Limpiar antes de volver al río

Carton Virto, Eider

Elhuyar Zientzia

No se nos ocurre que el disfraz que nos dejó su amigo para el carnaval vuelva sucio. Nos educamos para cuidar las cosas bien y volver en el mismo estado en el que las recogemos y así lo hacemos. Así, el amigo no se nos enfada y, además, el año que viene tendremos qué traje. Estamos aprendiendo a utilizar el agua de la misma manera: utilizarla, limpiarla y devolverla al río.

Sin embargo, limpiar el agua utilizada en casa o en el taller es más difícil que lavar el disfraz de carnaval. La industria papelera y la que fabrica botes de conserva no ensucia el agua del mismo modo. La primera genera contaminación química y la segunda contaminación orgánica. Cada tipo de industria requiere de un sistema de depuración adecuado a su naturaleza. La explicación de todos tardaría en aparecer y, por ello, sólo mencionaremos los principales cadáveres, aunque dejemos varias cosas en el camino. No obstante, por su carácter más general, nos remitiremos en primer lugar a la depuración de las aguas residuales urbanas.

Aguas residuales urbanas

Las principales impurezas de las aguas residuales urbanas son los minerales y la materia orgánica, transportados en suspensión o disolución. La característica más importante de las aguas residuales urbanas es su biodegradabilidad, es decir, su limpieza mediante tratamientos biológicos. Sin embargo, antes de realizar estos tratamientos biológicos, existen otros procesos a seguir:

  • Depuración física (pretratamiento): la función de la depuración física es la de retirar los sólidos transportados. Estos sólidos son de diversos tamaños y naturaleza y se dividen en dos pasos. En primer lugar, se procede a la retirada de los más grandes mediante una reja de hierro, para posteriormente, mediante una primera decantación, separar la materia sedimentable suspendida de la materia flotante. La eliminación de todos estos residuos sólidos es muy importante ya que los sólidos pueden dañar los tratamientos posteriores a la depuración.
  • Depuración físico-química (primer tratamiento): el agua se recoge en grandes tanques circulares donde se realiza la decantación, floculación, neutralización y filtrado. El objetivo de este tratamiento es separar del agua las partículas en suspensión que no puedan ser eliminadas por el pretratamiento. Para ello se añaden floculantes o se modifica el pH para que la materia en suspensión se junte y se profundice.
  • Depuración biológica (tratamiento secundario): se utilizan para descomponer completamente la materia orgánica que puede contener el agua. Los procedimientos pueden ser de todo tipo: lodos activados, filtros bacterianos, charcas ventiladas o balsas de estabilización, pero todas tienen la misma función: descomposición de la materia orgánica disuelta en el agua, es decir, comer.
  • Tratamiento de lodos: los lodos procedentes de la decantación o de la digestión biológica son muy líquidos y de escaso valor, pero deben ser tratados antes de ser vertidos al medio ambiente. De lo contrario, pueden convertirse en fuentes de contaminación. Los lodos se estabilizan y espesan primero y después se deshidratan. Algunas pueden ser utilizadas como abono o como combustible, si no es así se vierten o incineran.

Las depuradoras de nuestro entorno pueden ser similares a las anteriormente mencionadas, más sencillas o más complejas. El grado de depuración deseado y las características específicas de las aguas residuales determinan el funcionamiento de la depuradora. En ocasiones las aguas residuales son sometidas a un tercer tratamiento para eliminar los compuestos orgánicos remanentes y las sales disueltas. Para ello se utilizan adsorciones, intercambio iónico o ósmosis inversa, pero al ser técnicas costosas, su uso es muy reducido en las depuradoras. En general se realiza un pretratamiento y un primer y segundo tratamiento de las aguas residuales urbanas.

Industria y agricultura

Las aguas residuales industriales son del tipo de actividad industrial. Sin embargo, la contaminación que genera la industria en el agua es puntual y se resuelve con una depuradora específica para cada tipo de industria. Las industrias agrarias y alimentarias generan una elevada contaminación orgánica y sus aguas residuales son depuradas principalmente mediante tratamientos biológicos. Estas aguas tienen un tratamiento similar al descrito para las aguas residuales urbanas.

La industria papelera, por su parte, genera una gran cantidad de residuos que no se disuelven en el agua, como son las fibras perdidas en el proceso de fabricación y componentes que mejoran la calidad del papel (carbonato cálcico, sílice, almidón...). Por ello, las aguas residuales generadas por esta actividad se limpian mediante depuración físico-química, es decir, mediante ciclos de floculación/decantación. Los principales contaminantes son los hidrocarburos en refinerías y en la industria del petróleo. Junto a ellos, las aguas residuales vertidas incluyen materia orgánica, ácidos, compuestos de azufre y materia en suspensión. Toda esta materia se separa por decantación primero y por floculación después. Posteriormente se puede realizar una depuración biológica, pero el agua no puede contener metales ni sulfuros. El mencionado proceso de depuración es, lógicamente, válido para los vertidos controlados. Por desgracia, el petróleo contamina más por accidentes o por el uso de productos derivados.

Cada actividad industrial dispone de un método de depuración específico, pero en general son combinaciones de los métodos mencionados para las aguas residuales urbanas. Dado que la fuente de contaminación es conocida y geográficamente puntual, basta con utilizar la depuradora para solucionar el problema. En la agricultura, sin embargo, la fuente de contaminación es conocida pero muy extendida geográficamente. Por ello, es más difícil hacer frente a la contaminación producida por la agricultura, ya que los contaminantes no se incorporan a los ríos en un lugar concreto, sino de forma dispersa.

Sin embargo, existen algunas vías para combatir la contaminación producida por la agricultura. Uno de ellos puede ser el bosque de ribera. Los árboles absorben los abonos y pesticidas derramados por la agricultura y los incorporan a sus ciclos biológicos (los utilizan como alimento) y los contaminantes no llegan a los ríos. La implantación de este tipo de bosques ha demostrado su eficacia. De lo contrario, el río es, al menos en parte, capaz de consumir y diluir estos contaminantes. Sin embargo, en el País Vasco la agricultura no produce contaminación extrema. Las aguas residuales industriales y domésticas son realmente preocupantes. Muchas veces se han tomado medidas, pero todavía queda por hacer.

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