El ejercicio físico regular es beneficioso para la salud. Esa es la opinión general que todos tenemos. Se trata de un punto que en los últimos años se ha puesto de manifiesto y en el que se han llevado a cabo todo tipo de campañas a favor del deporte, tratando de llegar a diferentes sectores de la sociedad. Esto no es lo que se cuestiona en este artículo porque está demostrado que el ejercicio físico y el deporte nos hacen más sanos (disminuyendo las enfermedades del corazón y la presión de la sangre, por ejemplo) y, como consecuencia, alargar la vida. ¿Pero qué les pasa a las enfermedades infecciosas? ¿El ejercicio físico aumenta su resistencia o, por el contrario, debilita el sistema inmunitario?
A la vista de los inmensos intereses y las cuantiosas fortunas que mueve en la actualidad la competición deportiva de alto nivel, podemos considerar normal que se quiera conocer al máximo sobre este tema. La mayoría de las gimnastas que han participado en los Juegos Olímpicos de Barcelona han entrenado más de 35 horas semanales durante el último año. En otros deportes, como nadadores, remeros, ciclistas y corredores, se han pasado más de cuatro horas diarias en peso, gimnasio, carretera, etc. Este tipo de trabajos tan duros y, por cierto, enormes inversiones monetarias, no será, claro está, dulce derribar un catarro de última hora. Los entrenadores y deportistas, por tanto, tienen mucho interés en que se clarifique la relación entre el ejercicio físico y el sistema inmunitario. Pero la ciencia todavía no les ha dado respuestas significativas.
Sin embargo, no cabe duda de que la persona que está realizando un ejercicio intenso tiene más posibilidades de tener un sistema inmunitario desequilibrado y las protecciones inmunitarias vuelven a su nivel cuando se calma el esfuerzo. Lo que hay que encontrar es la relación biológica entre ambos, es decir, lo que ocurre en el cuerpo.
Un dato curioso: los jugadores de tenis con poliovirus tienden a la parálisis en el brazo que usan raqueta o heno, pero los remeros tienen la parálisis en ambos brazos y los nadadores en todas las extremidades.
Los investigadores deberán analizar cómo responden las células y moléculas del sistema inmunitario al ejercicio físico para demostrar que el ejercicio intenso aumenta la tendencia a las infecciones. Y lo han hecho, porque hay varias investigaciones realizadas con diferentes deportistas. A la luz de estos datos, se considera probada la especial vulnerabilidad de los deportistas.
Pero las primeras dudas surgen de la interpretación de los datos de estas investigaciones. Es cierto que muchos deportistas pasan mucho tiempo entrenando en un lugar abierto y muchas veces bajo las duras condiciones meteorológicas. Esto puede explicar la alta frecuencia de infecciones respiratorias tan habituales en el caso de los ciclistas. Por otro lado, se ha considerado que las posibilidades de que los viajes se hagan más frecuentes y se infecten entre deportistas de un equipo que convive pueden ser más numerosas. ¿Cómo se puede decir que tienen debilitado el sistema inmunológico?
Para empezar, veremos cuáles son los diferentes componentes del sistema inmunológico y cuál es su función. Y analizaremos principalmente dos componentes, las células B y las células T (linfocitos).
En definitiva, las células B fabrican anticuerpos que intentan identificar y neutralizar proteínas extrañas o antígenos. Los antígenos son segmentos de proteínas que pueden encontrarse en la piel de virus, bacterias o parásitos.
Las células T, por su parte, tienen tres formas principales. Las células T citotóxicas, las células infectadas por el virus y las células cancerígenas son eliminadas; las células T auxiliares, las que producen proteínas mensajeras (citocinas) que dan instrucciones a las células B para crear anticuerpos, y las células T eliminadoras, que interrumpen la producción de anticuerpos en unas condiciones especiales.
La primera pregunta es ¿Les pasa algo a las cantidades relativas de estas células durante el ejercicio? Se ha demostrado que el ejercicio intenso y prolongado aumenta hasta tres o cinco veces la concentración total de glóbulos blancos. A primera vista, por tanto, no parece que afecte negativamente al sistema inmunológico. Pero para poder hacer una valoración real habría que conocer cómo influye en cada tipo de glóbulos blancos. Y en este punto sabemos pocas cosas claras. Además, los datos de investigaciones realizadas con distintos tipos de deportistas no han sido comparables hasta el momento.
Al margen del problema cuantitativo, la clave podría estar también en la disposición de las células inmunológicas a responder ante el antígeno externo. Habría que darle una nueva formulación a la pregunta en base a esto, lo que podríamos decir más o menos que ¿influye el ejercicio físico en la eficacia celular? En este campo también se han realizado numerosos estudios y las respuestas que se han dado no son del todo equiparables. Pero uno de ellos ha creado un interés y una sombra especial.
Realizado por investigadores de la Universidad Canadiense de Waterloo y realizado con diferentes tipos de ejercicios y duraciones, con personas en diferentes situaciones de forma. En todos los casos las células T retiradas inmediatamente después del ejercicio se reproducían con menos fuerza que las retiradas anteriormente. El caso más extremo fue el de los corredores de maratón: en estos deportistas la eficacia de las células T era un 30% menor después de la carrera. Y necesitaban además todo el día para recuperar la capacidad reproductiva que tenían sus células T.
Otro dato sorprendente es que a los astronautas les pasa algo parecido, pero en estos casos se ha argumentado que la razón era la contraria, es decir, que el músculo no haya utilizado ninguno.
Las cuestiones relativas a los anticuerpos también perduran. En general, se asume que tras el ejercicio el porcentaje de anticuerpos aumenta un 10%. Sin embargo, según algunos estudios, parece que en determinados anticuerpos se da lo contrario. Por ejemplo, en un estudio realizado a ciclistas de alto nivel, se ha comprobado que en reposo el nivel A Ig es normal, por lo que se reduce un 70% debido al ejercicio intenso (A Ig es el anticuerpo principal que aparece en sudor y saliva). En otro estudio realizado con corredores de alto nivel de gran distancia se ha comprobado que el nivel G Ig, el principal anticuerpo que aparece en la sangre, es bajo al final de la temporada.
Con lo dicho hasta el momento se constata que todavía no sabemos demasiado para realizar afirmaciones redondas y sonoras sobre el tema.
El término “duro” se ha utilizado repetidamente tras el término “ejercicio físico”. ¿Qué significa eso? ¿Que en el caso de otros ejercicios no hay ese efecto? Parece que es así, especialmente si los que realizan este ejercicio físico ligero son personas mayores. Según un estudio de la Universidad de Shanghai en China, el número de células activas T aumenta un 40% en las personas mayores de 60 años que realizan un tai chi en sangre (un ejercicio de mantenimiento que es la vieja costumbre china). Otro estudio realizado en la Universidad Canadiense de Newfoundland con personas de 65 y 100 años concluye que quienes realizan ejercicios ligeros necesitan un 40% menos de hospitalización por enfermedad respiratoria que quienes no lo hacen.
Como podemos observar, el mecanismo concreto de las relaciones entre el ejercicio y el sistema inmunitario sigue siendo desconocido. Varios científicos sugieren que puede parecerse a la relajación del sistema inmunitario que se produce tras graves situaciones de stress. Tras las intervenciones quirúrgicas, quemaduras y traumatismos se producen respuestas inmunológicas complejas y especiales, entre las que se incluyen una disminución del número y eficacia de las células B y T. En el caso de las quemaduras, se pone en marcha un mecanismo de aumento de la producción de células destructivas T para evitar el posible rechazo de células cutáneas dañadas por el calor.
El sistema inmunitario tiene agentes genéticos, ambientales, psicológicos, fisiológicos y metabólicos que pueden verse afectados por el ejercicio. De todas ellas, tres son las que más se han analizado.
El primero tiene que ver con las hormonas. Es conocido, por ejemplo, que la concentración de adrenalina aumenta a lo largo de la actividad deportiva, y se ha observado que una infusión de adrenalina y el deporte ejercen una influencia similar sobre ciertos elementos del sistema inmunitario.
El segundo dice “todo es cosa de la cabeza”. Sabemos que las personas que se encuentran en el stress psicológico, como los estudiantes, tienen más a menudo enfermedades víricas y otros síntomas relacionados con la eliminación de la inmunidad. El deporte también puede generar stress y no sólo en quien participa físicamente, sino también en entrenadores y responsables. De ahí la falta de resistencia de los deportistas a las infecciones.
Si la influencia de los factores psicológicos es cierta, hay que pensar que existe un sistema de comunicación entre el sistema nervioso central y el sistema inmunitario. ¿Cuál es ese sistema de comunicación? A pesar de los esfuerzos realizados, todavía no se ha conseguido conocer cómo se produce la comunicación molecular entre el cerebro y el sistema inmunitario.
Y hay un último argumento: que las células inmunitarias, con menos nutrientes, queden completamente debilitadas. Algunos estudios han demostrado que las células inmunológicas consumen aminoácido llamado glutamina y a una velocidad muy elevada, lo que les hace depender mucho de su presencia en la sangre.
Durante la carrera de maratón, la concentración de este importante “combustible” de células inmunitarias baja al 25% en la sangre de los corredores. También en deportistas con síndrome de sobreentrenamiento se ha detectado una baja concentración de glutamina en sangre. Por otro lado, se ha comprobado que la administración de glutamina durante un mes a pacientes con sistema inmunitario eliminado aumenta la concentración de este aminoácido en sangre y mejora considerablemente la resistencia a enfermedades infecciosas.
A la vista de todas estas teorías e investigaciones, tenemos motivos para pensar que las alteraciones del sistema inmunitario derivadas del ejercicio físico y del entrenamiento excesivo no son el único origen de las mismas.
Sin embargo, sería necesario conocer con precisión la naturaleza de cada uno de los medios de acción, a la hora de buscar tratamientos adecuados. ¿Y por qué gracias al ejercicio intenso hemos desarrollado el mecanismo de debilitamiento del sistema inmunitario? Creemos que sabemos cuál es la causa de la disminución de la inmunidad que se produce en las quemaduras e intervenciones: no rechazar las células afectadas. Sería por tanto un mecanismo de protección. ¿Es lo mismo lo que ocurre en el caso de los deportistas? Las biopsias han demostrado que los músculos del maratón necesitan semanas para recuperarse.
En el estudio de las relaciones entre el deporte y la inmunidad, algunos han visto una nueva vía para utilizar el deporte como “medicamento”. En base a lo anterior, ¿por qué no pensar que el ejercicio ligero puede ser considerado como una terapia para estimular el sistema de inmunidad de las personas mayores o de los enfermos de SIDA? O buscando el efecto inverso, ¿es posible que los ejercicios muy fatigosos se dirijan a enfermedades de autoinmunidad como la artritis reumática?. Será seguro que se vaya demasiado lejos, pero también un camino realmente estimulante, mirando las posibilidades que sugiere.
Conversando con Rikardo Jimenez
Con el objetivo de conocer algo más sobre los problemas de salud de los deportistas, hemos acudido al Centro de Medicina Deportiva ubicado en la Clínica San Juan de Dios de Donostia donde hemos entrevistado al Dr. Rikardo Jiménez. Tiene una amplia experiencia en el campo de la medicina deportiva y es médico de los equipos Elgorriaga-Bidasoa y Eibar, entre otros.
Elhuyar: ¿Cuáles son los problemas de salud de los deportistas de élite?
Ricardo Jiménez: En general, los problemas de salud de los deportistas de élite son similares a los de las personas normales. Sin embargo, algunas de ellas, al tener que trabajar fuera, pueden tener más problemas en el aparato respiratorio que las personas normales. Por ello, los problemas del aparato respiratorio son muy frecuentes en las vías respiratorias superior o inferior; amigdalitis, bronquitis, laringitis, etc. Sin embargo, es muy significativo que estos problemas de salud aparezcan cuando el deportista ha alcanzado su mejor momento. Esto nos hace pensar que cuando el deportista ha alcanzado la cima de la forma, sus mecanismos de defensa se debilitan.
También aparecen otros problemas (aparentemente no relacionados con el sistema inmunitario) como son los dentales. Dolores en la muela, caries, etc. se agravan. Antes no se les daba importancia a estos problemas, pero hace unos años se dieron cuenta de las relaciones entre los problemas dentales y los problemas musculares y de ligazón, y después se tratan cuidadosamente los dientes y los dientes. Se ha detectado un nivel muy elevado de problemas dentales.Sin embargo, me gustaría destacar que a veces la comparabilidad de los problemas de salud entre el ciudadano medio y el deportista de élite no es fácil, ya que el deportista tiene un control y un seguimiento que no tiene el ciudadano medio. Por eso, las estadísticas podrían estar mal.
También hay problemas relacionados con la jatrogenia. Los deportistas, por ejemplo, toman muchos anti-flamatorios para tratar las lesiones y, en consecuencia, tienen problemas en el aparato digestivo: gastritis, así como úlceras.
PaP: ¿Qué diferencia hay entre deportista normal o popular y deportista élite?
R. J. La diferencia es que en el deporte popular el deporte está subordinado a la salud y en el de élite al revés. A menudo, el deportista de élite trabaja tanto en el entrenamiento como en la competición, sabiendo que lo que se está haciendo en ese momento perjudica su salud.
Elh. : ¿Ejemplos?
R. J. El deportista de élite sigue trabajando con normalidad, a pesar de las pequeñas lesiones que a largo plazo van a tener consecuencias negativas. Pero él sabe que si tomara un pequeño respiro no se producirían esas consecuencias. Sin embargo, los requerimientos de la competición de alto nivel no le permiten hacerlo, pérdida de forma, etc. medio Un buen ejemplo de ello es que muchos deportistas tienen artrosis de codo o rodilla al final de su actividad. Si se analizan los tobillos del futbolista que ha terminado su actividad profesional, encontraremos una hermosa colección de patologías.
Elh. : Hablamos constantemente de deportista élite. ¿Qué es el deportista de élite?
R. J. Bueno, sin duda el deporte como modus vivendi. Esto en un momento dado tiene resultados concretos, porque de lo contrario perdería su vida. Sin embargo, entre los que no pueden ser considerados deportistas de élite (porque sus resultados no son superiores o porque no viven de ahí), hay algunos casos en los que el comportamiento de los deportistas de élite es el mismo. Esto ocurre a veces en deportistas veteranos y de la tercera edad. Hay deportistas veteranos que tienen el nivel de entrenamiento de los deportistas de élite, como consecuencia de una inadecuada interpretación del deporte.
Más de cuarenta años el cuerpo humano se debilita. A partir de esa edad, el deporte debe ser visto como un factor de salud y no como zona de competición, ya que de lo contrario se convertirá en un factor de pérdida de salud.
Elh. : ¿Qué relación hay entre el deporte de élite y los problemas del sistema de inmunización?
R. J. Hay muchas discusiones sobre este tema. No existe una opinión unificada al respecto. Por ejemplo, ayer revisé una serie de estudios que los estadounidenses han realizado recientemente y en los que se concluye que no está claro.
Entre los deportistas se da un proceso de varias fases. En primer lugar, se produce un proceso de adaptación que mejora su estado de salud general a través del deporte, incluido el sistema inmunitario. Eso sería deporte sanitario. Cuando el resultado es el objetivo, los plazos de recuperación se acortan mucho, cada vez más la necesidad de entrenar más horas... Así, a partir de un momento se produce un gasto tanto en el sistema inmunológico como en el endocrinológico. Se ha gastado la capacidad del organismo para responder a las exigencias del entrenamiento. De este modo el organismo comienza a autoconsumirse. Aunque tome vitaminas y otros, el organismo no recupera la energía. Con un balance global de un año, quizás sí, pero en un momento dado el entrenamiento se inicia sin recuperar completamente lo perdido en la ronda anterior.
En esta situación el catabolismo proteico supera al anabolismo, es decir, supera el deterioro.
Algunos oligoelementos, como el zinc, que no se han estudiado muy bien, no se obtienen lo suficiente en una dieta normal y, aunque normalmente el deportista ingiere las vitaminas que necesita y a menudo no absorbe ni asimila adecuadamente.
En otras ocasiones hay problemas de equilibrio en las vitaminas, proteínas, etc. El deportista a menudo prefiere las fórmulas mágicas que le da su entrenador o médico, que pueden ser dietéticamente desequilibradas, a las formulaciones dietéticas concretas y conocidas. Al deportista le resulta difícil anotar lo que come, medir cuánto pesa y tomar este tipo de trabajos (para programar luego una dieta equilibrada) y prefiere fórmulas mágicas.
En resumen, cuando el deportista de élite está a punto, tiene más posibilidades de padecer enfermedades infecciosas, lo que indica una mayor vulnerabilidad del sistema inmune. Además, la situación de la enfermedad es peor, la respuesta puede ser más lenta y tener una mayor necesidad farmacológica. Por el contrario, el deportista que somete el deporte a la salud tiene un sistema de inmunización más o menos desarrollado.
Elh. : ¿Cuáles son las enfermedades más comunes de los deportistas de élite?
R. J. Como he dicho antes, los más habituales son los del aparato respiratorio (sobre todo los de la alta respiración), en los que puede influir nuestro clima. Sin embargo, en mi experiencia he encontrado enfermedades poco comunes y eso me demuestra, al menos en parte, que el sistema inmunológico se debilita. Yo he conocido algunos casos de cistitis. La cistitis no es muy común entre nosotros y mucho menos entre los jóvenes y los hombres. Yo he visto este tipo de casos en las puertas de las competiciones más importantes, por ejemplo en las pruebas para conseguir la marca mínima para ir a las olimpiadas.