Las nuevas enfermedades son aquellas que han surgido recientemente o que han aumentado notablemente su área de influencia en los últimos años. En el caso de los anfibios, estas enfermedades tienen un origen vírico o fúngico, y aunque de momento apenas sabemos nada sobre ellas, parece que el vector que se está extendiendo por todo el mundo a gran velocidad es el ser humano.
Los virus que afectan a los anfibios son muy persistentes y se contaminan con gran facilidad. Aparecen principalmente en zonas degradadas donde se acumulan anfibios reproductores. La sintomatología de la enfermedad es complicada, y aunque muchos individuos mueren sin signos externos significativos, otros experimentan hemorragias locales, úlceras cutáneas y necrosis agudas en los órganos internos. Además, en algunos casos, las infecciones secundarias causadas por bacterias producen el síndrome de la pierna roja, con llamativas pérdidas de sangre y enrojecimiento. Algunos de estos virus también afectan a los peces, por lo que muchas veces los virus llegan al medio natural con repoblaciones de peces.
Los virus no son, sin embargo, los únicos responsables de las extinciones masivas de anfibios; los datos actuales apuntan a que algunos de los hongos encontrados recientemente constituyen una amenaza más grave. Batrachochytrium dendrobatidis es un hongo que afecta a los anfibios, una especie de quitridio. El grupo de Kitridu, conocido desde hace tiempo en todo el mundo, se encuentra en cualquier zona. Por su sensibilidad a la contaminación, se localizan principalmente en zonas bien conservadas. Hasta hace poco sólo se conocían como parásitos de plantas, algas, protistas e invertebrados, pero esta nueva especie resulta mortal para los anfibios.
Las poblaciones de anfibios afectadas suelen desaparecer en pocos meses, siguiendo el patrón de expansión de enfermedades infecciosas. Todavía no se conoce la causa de la muerte de los animales infectados, pero sí el desarrollo de la enfermedad, la quitridiomicosis. Cuando los zoosporas (esporas móviles con flagelo) entran en contacto con los anfibios, se fijan en la queratina de su piel y, en pocos días, desarrollan esporangios maduros que crean nuevos zoosporas. Los zoospers se liberan mediante un tubo de descarga que perfora la piel del animal contaminado. De este modo, la enfermedad sólo se desarrolla en la piel y no afecta a los órganos internos, aunque no presenta síntomas externos significativos. Los adultos, al tener la queratina en toda su superficie, entran en contacto con el hongo y mueren inmediatamente. Por otra parte, las larvas sólo tienen la queratina alrededor de la boca, por lo que mueren cuando metamorfosis, cuando la queratina se extiende por toda la superficie.
Los adultos muertos no son muy fáciles de encontrar, pero las metamorfosis recientes se encuentran muertas alrededor de los pozos. Una vez que los anfibios han abandonado los pozos, el entorno aparece completo, sin que se aprecie ningún cambio. Pero el hongo queda alrededor como saprófito y contamina a nuevos individuos que quieren recolonizar el lugar.
La quitridiomicosis fue detectada en los años 80 en Australia y Centroamérica y está ya extendida por todo el mundo. En 1997 apareció en el Parque Natural de Peñalara en Madrid el primer caso de Europa, en el que los chanchullos comunes ( Alytes obstetricans ) casi se extinguieron. Desde entonces, hemos conocido otras muertes masivas, todas ellas en alta montaña, donde las temperaturas frescas hacen posible el desarrollo del hongo. Dentro del Observatorio de Herpetología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, el pasado año realizamos un estudio sobre el mismo en varios parques naturales de Euskadi y en zonas de gran importancia para los anfibios, y hemos llegado a la conclusión de que existe un hongo causante de la quitridiomicosis.
Todavía no sabemos cuándo afecta el hongo y por qué es tan mortal. Es posible que el hongo haya estado siempre en contacto con los anfibios y que ahora éstos hayan debilitado el sistema inmunitario. O puede que haya aumentado la virulencia del hongo por alteración del medio ambiente y ahora sea mortal para los anfibios. Sin embargo, los últimos datos apuntan a que parece que el hongo ha entrado recientemente en zonas contaminadas. Y como la enfermedad está apareciendo muy rápido en muchos lugares del mundo, queda claro que el hombre es el responsable de esa dispersión. Los animales contaminados se han encontrado en muchos lugares: tiendas de animales domésticos, laboratorios e incluso ranas destinadas al consumo humano.
Al igual que cualquier otra enfermedad contagiosa, la forma más importante de combatir las nuevas enfermedades que afectan a los anfibios, y probablemente la más eficaz, es evitar su propagación. Para ello se procurará minimizar el contacto con los anfibios, evitar los movimientos no naturales entre lugares alejados y, sobre todo, evitar la entrada de plantas o animales en los medios naturales. De la misma manera, puede resultar de gran ayuda comunicar los animales muertos encontrados. Y en cuanto a los profesionales que trabajan con anfibios, para que no se conviertan en vectores involuntarios de la enfermedad, cada vez que se desplacen de un lugar a otro deberían desinfectar todo el material.