El fracking o la fractura hidráulica en cuestión

Carton Virto, Eider

Elhuyar Zientzia

La extracción de gas en Álava por fractura hidráulica ha generado un intenso debate desde el mismo momento de su propuesta. La noticia de la propuesta la tuvimos en 2011 a través de unas declaraciones del entonces presidente Patxi López en un viaje a Dallas. Pronto se dio a conocer a la sociedad los problemas ambientales y peligros de esta técnica, junto con los vídeos que acercaban una cerilla a los grifos y muestran el agua en llamas. Puede decirse que la desestimación, la desconfianza y el desconocimiento dominan la fractura hidráulica.

La fractura hidráulica es una técnica de extracción del hidrocarburo depositado en los poros de las rocas. Se sonda hasta la profundidad en la que se encuentra el gas y se introduce agua a presión, junto con otros compuestos, para romper las rocas para que el gas almacenado en ellas se vierta al pozo para su posterior recogida.

A pesar de ser una técnica que se utiliza en Estados Unidos desde hace tiempo, se ha extendido poco al exterior, entre otras cosas porque es más caro que la explotación de los tradicionales depósitos de gas. Sin embargo, a medida que se alcanza la cima de los hidrocarburos, el interés por las fuentes no convencionales ha aumentado, ya que lo que antes no era rentable parece ser más competitivo ahora.

Desde el punto de vista ambiental, los principales inconvenientes de la técnica son el riesgo de contaminación de acuíferos, la cantidad de agua que consume y la elevada superficie ocupada por las explotaciones. Por su parte, quienes no cuestionan la seguridad de la técnica destacan entre las ventajas el acceso a una mayor autonomía energética y la actividad económica que generará.

De todo ello se trata en páginas interiores la consultora de medio ambiente Itxaso Arostegi Olalde y el profesor de Mineralogía y Petrología de la UPV/EHU Javier Arostegi Garcia: sobre las características de la técnica, los proyectos de Álava, los posibles riesgos y oportunidades, la rentabilidad económica, las subvenciones y nuestra estrategia energética. Según ellos, hay una gran diferencia entre los posibles daños y beneficios de la fractura hidráulica, y hacen una apuesta por mirar a largo plazo, invirtiendo nuestro dinero en investigaciones que contribuyan a ahorrar y mejorar la eficiencia.

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