CALERAS, Hornos de obtención de cal

El uso de cal viva que mejoraba la calidad de las tierras de cultivo estuvo muy extendido en nuestro territorio hasta mediados de este siglo. Las caleras eran hornos especiales utilizados para la fabricación de cal viva mediante el calcinado de la cal.

Facultades de la cal viva para el tratamiento y corrección de tierras agrícolas XVIII. Se conocieron a principios del siglo XX. Apilando la caliza.
J.M. Lekuona

Facultades de la cal viva para el tratamiento y corrección de tierras agrícolas XVIII. Se conocieron a principios del siglo XX. En el libro Etnografía Histórica de Navarra, Julio Caro Baroja recogió el testimonio del párroco de Juan de Armasa Beintza-Labaien, según el cual el descubrimiento de la cal se dio en Lekunberri. Así, en 1705-1709, en el hambre de la montaña navarra, la cal quemada y pulverizada calentaba la tierra que en realidad era fría.

A partir de esos años y en gran medida con la difusión del maíz, los caleros o cisnes se extendieron por toda Euskal Herria. Se utilizaron durante dos siglos y medio, hasta que a lo largo de este siglo fueron disminuyendo y desaparecieron por completo hacia 1950.

Desgraciadamente, hoy en día la mayoría de las caleras están deterioradas y son pocas las personas que pueden dar explicaciones precisas sobre su funcionamiento.

Caleras de diversos tipos

El fuego que se hacía para cocer la caliza era de madera de roble o haya.
J.M. Lekuona

Según explicó el calero de Leitza, José Sagastibeltza, que ha encendido tres caleras en los últimos años, entre nosotros había dos tipos de caleras. Los conocidos como de basura eran los hornos de piedra más antiguos que soportaban el fuego. En ellas se acumulaba la caliza en una bóveda de piedra caliza y debajo se quema la madera de roble y haya durante las noches y días. En la parte inferior del horno se encontraba la boca de encendido y un segundo orificio regulaba la entrada de aire. Cuando la cocción terminaba en unos seis días, el fuego se apagaba y tras dejar enfriar un par de días salía cal viva.

Uno de los primeros trabajos que se debe realizar para conseguir la cal viva es el de recoger la caliza y llevarla a la calera.
J.M. Lekuona

El otro carobimot llamado Arragoa tenía un proceso continuo. La piedra y el combustible se cargaban por capas y la cal se extraía por debajo mediante una malla metálica.

Proceso de crisol

El cilindro interior de los crisol tenía una altura aproximada de 5 metros y un diámetro de 1,2 metros. Para facilitar los trabajos se construían en pendientes que facilitaban el acceso a las bocas superiores e inferiores.

El horno se encendía y comenzaba a calentarse con escobas completamente secadas durante tres horas. Luego se añadían las astillas de roble durante otras 2-3 horas y a continuación se podía empezar a utilizar maderas más gruesas.

El calcero, observando el humo, podía conocer los pasos de la cocción. El color blanco del humo indicaba que la temperatura era más baja de lo suficiente y que los azules estaban calentando bien.
J.M. Lekuona

El calcero, observando el humo, podía saber en qué pasos estaba la cocción. El color blanco del humo indicaba que la temperatura era más baja de lo suficiente y que los azules estaban calentando bien. Los orificios situados en la pared inferior del horno regulaban la entrada de aire.

Una vez bien calentado el horno, se añadía una capa calcárea del tamaño de la manzana y se añadían alternando capas de madera y caliza.

A las 10 horas de encenderse, los primeros trozos de cal caían de la red, pero al quemarse de forma irregular se volvía a meter al horno. Cada dos horas se llenaba el horno con una capa de madera alterna de piedra y roble, haya y castaño.

La calera permanecía encendida entre 7 y 15 días, dependiendo de los caseríos que iba a abastecer. Durante esos días el responsable de la calera y sus acompañantes trabajaban duro.
J. M. Lekuona

La cantidad de roca a emplear dependía de la cantidad de cal que se pretendía obtener, ya que el proceso era continuo, ya que a medida que se extraía la cal el horno se llenaba de combustible. A las 24-50 horas después del encendido, la temperatura del horno se estabilizaba en torno a los 1000 C y posteriormente el proceso se realizaba a continuación. La cal bien cocida se enfría rápidamente y se guardaba en un cobertizo hasta llevarla a expandirse en los campos. Una parte se reservaba para la fabricación de lechería y se utilizaba principalmente para blanquear los muros de los caseríos.

La calera permanecía encendida entre 7 y 15 días, dependiendo de los caseríos que iba a abastecer. Durante esos días el responsable de la calera y sus acompañantes llevaban a cabo con entusiasmo a Ian y, una vez terminados los trabajos, después de una serie de penurias y sudores, una buena cena terminaba con esta joya.

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