Responsabilidades intensivas

Las Unidades de Cuidados Intensivos (UVI) son probablemente uno de los servicios médicos más desconocidos. Ninguna persona que no haya sufrido la adversidad de tener a un familiar o amigo conocerá el tipo de trabajo que se realiza en la AIU, los enfermos que se ven en ella o el instrumental especial que hay en ella. A través de estas líneas trataremos de explicar qué son estas sorprendentes unidades.
La peculiaridad de AIU es que se trata de un servicio central que aglutina la tecnología necesaria y los profesionales especialmente formados.

Si bien no se puede dar una fecha concreta de nacimiento de estos servicios, no se puede negar que las adversas guerras tuvieron una influencia importante. En la guerra del crimen (1853-1856), cuando Florence Nightingl decidió reunir a los enfermos más graves cerca del puesto de enfermera, dio un inicio a la filosofía de los AIU. Aunque esto tuvo continuidad en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), su verdadero nacimiento puede situarse en los años 50.

En esa época en Suecia había una epidemia de poliomielitis, la enfermedad paralizaba las enfermedades y no podían respirar. Para hacer frente a esta grave situación se vio la necesidad de reunir en un único servicio la tecnología necesaria y profesionales altamente cualificados. A pesar de que desde entonces se ha producido un impulso significativo, estas son básicamente las particularidades de la AIU: disponer de un servicio central que aglutine la tecnología necesaria y los profesionales altamente cualificados, donde además de mantener al paciente controlado mediante monitorización continua, se inicia un tratamiento específico para su enfermedad.

En el AIU además de controlar al paciente mediante monitorización continua, se inicia un tratamiento específico para su enfermedad.

Cuando decimos que se trata de un servicio central, queremos decir que a él llegará una gran variedad de enfermedades, es decir, gente de especialidades muy diferentes, y que a su vez estará en estrecha relación con otros servicios del hospital.

Ya que hablamos de gente que llega al lugar, tenemos que descartar una idea que está a la vuelta de mucha gente. A la AIU se dirigen, claro está, enfermos muy graves, pero siempre reversibles, enfermos a los que se les puede hacer algo. No se llevan pacientes que vayan a morir o que tengan una enfermedad incurable.

Podemos dividir la AIU en dos partes y, por tanto, los pacientes que se ven en dos grupos. Enfermedades cardíacas (infartos, arritmias...) y polivalentes (politraumatizados, infecciones graves, postquirúrgicas...). La razón principal de esta distribución es que mientras los primeros están normalmente conscientes, en los segundos frecuentemente no se cumple este requisito, necesitan soporte respiratorio u otras técnicas especiales.

Las condiciones de la AIU son muy concretas y, si es necesario, una de las que más atrae a la gente es la visita. Las visitas sólo se pueden realizar a una hora determinada y se deben realizar a través de una pasarela y con algunas de las prendas que se ofrecen en ella. Esto se debe, por una parte y como ya se ha mencionado, a que en ella se practican técnicas muy concretas y a menudo agresivas (además de ser duro para una persona no habituada, el personal que trabaja necesita un espacio para moverse cómodo y rápido). Por otro lado, un paciente tan grave necesita un descanso total y las visitas son una fatiga adicional. Por último, hay un problema de pavimentos, ya que el paso de mucha gente supone un aumento del riesgo de las mismas.

En el AIU además de controlar al paciente mediante monitorización continua, se inicia un tratamiento específico para su enfermedad.

Cuando la vida del paciente está fuera de riesgo y, por tanto, no es necesario este tipo de servicios intensivos, se traslada a otra habitación normal del hospital, donde consigue la completa composición de su proceso.

Su personal está especialmente preparado para este trabajo. En el caso de los médicos, por ejemplo, es necesario realizar una especialidad de 5 años para ser intensivo. En el caso de las enfermeras, además de estar preparadas para ello, podemos encontrar más por paciente que en otros servicios. Si a ello añadimos que se realizan técnicas y tratamientos especiales y que para ello se necesitan herramientas muy punteras, es fácil entender que el mantenimiento de este servicio es muy caro.

AIU Adultos Hospital Nuestra Señora de Arantzazu de Donostia

Desde esta mesa su personal puede controlar toda la evolución de los pacientes.

El Hospital Nuestra Señora de Arantzazu de San Sebastián cuenta con dos AIU, uno para niños y otro para adultos. Esta segunda, que lleva funcionando hace unos quince años, tiene una nueva ubicación desde hace dos años. Se diría que el diseño moderno de la nueva ubicación, si no fuera debido a la grave patología existente, hace atractivo el espacio. Dispone de 24 camas, 14 polivalentes y 10 coronarias. Las habitaciones son individuales y, en lugar de puerta, disponen de cristales que facilitan el cuidado constante del enfermo.

En 1990 pasaron 995 pacientes: 558 coronarios y 407 polivalentes (la mayoría proceden directamente del servicio de urgencias y la patología principal es el infarto y los accidentes). Normalmente no suele haber demasiados días en este servicio, aunque la duración depende sin duda de su patología. La estancia media ronda los 7 días.

Se puede afirmar que la tasa de mortalidad local es del 15%. Si bien este dato no tiene ningún valor en frío (sin conocer la gravedad de la patología que se introduce no es posible su manejo), podemos afirmar que es realmente bueno.

Desde esta pasarela los familiares tienen la posibilidad de entrar en la habitación del enfermo o de hablar por teléfono con él.

Este dato viene asociado a una realidad que últimamente se ha mencionado mucho: TRASPLANTE DE ÓRGANOS. Allí muere mucha gente joven, muchos de ellos como consecuencia de accidentes, por lo que esta desgracia les convierte en candidatos idóneos para ser donantes. En 1990 hubo 13 donantes de órganos en el AIU del Hospital Arantzazuko Ama, que lo convirtió en el servicio más donante de la CAPV.

Sin duda, la medicina sigue teniendo grandes limitaciones y muchas veces nos van entre manos jóvenes con un futuro muy prometedor, pero este tipo de servicios, junto con todos los servicios que conforman el hospital, permiten hacer cosas que hace unos años parecían increíbles. Nuestra esperanza, por supuesto, es superar las principales limitaciones de la medicina en los próximos años. ¡Tiempo testigo!.

NOTA:

Gracias a los médicos del AIU del Hospital Nuestra Señora de Arantzazu de San Sebastián que me habéis ayudado a realizar este trabajo.

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