La palabra anemia proviene del griego y en sentido estricto significa “falta de sangre”, pero en la actualidad la enfermedad (o situación especial) se define en función de otros parámetros: la disminución de los glóbulos rojos y/o de la hemoglobina (es decir, de la proteína que transporta el oxígeno a todos los tejidos del cuerpo) es, según se cree, la verdadera razón de la anemia.
Normalmente se habla de anemia, como si fuera una sola, pero la verdad es que hay muchos tipos diferentes, y cada uno de esos tipos de anemia se debe a causas diferentes. Según el Dr. José Luis Navarro, Jefe del Servicio de Hematología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, “la anemia puede ser clasificada desde diferentes puntos de vista, bien por causas creativas, bien por la morfología de la sangre resultante, pero no de un tipo (anemia aplásica, hemolítica, ferropénica, etc.) y no otros (anemia macrocítica, microciítica, normocítica, etc.) no son una enfermedad propiamente dicha, sino un reflejo de otra enfermedad o causa”.
El cuerpo humano es una máquina casi perfecta, por lo que es capaz de sintetizar sustancias imprescindibles para la vida. En otros casos, sin embargo, somos nosotros mismos, sobre todo a través de la alimentación, quienes tenemos que darle esas sustancias al cuerpo para que siga funcionando correctamente. A menudo se considera muy extendido que “levantarse de la mesa bien saturado (tripa completa o quizás demasiado llena) es sinónimo de estar bien alimentado y desgraciadamente no es lo mismo. Puede ocurrir que en nuestra dieta falte algún ingrediente esencial y esa escasez puede ser la causa de la anemia.
Zumos a favorPara obtener más ácido fólico: triturar dos hojas de col, un puñado de perejil y unas espinacas y después batir en la licuadora con cuatro o cinco zanahoria. Para tener más hierro: tres hojas de remolacha aplastadas y pasar por la licuadora junto con cuatro o cinco zanahoria. Una vez batido todo, añadir medio pimiento verde y media manzana sin pepitas ni semillas. |
Las causas que pueden producir anemia pueden ser muy diferentes.
Los síntomas más habituales de la anemia son, en general, debilidad y fatiga, pérdida de conciencia o mareos, palidez, dificultad respiratoria y palpitaciones (o latidos cardiacos rápidos). Además, las personas se quejan de la dificultad de concentrarse, tienen dolores de cabeza a menudo y pueden aparecer arpiladuras o grietas en el coma de los labios y en las uñas, además de tener pelos frágiles.
En nuestra dieta no debemos olvidar en absoluto algunos alimentos si queremos evitar la anemia. Por ejemplo, hígado, carne de buey, pan integral, huevos, albaricoques o orejones de berenjena, merluza y bacalao son muy ricos en hierro. Las frutas cítricas, como la naranja y el kiwi, y las verduras frescas son muy adecuadas para asimilar mejor el hierro por su vitamina C.
Niños, leche y anemiaLa mayoría de los pediatras recomiendan a las madres que aporten a sus hijos leches enriquecidas (enriquecidas en hierro) hasta hace poco más de un año. ¿Y por qué? Porque los niños que toman leche de vaca en su primer año resistirán la anemia mucho más fácilmente que los que toman leche maternizada, ya que la leche de vaca dificulta la absorción del hierro. |
En el caso de la anemia causada por la escasez de ácido fólico, se recomienda consumir legumbres, germen de trigo, caspa, espárragos, lentejas, nueces, espinacas y col.
La vitamina B12 se encuentra en almejas, ostras y sardinas, clara de huevo, truchas, salmón y músculo de carne.
No obstante, por encima de las recomendaciones dietéticas anteriormente mencionadas, lo primero que hay que hacer es acudir al médico para que éste identifique la causa de la anemia y establezca un tratamiento adecuado. La toma de vitaminas (a menudo a ciegas) puede ser también contraproducente, ya que puede cubrir de alguna manera la enfermedad causal de la anemia y con el paso del tiempo el problema puede ser peor.
¿Quiénes son los más propensos?Existen algunas personas o grupos de edad con mayor riesgo de sufrir anemia. Estos son:
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