Este año se cumplen 25 años de la creación de medicamentos antirretrovirales contra el VIH. Es una efeméride celebrable. Y es que, contra lo que entonces se pensaba, fueron un punto de inflexión decisivo en la evolución de la enfermedad y en la esperanza de vida de los infectados por el virus. Los fármacos antirretrovirales fueron el primer tratamiento eficaz, el primer paso hacia la inmortalidad.
Las palabras escritas recientemente por uno de los investigadores que hicieron posible este paso, Samuel Broder, son reveladoras. Muy poco, casi nada sabían entonces los investigadores sobre el sida y así lo recuerda: “Considerar que detrás del SIDA había un retrovirus no solucionó mucho: los retrovirólogos, en general, creían que era más importante buscar una vacuna antivirus que desarrollar terapias antirretrovirales. Se consideraba que las terapias antirretrovirales serían inútiles y los pacientes, médicos e investigadores estaban descontentos”.
Pocos creían entonces que, veinticinco años después, los protagonistas del éxito y del fracaso serían los contrarios. Gracias a los antirretrovirales, el sida ha pasado a ser una enfermedad crónica entre quienes tienen terapia. No sólo eso, es una enfermedad que desde el punto de vista médico se puede llevar con una buena calidad de vida. Esta es la diferencia entre la muerte y la vida para el paciente y, por tanto, un éxito sin excusas. Eso lo sabe bien la persona con SIDA que hemos entrevistado para este número de diciembre.
Junto a la terapia, la eficacia, el bajo coste y la facilidad de uso de las medidas preventivas han sido fundamentales para que en nuestra sociedad la evolución del sida sea positiva.
Y gracias a ello, la principal esperanza inicial, la vacuna, que ha sido un gran fracaso. Cuando en 1983 se identificó el virus del sida, se pensaba que durante dos años lo tendrían en fase de prueba. Desde entonces, sin embargo, se escapa una y otra vez a los investigadores, y nadie se atreve a decirles cuándo será. Afortunadamente, ya no ha muerto ni vivo. Será una herramienta importante para aprender sobre el VIH y los retrovirus y para combatir la infección, pero en 2010 no es un obstáculo para evitar la propagación del sida ni el conocimiento científico ni la tecnología.