"Tuve curiosidad por aprender química"

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

En diciembre de 2014, la revista Elhuyar creó la sección "En acción", con el objetivo de recoger las vivencias de las jóvenes investigadoras. De hecho, el sistema científico a menudo oculta sus aportaciones e impulsa su abandono. Ante ello, la revista Elhuyar, con la colaboración de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV, ha traído sus voces al centro. Ahora, con el objetivo de profundizar en la perspectiva inclusiva, la revista ha decidido ampliar el apartado a otros que están ocultos. El primer ejemplo es Oier Lakuntza Irigoien.
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Ed. Oier Lakuntza en Irigoien

Oier Lakuntza Irigoien tiene la vista perdida y la audición disminuida. Esto no le ha impedido ser bertsolari e investigador del CIC Energigune. No ha sido un camino fácil.

Por ejemplo, cuando decidió estudiar ciencias en el bachillerato, ha recordado que los de su entorno le recomendaron tocar las letras porque les resultó más fácil: “Me decían que podía hacer algo como periodismo o filología vasca. Pero siempre tuve ganas de aprender ciencias, sobre todo química. Y sabía que, si no me ponía, me iba a quedar para siempre”.

Confiesa que cada vez que iniciaban un nuevo tema de la química se le suscitaba curiosidad. Ese fue su deseo de aprender química y no se le arrepentió. No podía realizar prácticas de laboratorio: “Estaba al lado y a veces me aburría. Intentaba comprender los procedimientos y trabajar a nivel teórico, pero no podía experimentar.

Además, tenía dificultades para tomar apuntes. De hecho, el sistema de escritura por ordenador de braille no tiene signos de fórmula científica. Por lo tanto, tenía que pedir apuntes a los compañeros de la escuela y en casa recibía la ayuda de sus padres para completarlos. “Era un gran trabajo y además tenía que pedírselo para avanzar, tanto para obtener apuntes como para explicar a los profesores mi situación. Es cierto que por parte de algunos compañeros de clase recibí una gran ayuda, y algunos profesores también intentaban mucho, pero por parte de la universidad no encontré una estructura para hacer frente a estas situaciones”.

A pesar de las dificultades, obtuvo muy buenos resultados. Así, cuando terminó la carrera, se preguntó si debía dejar ahí su trayectoria científica y decidió seguir en el mundo de la química. Sabía que en un laboratorio le iba a ser imposible, pero descubrió que en la Universidad del País Vasco había un doctorado en química teórica y computacional, y se puso en contacto con su jefe, Jesús Ugalde Uribe-Etxebarria.

“Me recibieron bien y decidí hacer allí el doctorado”, explica Lakuntza. Realizó su tesis sobre la activación del metano y el postdoctoral fue a Tarragona, Instituto Catalán de Investigación Química. Pero su objetivo era volver a Euskal Herria, y cuando se enteró de la posibilidad del CIC Energigun, se lo pasó.

Carencias y carencias

De hecho, a pesar de que en el CIC Energético se dedica principalmente a la investigación aplicada, existe un equipo dedicado a la química computacional que le pareció que podía ser un buen lugar para seguir investigando: “Hablé con el jefe de ese grupo, me acogió bien y cuando obtuve la beca ministerial Juan de la Cierva me fui a allí. Desde entonces estoy trabajando ahí”.

A pesar de haber conseguido progresar, no ha sido un campo de caminos, ha tenido que enfrentarse a multitud de obstáculos. “Es cierto que desde que salí de la facultad no he pisado ningún laboratorio. He trabajado en química teórica y, en ese sentido, me ha sido más fácil adaptarse. En cualquier caso, me costó mucho pasar de ser estudiante a tener una mentalidad investigadora. De la misma manera, noté una tendencia desproporcionada por parte de los demás a querer facilitar muchas veces las cosas. Por ejemplo, como soy ciego, necesito más tiempo y dedicación que los que ven para entender algunos aspectos, y muchas veces me dijeron que, en vez de dedicarme a explicar las cosas, lo haría otro. Después de terminar el doctorado, vi también una especie de miedo a qué camino iba a ir…”, ha aceptado Lakuntza.

En su opinión, si la ciencia tiene que ser realmente integradora, habría que cambiar estas cosas y cree que sería conveniente que en los centros de investigación y en los centros de trabajo haya más recursos y apoyos para atender a las necesidades especiales. “Hay un gran vacío y una carencia. Cuando entré en el grupo de química computacional de la UPV, yo era el primer ciego que entraba allí, y no había nada previsto para adaptarse y trabajar con los demás”.

Ahora el CIC Energigune investiga en materiales para almacenar energía. El trabajo que ha realizado hasta ahora, por tanto, es muy diferente y ha supuesto un gran reto. “Pero creo que lo he superado bien”, afirma. De cara al futuro, prefiere ir al día sin grandes previsiones: “La estabilidad en el mundo de la investigación es difícil y con mis limitaciones me va a resultar aún más difícil. De momento tengo un contrato para otro año en el CIC Energigun y luego lo veremos. Si como pamplonés encontrara algo allí, me encantaría”. Si regresa a Pamplona, ni siquiera abandona el mundo de la investigación, pero, mientras tanto, seguirá investigando para satisfacer su curiosidad.

Oier Lakuntza en Irigoien

Nacido en Pamplona en 1985. A los 6 años de edad, el síndrome de Wolfram, fue diagnosticado de una enfermedad neurodegenerativa rara. Terminada la licenciatura en Química, ya siendo ciega y sorda, realizó el doctorado en Química Teórica y Computacional en la UPV bajo la dirección de Jesus Ugalde Uribe-Etxeberria. Tras dos años de estancia en el Instituto Catalán de Investigaciones Químicas (ICIQ), actualmente es investigador del CIC Energigune.

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