Y sí, el dato también es correcto. La propia FAO destaca además. Pero detrás del dato se encuentra un profundo informe de la FAO, el Livestock's long shadow, o, más o menos, la larga sombra de los animales que cría el ser humano para comer. Y ahí se explica, entre otras cosas, por qué han llegado a la conclusión de que el ganado contribuye más que el tráfico al efecto invernadero.
La metodología utilizada ha consistido en la recogida de las emisiones de gases procedentes de toda la cadena de obtención de alimento de origen animal. En primer lugar, se ha tenido en cuenta el vertido en la producción de piensos, incluyendo la producción de fertilizantes químicos, la deforestación para la creación de pastos y campos de cultivo y la degradación de pastos. Posteriormente, el crecimiento ganadero ha incrementado su emisión, teniendo en cuenta tanto los gases que se generan en el intestino animal como el óxido nitroso liberado por la heces. Finalmente, se han sumado los vertidos procedentes de la fabricación y transporte de productos de origen animal.
El resultado de la suma es que el sector ganadero es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Y, según la FAO, el transporte en su conjunto genera menos. En concreto, la ganadería genera el 9% del dióxido de carbono generado por las actividades humanas, y produce en mayor proporción otros gases que contribuyen aún más al efecto invernadero que los dióxido de carbono.
Estos gases son metano y óxido nitroso. El primero afecta al efecto invernadero 23 veces más que el dióxido de carbono y el óxido nitroso 296 veces más. Y el ganado produce gran cantidad de metano y óxido nitroso. La FAO estima que en el intestino del ganado se produce el 37% del metano liberado en actividades humanas. El ganado también es el origen del 65% del óxido nitroso, principalmente liberado por las heces.
Sin embargo, la ganadería también es el origen de dos tercios (64%) de las emisiones de amoniaco procedentes de actividades humanas. La FAO también ha recordado que el amoniaco tiene una gran responsabilidad en la lluvia ácida y en la acidificación de los ecosistemas.
Esta es la explicación de este llamativo dato que se difundió en los medios de comunicación. El informe, sin embargo, contiene muchos otros datos de interés. Por ejemplo, además de en la atmósfera, se ha analizado la influencia del crecimiento ganadero en el suelo y el agua.
De todos los sectores, la ganadería es la que más suelo ocupa. Los pastos ocupan una cuarta parte de la superficie sin hielo, mientras que los cultivos forrajeros ocupan un tercio de la superficie apta para la plantación. Así, el hombre dedica el 70% de las tierras agrícolas y el 30% de la superficie total a la cría de ganado.
Además, si se mantiene la tendencia reciente, la ganadería irá ganando terreno. De hecho, el crecimiento de la población y el cambio en los hábitos alimenticios han hecho que la demanda de productos de origen animal haya aumentado considerablemente. En respuesta a ello, la FAO considera que el sector ha experimentado un fuerte y rápido crecimiento en las últimas décadas y que seguirá en la actualidad: Anuncia que para el año 2050 las producciones de carne y leche se duplicarán.
Sin embargo, el problema no es sólo que el sector ha crecido mucho, lo que tiene consecuencias medioambientales. El problema también es cómo crece. De hecho, se están produciendo cambios tecnológicos y geográficos en el crecimiento ganadero que incrementan el impacto ambiental de la actividad.
A pesar de que la ganadería de pastos tiene todavía un gran espacio, la ganadería intensiva del establo está imponiendo. Al mismo tiempo, la producción se está desplazando de la zona rural a las áreas urbanas, aumentando el crecimiento de especies de crecimiento rápido como los cerdos y las gallinas.
De hecho, la producción intensiva y la producción cercana al lugar de consumo contribuyen a la correcta gestión de los recursos y residuos. Sin embargo, en realidad, la presión sobre el medio ambiente ha aumentado como consecuencia de estos cambios.
En el agua, por ejemplo, tiene una gran influencia. Según la FAO, la actividad más contaminante del agua es probablemente considerada en su conjunto. La eutrofización, la "muerte" de las zonas costeras, la degradación de los corales, la resistencia a los antibióticos, etc., son problemas en los que la contaminación que produce el crecimiento ganadero en el agua tiene una gran influencia.
Los principales orígenes de esta contaminación son los excrementos de animales, las estiércol y otros restos orgánicos, las hormonas y antibióticos utilizados en la cría de animales, los pesticidas y fertilizantes utilizados en las plantaciones de pastos y los sedimentos procedentes de los pastos erosionados.
Por otra parte, la ganadería hace que el suelo se compacte y erosione, perdiendo la cubierta vegetal, lo que impide la filtración del agua. Por tanto, el agua potable se reduce en el subsuelo y en las fuentes, aumentando además el riesgo de inundación.
Al igual que en los últimos años se ha producido una importante pérdida de suelo, bosques, agua potable, atmósfera, etc., también se ha producido una pérdida de biodiversidad. Según el informe de la FAO, la pérdida de especies es entre 50 y 500 veces superior a lo observado hasta ahora en el registro de fósiles. Desde el punto de vista de los servicios ecosistémicos, considera que los beneficios que la naturaleza aporta al ser humano, 15 de los 24 principales servicios ecosistémicos, están en declive.
Los animales que cría el ser humano para alimentarse representan en la actualidad cerca del 20% de los animales terrestres, mientras que el 30% de las tierras recién ocupadas eran el hogar de los primeros animales salvajes. De hecho, el cría de ganado es uno de los principales causantes de la pérdida de biodiversidad para la FAO. Además de los factores anteriormente mencionados --pérdida de bosques, erosión del suelo, contaminación del agua y de la atmósfera, etc.-, la FAO ha explicado otros factores que influyen en la pérdida de biodiversidad, como la responsabilidad en la propagación de especies invasoras, y la competencia entre animales y animales salvajes para utilizar los mismos recursos. Por esta razón, en muchos lugares se producen conflictos entre ganaderos y conservacionistas.
Para saber a dónde irá la relación entre la ganadería y el medio ambiente, habrá que ver qué pasa en la sokatira entre dos solicitudes. En uno de los extremos de la cuerda se encuentra la demanda de productos de origen animal y en el otro extremo la de servicios ambientales.
Teniendo en cuenta que los recursos naturales son limitados, la FAO considera que la clave está en una mejor explotación de los recursos. Así, propone una serie de mejoras técnicas para aumentar la eficiencia en la explotación.
Sin embargo, el suelo, el agua y la comida utilizados en la cría de ganado son demasiado baratos y los precios no reflejan la carencia real. En consecuencia, se utilizan de forma desproporcionada y no se hace ningún esfuerzo para que los procesos sean más eficientes. Por ello, tal y como se explica en el informe, en las políticas de protección del medio ambiente se deberían establecer precios adecuados a los recursos naturales para que el precio sea equivalente al valor.
Una adecuada política de subvenciones y multas contribuiría de manera importante a una mejor explotación de los recursos y a un esfuerzo por mejorar la eficiencia de los procesos. Por último, la FAO considera que los consumidores también tienen algo que decir. Esto se debe a que los consumidores pueden promover un comportamiento ambientalmente responsable. Y no sólo por cuidar el medio ambiente, sino por sí mismos.
Parece que la demanda de servicios ambientales está creciendo. La FAO anuncia una evolución en esta demanda. En primer lugar, el crecimiento de la demanda se debe a intereses cortoplacistas como los mosquitos y los malos olores. Posteriormente, los consumidores demandan agua y aire limpio y finalmente se preocupan por temas generales y de más largo plazo como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Si la visión de la FAO es correcta, como todos somos consumidores, todos somos responsables de la sombra del crecimiento del ganado en el medio ambiente. Y también la de disminuir esa sombra.