciones y otros cánceres.
Se han podido analizar los problemas que a largo plazo han aparecido en estos niños tras un seguimiento clínico medio de 18 años. Han tenido 29 casos denominados cánceres sólidos y 27 casos de leucemia aguda mieloide. También pueden presentar fallos en el crecimiento o desarrollo corporal (sobre todo porque pueden ser más bajos) y alteraciones y deficiencias en el desarrollo intelectual y psicológico.
Aunque en este trabajo sólo se hace referencia a los niños, la leucemia aguda linfoblástica puede afectar también a los adultos y los resultados del tratamiento en ellos son menos satisfactorios. Si bien inicialmente se consigue la erradicación de la enfermedad en un 70-80% de los casos, a los 5 años la proporción que sobrevive sin enfermedad es del 35%, la mitad de lo que se consigue en los niños. Además, si este adulto es mayor de 50 ó 60 años, los resultados son aún más bajos.
En algunos casos con riesgo de recaída también se puede realizar un trasplante de médula ósea, pero dejaremos este tema para otro.
Por lo tanto, está claro que muchos niños enfermos de leucemia aguda linfoblástica se han curado y continúan los esfuerzos para seguir mejorando los resultados. Que entre una ventana abierta a la esperanza y una luz cada vez más brillante.
Nota: En la mayoría de los países europeos, incluido el País Vasco, se obtienen resultados similares y no hay retrasos respecto a Estados Unidos.