Los temas científicos rara vez llegan a los medios generales. Pero hay excepciones, y una de ellas ha sido la última investigación de Amaia Arranz Otaegui: en la zona que hoy es Jordania, han demostrado que hace 14.000 años fabricaban pan en forma de talo.
Arranz está satisfecho con la difusión de la investigación y da mucha importancia a la divulgación: "La mayoría de las investigaciones no llegan a la sociedad. La labor de los investigadores es la de socializar nuestro trabajo; en definitiva, es una forma de devolver a la sociedad lo que hemos puesto para financiar nuestra investigación". Dice que para ser un buen divulgador hay que aprender, pero para empezar basta con tener voluntad: "Con esta investigación me han llamado de muchos medios y ha sido una experiencia muy bonita". Tan bonito que querría seguir profundizando en la divulgación.
Si bien se percibe que le gusta la divulgación, muestra aún más pasión al hablar de investigación. Ha reconocido que desde pequeños le gustaban la paleontología, la arqueología, etc.: "Mi hermano tenía unos fósiles con los que iba. Con Egipto me fascinaba, leía todo. Al final, con quince años, conseguí ir a Egipto con mi madre y empecé a llorar en el museo, emocionado".
Tenía claro que quería ir por ese camino y para ello se fue a estudiar Historia a Barcelona, porque había profesores muy buenos y tenía ganas de alejarse de casa. Al finalizar la licenciatura solicitó una beca del Gobierno Vasco para realizar el máster y la tesis. "La cuestión era que no podía elegir el tema, me gustaba todo. Por ejemplo, hablé con Paco Etxeberria... Justo entonces me invitaron a una excavación en Siria, con un equipo de Barcelona, en el que estaban Juan José Ibáñez, un importante investigador de Barcelona, y Lidia Zapata, que ha desarrollado la arqueobotánica en Euskal Herria. Y me propusieron el tema de la tesis: investigar sus restos vegetales, el origen de la agricultura y todo eso. A mí me parecía que ese tema estaba muy estudiado y que todo era conocido, pero dije que sí".
Así comenzó la vinculación con Oriente Próximo. Hasta que estalló la guerra de Siria, se trasladó cada año al yacimiento y desde entonces se traslada a Jordania. También ha visitado Líbano y siempre ha vuelto a Oriente Próximo. "De ahí vuelvo con pena, porque allí dejo más amigos que compañeros".
No todo es dulce, pero también le ha tocado vivir situaciones desagradables, sobre todo en Irán, por ser mujer: "Está muy jerarquizado y, si eres mujer, estás por debajo de todos. Yo menos mal que era doctor, si no, no me iban a tener en cuenta para nada. Y sin embargo, no me permitían hacer nada solo, no tenía libertad". En Jordania, sin embargo, la situación es diferente, y allí no tiene problemas para trabajar de frente con los investigadores de la zona. "Los que mandan son todos hombres, pero eso también hoy en Europa".
También encuentra otras dificultades, no por ser mujer, sino por poner patas arriba lo que está escrito. "Mostrar que se hacía pan en el Paleolítico va en contra de lo que se pensaba. Pero no es el único ejemplo, en otras ocasiones hemos demostrado que la idea era errónea y no quieren aceptarla. Por ejemplo, siguen diciendo que en Turquía se domesticaron las plantas por primera vez, aunque nuestros descubrimientos han demostrado que no es así. Hay grandes resistencias". Sin embargo, Arranz no se queda en silencio y con los brazos cruzados, y se dedicará a investigar con tanta pasión como hasta ahora para conocer y dar a conocer su pasado.Nació en Tolosa en 1987. Tras licenciarse en Historia, cursó el Máster en Cuaternario en la UPV. Durante su doctorado trabajó en Arqueobónica, explorando las plantas de varios yacimientos de Oriente Próximo. Actualmente es investigador postdoctoral en la Universidad de Copenhagen y sigue investigando la transición cazador-recolector/agricultor.