Cuando se utilizan las bases biológicas para explicar el comportamiento de un animal, el hábito y la tentación de hacer una excepción con nosotros mismos son grandes. Y no sólo por aquellos que tienen una visión del mundo religiosa y consideran al hombre como algo único. Por motivos muy diferentes, muchos de los que se situarían en el otro extremo de la cuerda han optado por la misma opción, atribuyendo únicamente a la cultura y a los procesos de aprendizaje, por ejemplo, las diferencias en la naturaleza o comportamiento de hombres y mujeres. Ha llegado a ser políticamente erróneo, en algunos casos, reivindicar lo contrario; decir que somos el resultado de nuestra historia evolutiva y de nuestro quehacer biológico, como si se tratara de justificar conductas que en nombre de la igualdad y los derechos humanos consideramos discriminatorias.
No creo que sea mentira defender aquí. Tan absurdo como rechazar de raíz las consecuencias de la naturaleza biológico-evolutiva del ser humano es basar en ellas nuestros valores éticos y sociales. Conocemos los peligros denunciados por el abuso del darwinismo social y la falacia naturalista.
Sin embargo, además de adaptar lo que somos, la biología humana y la cultura humana nos han proporcionado herramientas para adaptar lo que queremos ser. Desperdiciar herramientas es no avanzar reconociendo y comprendiendo los efectos que la biología y la cultura tienen sobre nosotros mismos y entre sí. El psicólogo Eduardo Fano dice claramente en las páginas interiores que, a pesar de las adaptaciones de cientos de miles de años, estudiamos a la especie humana como si no hubieran influido muchas de las cuestiones que afectan a nuestro comportamiento, y que ignoramos los fenómenos obvios.
La serie de reportajes "Razones de sexo" de esta revista analiza desde el punto de vista biológico y evolutivo algunas de las características del comportamiento humano: actitudes hacia los hijos, infidelidad y celos, monogamia y poligamia, homosexualidad... Hablamos de las causas del sexo y de las consecuencias de ser animales sexuados. Sin excepción.