Testimonio de un cambio de enfoque

Carton Virto, Eider

Elhuyar Zientzia

Para mirar a lo que somos desde otro punto de vista y expresar el peso de los microorganismos que habitan en nosotros, un truco eficaz es imaginar al hombre como una colonia enorme de células. En esta representación, algunos miembros de la colonia son células humanas, especializadas en ésta o en ella, y muchos son bacterias, que cooperan o compiten entre sí dentro del envoltorio que es el cuerpo humano. La imagen está redondeada por un dato relacionado con el ADN: el genoma humano secuenciado es sólo el 10% del ADN corporal, el resto es de microorganismos.

Los protagonistas de este número son algunos de estos microorganismos, concretamente las bacterias que habitan en nuestro intestino. Decir que son esenciales para el desempeño de determinadas funciones relacionadas con la digestión no es ahora nuevo. Y que pueden ser responsables de determinadas enfermedades. Sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años han puesto de manifiesto que tienen muchas más funciones y han supuesto un cambio profundo en nuestra visión de las bacterias intestinales.

Las investigaciones han demostrado su participación no sólo en el metabolismo, sino también en otros muchos aspectos como la inmunología y la neurología. La relación entre las bacterias intestinales y nuestro cuerpo es tan estrecha que la consideración de órgano es una visión cada vez más extendida. Así lo reconoce, entre otros, el investigador de inmunogenética de la UPV/EHU, José Ramón Bilbao.

A lo largo de las diez páginas de este número hemos recopilado el testimonio de este cambio de enfoque y contad cómo las bacterias intestinales han pasado de ser “enemigas” a “socorristas necesarios” en unos casos a ser “débiles”; “órganos”. Todos los argumentos que componen el testimonio no son fáciles de digerir en la primera lectura, y algunos son de lectura lenta. Por ejemplo, el camino que puede ir de las bacterias intestinales al autismo no se realiza de inmediato. Sin embargo, las razones para pensar que la intervención que tienen en nosotros puede ser de esa naturaleza no son excluyentes.

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