La Luna: tan cerca, tan lejos

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

A principios de año, más de uno anunció que iba a ser el “año de la Luna”. De hecho, a corto plazo estaban planificados varios proyectos que perseguían la Luna y se abrió un rumor: El 2018 podría ser el año en el que el hombre volvía a la Luna. Sin embargo, algunos de los proyectos han sido suspendidos y otros no tienen fecha segura. Pero hay que avanzar.
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Lanzamiento de la misión GRAIL para medir la gravedad de la Luna. ED. : NASA/Kim Shiflett.

El primer aplastamiento lo tomaron quienes habían puesto esperanza en los planes privados. De hecho, antes de finalizar el primer mes del año llegó la decisión prevista por los más prudentes: Google suspendió el concurso Google Lunar X Prize.

El concurso fue creado por Google en septiembre de 2007 con el objetivo de promover la exploración del espacio. Para ello, ofreció 20 millones de dólares al primero capaz de enviar un vehículo a la Luna, moverse por la superficie y enviar imágenes desde ella. Y destinó otros 10 millones al segundo. Sin embargo, tras más de diez años de espera (meta inicial en 2012), decidió suspender el concurso, justo cuando más de un grupo anunció que iban por buen camino.

El astrofísico del Instituto de Astrofísica de Canarias, Daniel Marin Arcones, afirmó desde el principio que el premio no era suficiente para cubrir la inversión necesaria para un proyecto de este tipo. “Desgraciadamente, el tiempo me ha dado la razón”, ha afirmado. Mientras tanto, la agencia espacial china se adelantó a los equipos rivales y envió a la Luna la sonda Chang’e 3 y el vehículo Yutu.

Y China sigue siendo uno de los objetivos de la Luna. Eso es lo que piensa también Marín: “Este año, lo más importante será la misión Chang’e 4 de China. Es la primera vez que un barco se posa en el lado oculto de la Luna”.

Ha explicado que antes tenían previsto lanzar el Chang’e 5. “El objetivo de esta misión era tomar muestras y traerlas a la Tierra en la Luna, pero han tenido problemas con el cohete que iba a lanzar el barco, la Marcha Larga 5, por lo que han tenido que adelantar al Chang’e 4. Es curioso porque el Chang’e estaba previsto para antes del 4, pero ahora los números se quedan en el orden adecuado”.

Por su parte, el Chang’e 4 necesita un cohete simple y el propio barco es igual al Chang’e 3. Esta última se encuentra en la superficie de la Luna y actualmente sigue funcionando. “La verdad es que los planes de la agencia espacial china van lentos, pero tienen un programa muy sólido. Además, tiene un interés científico notable con respecto a otras agencias espaciales”, afirma Marín.

Daniel Marin Arcones. Astrofísico Instituto Canario de Astrofísica.

Esta es la pregunta de Naiara Barrado, astrónoma del Grupo de Ciencias Planetarias Izagirre: “¿Por qué se ha puesto de nuevo la Luna? De hecho, ¿es ahora más interesante que el año pasado? No, esta racha viene de política, no de ciencia”.

¿Por qué a la Luna?

Barrado lo tiene claro: “La pasión por la exploración es una de las señas de identidad de nuestra especie, siempre buscará conocer nuevos lugares”. Pero el hecho de que ese lugar sea la Luna es consecuencia de unas declaraciones de Donald Trump. Eso es lo que piensa Barrado: “Obama tenía como objetivo Marte y ahora, Trump, alguien sabe por qué o por qué se va a la Luna. Eso sí, sin poner medios para ello”.

Marin coincide: “Estamos a la espera de la decisión de la administración de Donald Trump. En definitiva, NASA es la agencia espacial más grande y todavía no está claro qué va a hacer. Todo estará condicionado por el Deep Space Gateway, es decir, si se pone en marcha o no, la NASA tomará un camino u otro”.

Deep Space Gateway será una base alrededor de la Luna. El proyecto reúne a los mismos miembros que la Estación Espacial Internacional (ISS), es decir, las agencias espaciales de EEUU, Europa, Rusia, Japón y Canadá, y en principio está previsto para el año 2020. Se basa en una estación intermedia cerca de la Luna.

Marin ha recordado que, en teoría, la ISS finalizará en 2024, “aunque casi seguro que se prolongará hasta 2028”. En cualquier caso, la NASA necesitará un suplente. “Además, necesita justificación para seguir desarrollando el cohete SLS y el barco Orion”. El año pasado Deep Space Gateway dio un gran paso adelante, ya que el Gobierno de Obama se había estancado completamente y Trump ha abierto la oportunidad a la NASA de impulsarlo. Por lo tanto, este año es posible que sepamos lo que finalmente ocurre con Gateway”.

Naiara Barrado Izagirre. Astrónomo Grupo de Ciencias Planetarias.

Mientras tanto, este mismo año, la India enviará un orbitador, un vehículo y un módulo. La misión, denominada Chandrayaan-2, tiene un objetivo científico. Así, el vehículo llevará dos espectrómetros para analizar la composición de los elementos de la Luna. El módulo consta de un sismógrafo, un termómetro y una herramienta de medición de plasma (capa de iones cargados). Finalmente, el orbitador lleva cinco instrumentos, uno de ellos analizará el agua que hay.

Ciencia, razón o excusa

Sin embargo, según Naiara Barrado, desde el punto de vista de las ciencias planetarias, no es fácil razonar por qué la Luna debe tener prioridad. “Antiguamente se decía que sería interesante tener un telescopio en la Luna. Al colocarse en el lado oculto de la Luna, no tendría interferencias con la Tierra. Pero eso también se conseguirá con el telescopio James Webb”.

Para el año 2019 está prevista la puesta en marcha del observatorio espacial James Webb. Sustituye a Hubble y Spitzer y se encuentra lejos de la Tierra, en el punto L2 del sistema Tierra-Sol. Dispondrá de un espejo de 6,5 metros de diámetro que le permitirá obtener la resolución que los telescopios no han tenido hasta ahora en luz visible e infrarrojo medio. Gracias a ello, los astrónomos podrán obtener preciados datos para investigar la creación y evolución de galaxias, así como el nacimiento de estrellas y planetas.

“En todo caso, el envío del hombre a la Luna podría servir para probar las tecnologías previstas para Marte y formar a los astronautas”, cree Barrado. Pero no es ese el objetivo de la NASA, que quiere hacer Gateway antes. A Marino le parece que detrás de esta decisión hay poder del cohete SLS: “El cohete SLS no tiene suficiente fuerza como para llevar la carga de instalar una estación en la superficie de la Luna. Debería llevarlo en varios turnos, pero no hay dinero para ello. Es más fácil instalar una estación cerca de la Luna”.

Pero Marin también advierte de que para ello se necesitan motivos: “Deben adivinar qué pueden hacer desde Gateway con misiones sin tripulación. Hay muchas propuestas, como el envío de muestras por la cara oculta, pero también China quiere hacerlo de forma automática. Ese es el objetivo del Chang’e 6: ir a la cara oculta y traer muestras de allí, pero eso sería dentro de unos años. Es posible que utilicen Gateway como estación intermedia para controlar las muestras y analizarlas en base. Pero no tiene demasiado sentido, sobre todo si el programa chino se adelanta al proyecto Gateway”.

Lanzamiento del satélite Fengyn 4-01 con un cohete Larga Marcha. ED. : Chinhua.

En cualquier caso, las razones científicas deberían ser clave. “Por ejemplo, investigar los depósitos de hielo del Polo Sur. Sabemos que hay hielo, que hay, pero no parece que haya lo que antes pensaban, será fundamental aclararlo. En función de ello será posible, por ejemplo, colocar una base permanente en la Luna”.

Una base en la Luna

Un sueño ancestral es poner una base permanente en la Luna. Esto es lo que dijo el XIX. En el siglo XIX el físico ruso Konstantin Tsiolkovski: “La tierra es la cuna de la humanidad, pero no podemos vivir en una cuna para siempre”. Se refería a la colonización de la Luna.

El sueño no se ha apagado y la ESA tiene un proyecto “bastante sólido”, según Marin: “Con el nombre de Moon Village, los que ahora están al mando de la ESA quieren salir adelante a toda costa, pero no tienen dinero, recursos ni nada. Sin embargo, puede servir para atraer a NASA”.

Eso sí, no se llevaría a cabo a corto plazo. “Rápido, con mucho dinero y mucha suerte, sería para 2030, y ahí tendrá gran influencia el hielo que hay en el Polo Sur. De hecho, del hielo se pueden extraer oxígeno e hidrógeno, con los que también tendrían combustible. Pero hay que saber cuánto hay, y cuál es su pureza, porque parece mezclado con el regolito y puede ser difícil de extraer”.

En este sentido, son muchos los estudios que se están realizando para ver cómo se pueden extraer y aprovechar las materias primas de la Luna. Por ejemplo, desde hace tiempo se está investigando cómo extraer oxígeno del regolito, pero para ello sería necesaria energía y no sería fácil.

Representación de la base Deep Space Gateway. ED. : NASA/Lockhedd.

Sin embargo, Barrado no cree que sean obstáculos insalvables. “Eso es cuestión de tiempo. Si hay dinero, se puede hacer”. Por ejemplo, recuerda que existen investigaciones para la explotación del helio-3 de la Luna: “El helio-3 es muy interesante para obtener energía a través de la fusión nuclear. Aunque es muy escasa en la Tierra, es más abundante en la Luna y está investigando cómo explotarla como fuente de energía”.

En cualquier caso, Marte es un destino más atractivo que la Luna, tanto para la NASA como para el resto de agencias. Barrado y Marín también coinciden en ello.

Según Marín, “es lógico que el dinero se destine a las misiones de Marte más que a las de la Luna. Es cierto que la Luna se vende como una estación intermedia, tal y como ha planteado la NASA: primero Gateway, luego alguna misión sobre la superficie de la Luna, a partir de mediados de los años 30, o hacia el 2040 Marte”.

Pero este plan tiene algunos problemas. Para empezar, y en eso también están de acuerdo Barrado y Marín, no hay que pasar por la Luna para ir a Marte. Pero la Luna siempre despierta fascinación, y eso lo saben bien los promotores de proyectos privados. Prueba de ello es la declaración realizada el año pasado por Space X, que anunció que este año ambos turistas se acercarían a la Luna. Para ello, especificó que utilizaría el cohete Falcon Heavy y el barco Dragon.

A pesar de la expectación del lanzamiento de Falcon Heavy, Marin cree que el cohete y el barco son seguros: “Lo pueden hacer, pero no creo que vaya a ser este año, faltan criterios de seguridad y permisos”. Eso sí, no niega que le daría mucho prestigio. “La gente en general no sabe la diferencia entre colocar a una persona en la superficie de la Luna y darle una vuelta alrededor de ella”, explica Marín. Esta puede ser, por tanto, la última razón que empujará las misiones a la Luna: la fama. Casi como hace 50 años.

Moon Village, residencia de la Luna
“Hace medio siglo que los rusos llegaron por primera vez y los estadounidenses dieron sus primeros pasos”. Con estas palabras definió a Ilargia Jan Wörrner, el nuevo director de la ESA, en su nota de intención de colocar allí una base sostenible. También le dio nombre, Moon Village.
Hace dos años hizo estas declaraciones. Al parecer, estaría abierto a todo el mundo y, aunque reconoció que iba a pedir mucho esfuerzo, le pareció que era hora. “En su día, la misión Apolo demostró que si hay compromiso es posible dar un paso gigante. Lo hicimos en la década de los sesenta, en un plazo de diez años. Ahora, con una tecnología mucho más desarrollada, estamos totalmente dispuestos a volver a conseguirla”, afirmó en la misma nota Andreas Mongensen, astronauta de la ESA.
Junto a la Unión Europea, EEUU, Rusia, China, India, Japón y, en menor medida, otros países. De alguna manera sería una continuación de la ISS con una ventaja: La explotación de los recursos de la Luna permitiría obtener de ella todas las materias primas necesarias.
Representación de la base Moon Village. ED. : ESA/Foster y socios.
Pero también tiene problemas: por un lado, no saben exactamente qué recursos hay, cuántos o en qué situación se encuentran; por otro, la Luna no es un lugar muy acogedor: recibe radiación cósmica y solar, a menudo caen micrometeoritos y las temperaturas son extremas.
Uno de los primeros trabajos ha sido el diseño de cúpulas de protección. La investigación, liderada por el científico Aidan Cowley, ha precisado que la materia prima serán las piedras del suelo de la Luna y el polvo, el regolito. Los pasos a seguir serán: enviar un vehículo autónomo a la Luna, que coloca una cúpula hinchable en la superficie y, a partir de ella, construir la base de los astronautas, añadiendo capas de regolito. Las pruebas se están realizando en las proximidades de los volcanes, por ejemplo, en el parque volcánico Eifel (Alemania), donde la tierra es similar a la de la Luna.
El camino de Eifel a la Luna, aunque se haga alguna vez, será largo. En la presentación del proyecto, el director de la ESA reconoció que se necesitarán al menos veinte años. Sin embargo, no se resiste: el año pasado confirmaron que su intención sigue viva: “Es hora de poner una base en la Luna, lo conseguiremos juntos”.
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