Dislexia: cómo detectar

Agirre, Jabier

Medikua eta OEEko kidea

Todos los niños y niñas tienen diferente capacidad de aprendizaje, por lo que para algunos es más fácil escribir y leer que para otros. Sin embargo, estas diferencias, aunque sean lógicas, no nos dan excusas para ocultar o descartar el problema. Si nuestro niño tiene dificultades importantes para adquirir estos conocimientos, cuidado, puede que el niño sea disléxico.

Durante muchos años, los niños y niñas con dificultades para escribir y leer han sido considerados como alegres, poco perseverantes y “más tontos” que el resto de niños. Afortunadamente, esa falsa convicción ha quedado atrás; hoy en día no se piensa así, porque detrás de muchos de ellos puede haber una persona disléxica, un niño que necesita una ayuda especial.

Al igual que en otras muchas alteraciones del aprendizaje, su detección es imprescindible para evitar problemas de integración social y laboral en la vida adulta.

¿Por qué ocurre?

La dislexia sigue siendo un enigma inédito y no todos los expertos reconocen que existe el problema. Por ejemplo, hay quien opina que para que haya dislexia es imprescindible que haya alteraciones neurológicas.

En opinión de la mayoría de los expertos actuales, sin embargo, la existencia de problemas serios para que un niño aprenda las habilidades básicas (leer, escribir) puede ser motivo suficiente para que ese niño se considere disléxico cuando no se presente ninguna otra situación que justifique dichas dificultades. Y si este diagnóstico no se realiza a tiempo, la ayuda especial que necesita el niño se retrasa o nunca llega.

Como motivos de dislexia se citan dos tipos. Por un lado, razones neurofisiológicas porque el sistema nervioso llega más lento, y por otro, conflictos psíquicos como consecuencia de las presiones y tensiones ambientales que vive el niño.

Mala lateralización

La lateralización es el proceso que el niño vive para imponerse uno sobre el otro. Normalmente, la lateralización no se fija hasta los 5 ó 6 años, pero hay niños que desde pequeños explican claramente la superioridad de un lado.

En los dibujos de los niños disléxicos se aprecia un escaso grado de coordinación.

Y la mayoría de los casos de dislexia se dan en niños que no tienen esa superioridad bien definida. La lateralidad incide en la psicomotricidad, por lo que los niños con la lateralidad mal definida suelen ser bastante torpes en las tareas manuales, y las líneas gráficas de sus dibujos son de escasa coordinación.

Trastornos de la psicomotricidad

Normalmente los niños disléxicos realizan movimientos torpes. Les falta ritmo y equilibrio y les cuesta mucho estar sobre un pie, saltar, andar en bicicleta o andar sobre una línea, por ejemplo.

Alteraciones de la percepción

Suelen cometer numerosos errores en la percepción espacial, en los conceptos arriba/abajo, o avance/retroceso. Y eso les supone grandes dificultades a la hora de leer y escribir.

Características de los niños disléxicos

    Falta de edad. El esfuerzo intelectual que tienen que hacer para superar sus dificultades en la percepción hace que la fatiga sea muy intensa. Por eso, la lectura o la escritura parecen secas, cosas sin interés, porque no encuentran nada que merezca tanto esfuerzo. Desinterés por los estudios. Por un lado, la falta de inteligencia y, por otro, el ambiente familiar y escolar que viven habitualmente (apenas les ofrecen estímulos) les impide interesarse por los trabajos escolares. Por ello, el rendimiento y los resultados escolares son muy pobres. Inadaptación. Los niños disléxicos, al no orientarse bien en el espacio y en el tiempo, se sienten sin puntos de referencia, por lo que sus reacciones no son normalmente tan estables como las propias de su edad. Y, aunque parezca mentira, como mecanismo de compensación, muestran una excesiva confianza en sí mismo (que llega a un punto de orgullo). En consecuencia, defienden sus opiniones hasta el final.

Líneas generales del tratamiento

Los niños disléxicos tienen problemas para mantener el equilibrio y son bastante torpes.

Dado que la dislexia puede adoptar formas y formas muy diferentes, es evidente que el tratamiento debe ser totalmente adaptado y personalizado. En la actualidad, las terapias intentan poner a disposición del disléxico todas las herramientas que necesita su cerebro, de manera que el niño procesa adecuadamente lo que recibe su visión. Para ello se le enseñan trucos para memorizar o se le enseña a asociar una imagen concreta a una palabra.

Por supuesto, los resultados no son inmediatos, pero con la ayuda adecuada (el trabajo del psicólogo y del pedagogo y el apoyo escolar) el niño aprende a controlar su trastorno.

No hay que olvidar la importancia del diagnóstico precoz y la prevención. Ante la aparición de las primeras dificultades, hay que afrontar el problema dejando a un lado los pánico y las sanciones excesivas. Y hay que tener muy en cuenta que estas alteraciones que tiene el niño nunca se “curan” del todo, por lo que el tratamiento debe ser duradero y adaptado a la edad del niño.

Test de detección de dislexia

La Asociación Británica de Dislexia propone este test para detectar la dislexia. Con tres o cuatro respuestas afirmativas a estas preguntas es posible que el niño tenga algún grado de dislexia. Así que acude al médico.

Antes de 8 años

  • ¿El niño apenas aprendió a hablar?
  • ¿Todavía le cuesta leer o escribir y a usted, como padre, le parece un retraso preocupante?
  • En otros temas que no requieren leer o escribir, ¿el niño te parece rápido e inteligente?
  • ¿Escribe letras o cifras invertidas?
  • Cuando aprendió a hacer sumas y restas, ¿necesitó más tiempo que los demás niños ayuda en los dedos o hacer marcas en el papel?
  • ¿Y tiene problemas con las tablas de productos?
  • ¿Tiene dificultades para diferenciar la derecha de la izquierda?
  • ¿Los movimientos son más torpes que los de los niños de su edad?

Después de 8 años

  • ¿A la hora de escribir comete graves errores ortográficos colocando las letras “comiendo” o colocándolas en un orden incorrecto (en lugar de pasar, por ejemplo, sapatu escribiendo)?
  • ¿Se equivoca al leer y él no se da cuenta?
  • ¿A menudo no es capaz de entender y explicar lo que acaba de leer?
  • ¿Le cuesta copiar lo que está escrito en la pizarra o en otro papel?
  • ¿A veces come o salta palabras al leer, o lee dos veces la misma línea? ¿No le gusta leer en voz alta ante los demás?
  • ¿Todavía tiene problemas para recordar la tabla de multiplicaciones?
  • ¿Se desorienta fácilmente y confunde derecha e izquierda?
  • ¿Cree que tiene poca confianza en sí mismo y se estima poco?

¿Cómo reconocer que es un disléxico?

Normalmente, el problema se detecta a unos 6 años, edad a la que se sumergen de lleno en el proceso de lectura/escritura. Sin embargo, es necesario que el profesor y los padres estén atentos a diferentes signos para darse cuenta de que ese niño aprende más despacio que sus amigos. Los signos de dislexia u otra perturbación como ésta son:

  • Leer muy lento.
  • Leer por letras en lugar de palabras enteras.
  • No comprender lo que ha leído.
  • No respetar puntuación, no informar a la frase.
  • Invertir letras dentro de una palabra (por ejemplo, decir “sapatu” en lugar de “pasar”).

Su detección en casa no es nada fácil, ya que los padres necesitan otra referencia para poder comparar a su hijo con los demás. Y es que si no se hace esa comparación, a los padres les parece normal y adecuado para su edad lo que hace su hijo, aunque no sea así.

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