La calvicie o alopecia (o, lo que es lo mismo, la pérdida de pelo) no suele ser en la mayoría de los casos un problema de salud importante, pero para el paciente sí un problema estético y psicológico. La calvicie es más compleja de lo esperado y en su etiología se mencionan muchos y muy diferentes factores, aunque según estudios de última hora el origen del proceso parece autoinmune.
El dermatólogo francés Raymond Sabouraud (1864-1938) definió que la alopecia era la caída del pelo, que podía producirse en la piel de cualquier parte del cuerpo, tanto en forma extensa como en forma de placa, y con o sin cicatriz. La palabra alopecia, etimológicamente, proviene del alopex latino, y su significado es el “zorro” (animal que pierde su pelaje dos veces al año; el de verano en otoño y el de invierno en primavera).
En la especie humana el pelo es algo bastante escaso, excepto en el cuero cabelludo en axilas o axilas y en el pubis. Pero aunque sea escaso, el pelo de la cabeza es un signo de belleza, tanto en hombres como en mujeres. Y por eso, la pérdida de pelo (y más concretamente la calvicie) suele ser frecuente en consulta médica.
Son muchas las formas clínicas de la alopecia, y muy diferente su etiopatogenia o su origen. Por ello, se habla de alopecia endocrina, química, infecciosa, metabólica, nerviosa, etc. larga. De todos ellos, atendiendo a su frecuencia e importancia, destacan tres tipos: la alopecia areata, la alopecia androgénica y la alopecia cicatricial. En los últimos años se han descrito casos de alopecia universal para el virus de la inmunodeficiencia humana, el VIH, en pacientes seropositivos (en los que parece que la alopecia sería consecuencia de fenómenos autoinmunes).
En este tipo de calvicie el pelo se pierde en unas áreas bien definidas (de ahí su nombre). La pérdida de pelo se produce en forma de placa, en áreas redondas u ovaladas al principio (alopecia focal), pero luego se puede extender a todo el cuero cabelludo (alopecia total) o a toda la superficie corporal (alopecia universal). Junto a la pérdida de pelo, los folículos pilosos restantes también cambian, pasando de la fase de crecimiento (denominada anágeno) a la fase de reposo (denominada telógeno).
Este tipo de calvicie tiene el mismo efecto sobre ambos sexos, pero en países como Italia o España la relación hombre/mujer es de uno por dos.
En la etiología de este proceso parece que intervienen factores tan diversos como genéticos, atopías (en forma de alergia), inmunológicos y factores emocionales.
Desde el punto de vista clínico, la lesión inicial de esta alopecia areata es un claro bien delimitado. Los pelos de los bordes de la lesión pueden aparecer finos e incluso rotos. La evolución del proceso puede ser muy diferente. En algunos casos, el cuadro inicial se normaliza en pocos meses. En otras ocasiones, tras tres o seis semanas, aparecen otros claros que evolucionan cíclicamente. En algunos casos la pérdida inicial de pelo es muy extendida y completa. Cuando el proceso cura, el pelo nuevo suele ser fino y a menudo sin pigmentación, pero poco a poco va recuperando su tamaño y color normal. Sin embargo, puede ocurrir que en algunas zonas se amplíe a otras mientras se soluciona la sobriedad.
Sin duda alguna, la alopecia areata tiene un mal pronóstico si la pérdida de pelo es elevada o se inicia antes de la pubertad: en este caso es muy difícil que vuelva a aparecer el pelo.
Es un proceso fisiológico que se da en personas genéticamente predispuestas: en lugar del pelo normal aparece otro pelo más delgado (sin pigmentación) y luego el pelo cae.
Se distinguen dos tipos de alopecia androgénica: una con patrón o patrón masculino y otra con patrón o patrón femenino. Debido a que el primero aparece con más frecuencia, durante mucho tiempo a la alopecia androgénica se le denominó masculino, dejando fuera la alopecia androgénica femenina. Pero esta enfermedad no es tan escasa o rara: Una cuarta parte de las mujeres mayores de 50 años se encuentran afectadas por la alopecia androgénica, siendo rara la aparición de la enfermedad en las mujeres antes de los 30 años. En los hombres, por el contrario, la mitad de los mayores de 50 años padece enfermedad y el 25% de los de 25 a 30 años también.
El cambio de pelo se produce de una manera muy especial (V. Figura 1), y la línea de implantación del pelo en frontón parietal (o lo que es lo mismo, el límite entre la frente y el pelo) comienza a retroceder mientras se pierde el pelo sobre la nuca. En las mujeres, sin embargo, no se produce retroceso y el pelo no se pierde por completo, sustituyendo los pelos normales por otros mucho más finos.
El calvicie androgénico suele coincidir con la reducción de la fase de crecimiento del piña o pelo, aumentando la proporción de pelos telogénicos (es decir, pelos en reposo). Todo ello se puede detectar mediante un tricograma de pelos alrededor de la frente, antes de resaltar la calvicie. La abreviatura de los folículos afectados, medida principalmente en tamaño y diámetro de los pelos, es mayor en las mujeres que en los hombres.
Buscando la razón de la alopecia androgénica, la hipótesis que más se menciona en la actualidad es la de la testosterona. El pronóstico de la alopecia se puede predecir en los hombres, ya que el proceso es progresivo, aunque la gravedad varía de un paciente a otro. En las mujeres la alopecia puede mejorar tras varios meses de tratamiento, pero en los casos más graves suele aparecer hirsutismo o cariño piloso, lo que implica necesariamente un estudio endocrino.
Calvicie por trauma físico. Tres son las principales razones:
Con este nombre general se agrupan los que acompañan a la destrucción del folículo piloso, o bien los que dan lugar a dicha destrucción. Por trastornos propios del folículo piloso o por causas externas aparecen cicatrices en la piel. Las causas más frecuentes son las infecciones (hongos, bacterias o virus), los traumas (quemaduras, radiodermitis), las inflamaciones cutáneas (de origen incierto) (como el lupo), los tumores (primarios e incluso metástasis) y los trastornos hereditarios (como la ictiosis). Sin embargo, lo importante siempre será diagnosticar o descartar una posible tumba maligna asociada a la calvicie en el caso de las alopecias cicatriciales.
Para elegir un tratamiento eficaz para la calvicie es necesario conocer previamente el diagnóstico etiológico, es decir, la causa de la calvicie. Y el diagnóstico diferencial se basa en una historia clínica precisa, con una visión rigurosa de los patológicos personales y familiares, el control de los medicamentos que toma el paciente, el despistamiento de enfermedades sistémicas y endocrinas, etc.
También es importante tener en cuenta los detalles de la pérdida de pelo: si hay o no fenómenos de descamación, si hay signos de inflamación o signos de cicatrización, hasta qué número de cabellos perdidos, etc. Por otro lado, el tricograma puede ser de gran utilidad para el diagnóstico, si es valorado por un especialista con amplia experiencia. Para ello, con una aguja de porta o unos alicates se extrae una coleta de unos 60 pelos después de una semana sin lavar el pelo.
Y en condiciones normales deberíamos encontrar entre el 80% y el 90% de los pelos en la fase de crecimiento (anagen), el 10-20% en la fase de reposo (telogen) y unos pocos pelos catágenos. Lógicamente, los casos que se alejen de estas proporciones serán valorados por el especialista. Otros métodos diagnósticos son la biopsia, los cultivos, las investigaciones hormonales y los hemogramas.
Una vez fijado el diagnóstico se ordenará un tratamiento adecuado. En el caso de la alopecia areata, se utilizan sobre todo inmunogutxantes, antiandrógenos y extensores forestales (minoxidil por ejemplo, aunque todavía no se sabe cómo trabaja) en la alopecia androgénica, y en el resto de las calvicisitudes el tratamiento contra el problema.
La cirugía basada en trasplantes de pelo puede ser útil en la alopecia endrogénica, sobre todo en pacientes que no aceptan su sencillez (bien por problemas profesionales o porque no les gusta su aspecto).
Cifras y datos para la prevención El pelo es algo vivo y en constante proceso de innovación, pero a diferencia de las aves (que cambian las plumas a la baja), la pérdida de pelo en los seres humanos es un proceso gradual. La persona adulta normalmente tiene cerca de 100.000 folículos pilosos en el cuero cabelludo (de los que aproximadamente el 88% se encuentran en fase de crecimiento, el 11% en reposo y el 1% en caída). La caída de unos 100 pelos en un solo día puede considerarse normal, mientras que el resto de pelos crecen unos 0,45 milímetros. El pelo también envejece y con el paso de los años pierde cantidad, calidad y fuerza. Mientras un recién nacido tiene 1.135 folículos, descienden a 625 en la tercera década de vida y a 485 en la quinta. Pero la calvicie no proviene sólo de la cantidad de pelo que se pierde, sino de la calidad de lo que sale. La higiene es una forma económica y sencilla de no recuperar el pelo perdido, pero retrasar la caída. Aunque la dermatología clásica declaraba que el pelo no se limpia mucho durante mucho tiempo, es necesario lavarlo a menudo con un champú suave. Los pacientes pueden salir a menudo contra el lavado (ya que se dan cuenta de que pierden más al lavar el pelo), pero el pelo que cae ya está muerto y no se estropea por el lavado, sino al revés. |