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El fotómetro nos indica la claridad del sujeto a fotografiar. Esta luminosidad está controlada por la estructura de tonos y colores del sujeto y por la intensidad de la fuente luminosa. Así, cada escena tiene su propia escala de claridad, que se convierte en una escala de tonos tanto en papel como en negativo. Cuando la luz es dura, tendremos una escala de tonos más amplia que cuando es plana y difusa, desde las sombras oscuras hasta las luces fuertes.
Cuando la distribución de las luces y sombras de la escena es equilibrada, ya que ambas ocupan una superficie similar, sin moverse por el lugar donde vamos a sacar la foto, se puede hacer una lectura general de esta escena (siempre dirigiendo el aparato hacia la zona a fotografiar) y el fotómetro dará un valor medio.
Pero la lectura general (cuando la separación entre las sombras y las luces no es tan equilibrada, es menos) puede llevarnos por el mal camino. Para que esto no ocurra, habrá que recurrir a lecturas seleccionadas, es decir, a medir únicamente la luminosidad de la parte importante de la escena (y del punto de densidad media de esta parte). Esto se puede hacer acercándolo, haciendo una lectura puntual o haciendo lecturas locales con un esposimetro portátil.
Si se dispone de un esposimetro o fotómetro que realiza una lectura general, se debe aproximar al sujeto hasta que éste complete todo el visor, hacer la lectura y fotografiar el encoadre deseado con el valor obtenido.
Si el fotómetro es de lectura puntual, hay que dirigir el área de lectura hacia el área de interés. Dado que el fotómetro no atiende al resto de la escena, no es necesario acercarse hasta ella.
Por último, es fácil realizar lecturas locales con el esposimetro portátil (teniendo en cuenta que no se produzcan sombras en el mismo). La lectura no sólo se puede hacer midiendo la luz que refleja el sujeto, sino también la que llega a ella. Esta última, en lugar de dirigir el instrumento hacia el sujeto, se realiza a la altura del sujeto y centrándose en la fuente de luz, adecuando la semiesfera difusora a la superficie sensible del fotómetro.
Por otro lado, se pretende registrar la mayor cantidad de detalle posible en algunas escenas con un amplio rango de luminosidad. En estos casos, si se dispone de tiempo, se tiende a realizar la media entre las lecturas de luces y sombras, calculando por un lado la lectura de luces y por otro la de sombras y por otro el valor medio de las mismas.
En las fotos de acción o en los casos en los que no nos valen alternativas anteriores (cuando no podemos aproximar razones, cámara o fotómetro), nos queda el camino de la lectura alternativa. Se realiza midiendo alguna superficie de tono medio. Esta superficie suele ser cartulina gris o mano (equivalente a la cara).
Sin embargo, cuando se trata de escenas de alto contraste, muchas veces hay que perder luminosidad en luces y/o sombras. Normalmente, la película no es capaz de responder a una amplitud de tono muy amplia y si la exposición es adecuada para las sombras, las luces quedarán quemadas y viceversa. En estos casos, debemos aprender a priorizar los elementos de la escena y saber qué resultados queremos conseguir.
Tampoco se puede omitir la llamada exposición de seguridad. La mayoría de los fotógrafos recomiendan sacar 3 o 4 fotografías más por si acaso (reduciendo o ampliando un punto, dos o la mitad del diafragma), sobre todo en fotografías de gran importancia. Asimismo, recomiendan dar especial importancia a la idoneidad de la exposición y no descartar el resto.
Como hemos visto, la determinación de la exposición adecuada es preventiva. Normalmente se desea que exista la mayor cantidad de detalle posible en toda la imagen. En otras ocasiones, por el contrario, la exposición escogida pretende evidenciar una parte. Por tanto, la elección de la exposición dependerá de las intenciones del fotógrafo. A pesar de que la exposición sugerida por el fotómetro está técnicamente bien, a veces no es la más hermosa y depende de nosotros alargar la exposición (aumentando 1, 2 ó 1/2 el diafragma) o acortarla (reduciendo 1, 2 ó 1/2 el diafragma) para conseguir una mayor calidad plástica o artística.
En cualquier caso, es necesario conocer bien la latitud de exposición de la película o, lo que es lo mismo, su capacidad para recibir una escala de claridad. Esta capacidad es, en definitiva, el contraste de la película. Por ejemplo, una película lenta de blanco y negro tiene menos margen que una emulsión rápida. Y el intervalo de contraste de una diapositiva es menor que el de una película.
¿Y si estamos sin fotómetros? (por ejemplo por deterioro).
Para ello está bien conocer algunos datos orientativos (en definitiva, la información contenida en la tabla de instrucciones de las películas): cuando se trata de un día soleado de verano, el diafragma de F16 y la cifra de velocidad de la película que se está usando se deben poner a la velocidad de obturación (si la película es de 125 ISO, por ejemplo, la velocidad de 125). A medida que se va nublando hay que ir abriendo un punto de diafgrama. Por otro lado, si se desea modificar la velocidad de obturación, se deberá ajustar el diafragma correspondiente. Es una solución para exteriores.