Saioa Martínez de Lahidalga Azkue está volcada en prepararse para el examen MIR. Lo hizo el año pasado, pero no le salió tan bien como quería y, como no quiere cambiar de residencia, lo volverá a hacer con la esperanza de obtener un mejor resultado. Paralelamente, sigue formándose en temas de su interés, estrechamente relacionados con la sanidad: lengua y género.
Desde pequeño ha tenido ganas de aprender medicina, pero dice que no sabe de dónde viene porque no tiene médicos en su familia: "Muchos de los compañeros de la facultad ya tenían en la familia a alguien que se dedicaba a la sanidad o que había hecho algo: médico, enfermera... En nuestro caso no hay ni científicos. Pero siempre me ha gustado la biología y cuando empezamos a aprender el cuerpo humano me resultó muy atractivo. Y en parte también tenía ganas de ayudar a los demás".
Sin embargo, mientras estudiaba, se dio cuenta de que la práctica médica es variada y que a veces se cuestiona la vocación, aunque se menciona con frecuencia. "Lo que más me gusta es la relación que se crea con los pacientes", ha reconocido. Al principio se veía en pediatría porque le gustaba mucho estar con los niños. Sin embargo, en las prácticas se da cuenta de que prefiere a los pacientes adultos porque la comunicación con ellos es más enriquecedora. "Con los niños es muy bonito, muy duro, pero la comunicación es más limitada. Me he dado cuenta de que me llena mucho la escucha activa, aunque en las consultas es difícil por falta de tiempo. En estos casos intentamos dar citas dobles o visitar a casa..."
Sabiendo esto, es fácil entender por qué la lengua es tan importante para Martínez de Lahidals. La Gestión de las Lenguas en la Atención a la Salud ha realizado un postgrado y, en el proyecto final, ha investigado la influencia de la lengua en la atención sanitaria a las personas mayores.
En el trabajo de fin de grado se centró en otra preocupación, el género. Dice que es muy aficionado al deporte y que, aunque había muchos estudios médicos sobre deportistas, en la mayoría de los casos sólo estudiaron a los hombres. Así que la mujer deportista quiso hacer una investigación que tenía sujetos. “Desde el principio tenía claro que sería un trabajo centrado en la fisiología femenina. La fisiología de las mujeres debe estudiarse investigando a las mujeres, no a la estudiada en los hombres, y aplicando los resultados obtenidos en ellas a las mujeres. Como los niños no son adultos de pequeño tamaño, las mujeres no somos seres sin pene”.
Recuerda cuando tomó la decisión: “Hace tres o cuatro años fui a ver una regata y cuando terminó la misma escuché a un preparador físico masculino de un equipo femenino que hay que entrenar como tíos. Esa es la frase que suscitó en mí la llama. Mi objetivo principal era dar una respuesta a ello y tener en cuenta la influencia que nuestros procesos fisiológicos pueden tener en el rendimiento. Como ya somos, pediría que nos estudien, que nos pregunten y que nos tengan en cuenta en las afirmaciones”. Así, la influencia del ciclo menstrual en el rendimiento de las mujeres remeras: realizó un trabajo sobre la percepción de la regla en dos grupos de mujeres y su influencia subjetiva y objetiva en el rendimiento de los remeros.
Martínez de Lahidalga tiene claro que los factores de exclusión coinciden en muchos casos y menos están investigados. "He encontrado la única investigación que estudia el género, la edad y el lenguaje juntos. En Turquía es una investigación con mujeres migrantes mayores, pero en la bibliografía no he encontrado más. Hay mucho que hacer".
De hecho, tras la realización del postgrado sobre gestión lingüística, se analizaron las carencias desde el punto de vista de las lenguas minorizadas para ver qué se podía hacer en la segunda edición. "Yo creo que faltaba incorporar la variable de género: no es lo mismo ser médico en una lengua minorizada que ser mujer o ser hombre. Entre nosotros hemos mencionado muchas veces que al ir a las prácticas las mujeres siempre nos nombran como acompañantes y los hombres son compañeros".
Este eje se centrará también en los cursos de verano de la UEU, que está preparando una conferencia sobre las lenguas minorizadas y las mujeres en la sanidad. Dice que históricamente se ha jugado una paternidad en sanidad. "Y a pesar de que el mayor porcentaje de médicos y enfermeras sigue siendo femenino, muchos de los jefes de servicio son hombres".
Reconoce que no siempre es fácil darse cuenta de la discriminación: "Hasta que fui a estudiar a Bilbao, no me di cuenta de que mis derechos lingüísticos no están garantizados. Muchas veces no te das cuenta de la opresión hasta que la sufres. Por eso es importante concienciarse y unirse a los demás para trabajar conjuntamente en defensa de los derechos, tanto lingüísticos como de género".
La vulneración de derechos también afecta directamente a los pacientes. Por ejemplo, en un estudio realizado en EE.UU. se observó que entre quienes no recibieron atención sanitaria en su lengua, la adhesión al tratamiento, el grado de satisfacción y el uso de servicios sanitarios son menores. “El lenguaje, al fin y al cabo, no es una elección, es fundamental para uno mismo, y no creo que le dé la importancia que tiene en la sanidad”.