Llanto del recién nacido

Agirre, Jabier

Medikua eta OEEko kidea

El llanto es el único medio que tiene el recién nacido para comunicarse con su madre, la persona que cuida al niño. El recién nacido sano llora diariamente durante las primeras semanas de su vida alrededor de una hora. Para la sexta semana las horas de llanto son dos a diario, aunque algunos niños pueden llegar a cuatro horas, por lo que no dejan de ser normales.

Pero el niño encuentra inmediatamente otros sistemas de comunicación con las personas que le rodean: sonrisas ocasionales, primeras “sesiones” con su voz. Y como ha buscado alternativas de comunicación, hará menos gritos y llantos hasta que se olvide de llorar casi en la duodécima semana (con 3 meses).

Los padres no deberían preocuparse demasiado al oír que su hijo está llorando, ya que el llanto no es más que un lenguaje o lenguaje que hay que interpretar correctamente.

Numerosos estudios han demostrado que el niño pequeño (y en adelante hablaré del recién nacido, el lactante en la lactancia) no llora injustificadamente. El lenguaje del llanto, al igual que el resto de las lenguas, está compuesto por diversas “palabras”. Y el sonido, el ritmo, la intensidad o el tono del llanto son diferentes para cada “palabra”. Estas son las características que nos ayudarán a comprender y conocer el mensaje.

El siguiente paso consiste en comprender el significado particular de cada llanto. ¿Y cómo se puede conseguir? Por supuesto, después de muchas sesiones, porque un niño llora de manera diferente para enviar mensajes diferentes (y cuando responda correctamente a su mensaje dejará de llorar).

La madre, por lo tanto, tendrá que oír a su bebé cuando llore, observando el tipo de lloro que tiene y tratando de recordar cuándo lo hizo.

Tres mensajes diferentes

Si llega a esta situación, la madre le ofrecerá la atención y atención que le pide a su hijo. Si el niño se relaja, significa que su madre ha aprendido el lenguaje del niño. Pero dentro de la particular “química” que surge entre la madre y el niño, hay que distinguir tres tipos de “palabras” en el lenguaje del niño que aún no ha completado el mes.

  • a) El primer tipo de llanto indica a la madre que el niño está HAMBRE. En este caso la única respuesta será dar de comer (pecho o biberón). Tener un poco de paciencia. Sin embargo, no hay ninguna norma en este punto, cada niño tiene su propio ritmo y no es posible programar el reloj con antelación.
  • b) Nos indica que con otro tipo de llantos el niño se molesta por algo. En este caso, las posibles razones deberán ser observadas y descartadas una a una: el niño puede estar irritado por tener el culo mojado, por su frío y/o calor, por su postura incómoda, por su voz, o por la luz demasiado fuerte. Habrá que intentar eliminar esta causa.
  • c) Puede ocurrir que el niño llore también por algún daño físico. Aunque no es frecuente, hay que tener en cuenta esta hipótesis si el lactante llora 3 días a la semana dos o tres horas al día. Generalmente se conoce como "cólicos del lactante" y es un dolor abdominal especial que el recién nacido tiene hasta los tres meses. Junto con el dolor aparecen otros signos: el niño se pela, la cara se taza de sudor y se inclina sus patitas hacia el vientre. La percepción del cuadro, por tanto, no es tan difícil para quien lo conoce. Desgraciadamente, la madre puede hacer poco para hacerle pasar esos cólicos. El chupete o la cuna puede valer un poco, pero probablemente el niño vuelva a llorar. El agua de manzanilla, sin embargo, relaja la musculatura intestinal y alivia las molestias al niño.

Nuevos matices

A medida que avanzan las semanas, el lenguaje del llanto se va enriqueciendo. Poco a poco el niño siente nuevas sensaciones y encuentra “nuevas palabras” para comunicar sus necesidades a su madre o a las personas que le rodean.

A partir del cuarto mes el niño puede llorar de doce formas diferentes. Y todas estas llantas son identificables por los padres si se atiende al niño con la debida diligencia. De este modo, el padre o la madre podrán conocer inmediatamente si el niño está hambriento, cansado o incómodo en una postura o si está molestado por el sonido (o el ruido) que proviene de la televisión encendida en la habitación contigua. Si está aburrido, o porque lo han dejado solo o porque la oscuridad les asusta, aprenderán con facilidad lo que significan los gritos y llantos del niño.

Cada niño tiene su propio lenguaje. Y sus llantos son diferentes, diferentes de los de otros niños. En este punto, y dado que cada niño/a tiene sus propias características, los padres y madres deberán conseguir que aprenda e identifique el lenguaje de su hijo/a a partir de la experiencia.

En una reciente investigación llevada a cabo en Estados Unidos, un grupo de psicólogos ha analizado el llanto de recién nacidos y lactantes, y se ha podido comprobar que hay una serie de características básicas comunes a la hora de llorar. La investigación ha puesto de manifiesto que el llanto por cansancio tiene un esquema determinado y lo mismo ocurre con el llanto por dolor físico.

El llanto por cansancio, por ejemplo, es fácilmente perceptible: al principio es débil, pero la intensidad aumenta, vuelve a descender y vuelve a empezar después de respirar los recién nacidos, en forma de crescendo, que se calma lentamente.

El llanto por el dolor es mucho más complicado. Tras una larga espera, el niño mantiene la respiración, respirando y realizando un breve descanso. A continuación se queja de nuevo, empezando por el mismo instinto. Si el dolor no desaparece, llorará y no se silenciará hasta que se agote.

Si hemos comprobado que el niño no tiene hambre, que está seco, que no tiene ninguna molestia y que no detecta síntomas de enfermedades, y aun así sigue llorando, necesitamos un método eficaz para solucionar esta situación. Se recomienda adoptar una estrategia y usarla durante mucho tiempo para que el niño “aprenda” (en lugar de cambiar constantemente de táctica). Algunos terapeutas utilizan movimientos rítmicos o repetidos para que el recién nacido se relaje.

  • Apoyamos contra nuestro hombro. Muchas veces será suficiente para tranquilizar al niño. A continuación, mientras está en el hombro del padre, se le hablará con suavidad.
  • Accionar la cuna. Método antiguo, pero a tener en cuenta. Si no hay cuna se puede hacer de un lado a otro. El movimiento del automóvil también le ayudará a dormir.
  • Dar el chupete. En algunos casos, el chupete o una sesión de lactancia más prolongada en el pecho tranquilizan al niño. Si lo desea puede chuparse algún dedo.
  • Envolver en un trapo suave. Es un antiguo sistema de inmovilización de brazos o piernas. Si se balancea suavemente mejor.
  • Coloca al niño en una postura relajada y cómoda. Para reducir la tensión intestinal tumbaremos al niño boca abajo apoyado sobre un brazo, longitudinalmente, con su mejilla en el orificio de la axila.
  • Hacer oír los sonidos. Para los niños pequeños puede ser muy relajante escuchar sonidos similares a los que escucharon cuando estaban dentro del útero de su madre. El sonido o sonido más adecuado puede ser, por ejemplo, el del aspirador en funcionamiento en otra habitación o el del lavavajillas de la casa.
  • Poner al niño en la mochila. Al ponernos pegados a nuestro pecho o espalda, el niño percibe el calor de nuestro cuerpo y el ritmo de nuestros pasos. A algunos niños les gusta mucho. A otros no, y en estos casos es mejor no actuar ni actuar.
  • Pasear. Salgamos a pasear o simplemente al balcón. Esta última “táctica” se puede probar también por la noche.
  • Tumbarnos sobre nosotros. Para ello nos tumbaremos boca arriba sobre la cama o en el suelo, por ejemplo, sobre una alfombra. Y el niño, con más o menos ropa en función de la temperatura, lo colocaremos boca abajo sobre nuestro vientre y pecho. El calor corporal y el ritmo respiratorio pueden ser suficientes para relajar al niño.
  • Realizar ejercicios respiratorios con el niño. Respira profundamente con el niño en brazos. Relaja los brazos y el cuerpo hasta sentirse cómodo. Tenemos que hacer estos movimientos suaves, porque el niño sabe bien en qué momento conseguimos la máxima tranquilidad.

Causas del llanto y algunos remedios sencillos
Motivo ¿Cómo aparece?
¿Qué hay que hacer?

Hambre

Crisis de llanto, rítmicas, cortas, cada vez más duras, que acaban en un gran llanto de dolor.

Procura que el niño no llegue demasiado nervioso tras las comidas. Que él marque de alguna manera los horarios de comida. En caso de amamantamiento, evitar horarios excesivamente rígidos y aumentar la frecuencia durante más tiempo.

Dolor físico, (cólicos, dolor de oídos, ...)

La primera es la afición fuerte, la larga y después una pausa larga, como si el niño aguante la respiración. A continuación otra preocupación preocupante. El niño tiene la boca muy abierta, la lengüeta inclinada y estira las manos y los pies hacia arriba.

Observa el cuerpo del niño. A ver si el niño tiene algún juguete, la ropa demasiado apretada o un tejido demasiado rudo. Si el dolor parece duro y persiste el llanto, acudir al médico.

Soledad, aburrimiento (niños de 3 o más meses)

Los sonidos iniciales de "canto" se convierten en protestas o en invenciones. Llantos, no parece muy veraces y con ellos se oyen ruidos de garganta y molestias.

Coge al niño en brazos, dale un pequeño paseo o te ofrece algún juguete. Siéntate al niño para que se mire a su alrededor y se entretenga.

Frío o calor

Cuando el niño se queda frío o vibrado. La piel, los labios, las manos y los pies, sobre todo, se azulean.
Si el niño tiene calor, estará nervioso, irritado y enfermo. Puede estar enrojecido, con la cara o el pelo teñido de sudor. También puede estar agobiado.

Protege al niño del frío y también del contacto con cosas frías. Cubramos con un edredón ligero sin demasiado peso. En el segundo caso se deberá controlar la temperatura y evitar que el niño tenga demasiada ropa.

Sed (cuando hace mucho calor o el niño lleva demasiada ropa)

El llanto nos indica que hay hambre, pero la comida no sacia. El problema puede derivarse de la deshidratación si la temperatura es elevada debido a la época del año o si la habitación está demasiado caliente.

Demos agua. Utilizar humectador de agua fría en la habitación del niño. Que la temperatura ambiente no sea demasiado alta.

Hiperestimulación de la fatiga.

Además de la irritabilidad, periódicamente los aienes. El niño puede llevar las manos a los oídos, tiene una mirada difuminada, los párpados enrojecidos o aumentados, tiende a alejar a las personas mayores de su lado y a llorar para calmar la tensión de vez en cuando.

Por la tarde no agitar demasiado al niño ofreciendo estímulos excesivos o con una actividad física excesiva. Que los juegos también sean más tranquilos. Durante la tarde un paseo relajará mucho al niño.

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