Ciencia y sociedad abierta

Pérez Iglesias, Juan Ignacio

Kultura Zientifikoaren Katedra

EHU-BFA

La ciencia y la tecnología han hecho posible la calidad de vida del ser humano. La ciencia y la tecnología han influido en la mejora de nuestras condiciones de vida en todos los ámbitos. A pesar de ello, en los últimos años, la desconfianza y, en algunos casos, la contraposición a la ciencia y a la tecnología han ido apareciendo en nuestra sociedad.
Ciencia y sociedad abierta
01/07/2009 | Pérez Iglesias, Juan Ignacio | Catedrático de Fisiología de la UPV
Si se da credibilidad a las creencias, se quita en la misma medida credibilidad al conocimiento basado en evidencias.
©iStockphoto.com/Sage Yagol

Esta tendencia tiene muchas caras. Uno es el pensamiento mágico, y un ejemplo cercano es el método de los tiempos que algunos utilizan para predecir el tiempo. Por otro lado, hay matanzas, una de ellas es la astrología, no es la única, pero tiene muchos seguidores. Las actitudes ecologistas extremas son contrarias a la ciencia y la tecnología, por lo que las actitudes contrarias a la investigación con semillas o seres vivos transformados no tienen sentido y están basadas en prejuicios y creencias. Por otro lado, las medicinas alternativas, muchas, pero la homeopatía es la más conocida y extendida. Y, por último, tenemos el creacionismo; entre nosotros, por el momento, no tiene mucha fuerza, pero en Estados Unidos y en los pueblos islámicos tienen una gran influencia sus seguidores y, por ello, está en peligro la enseñanza de las bases de las ciencias biológicas, con todo lo que ello supone.

Además, en el campo de la filosofía y el pensamiento, el postmodernismo y el relativismo cultural han dado protección intelectual a las actitudes contrarias a la racionalidad. Y es que el postmodernismo, cuestionando incluso el concepto de objetividad, ha atacado fuertemente la ciencia y el conocimiento basado en evidencias.

Como se puede observar, son muchas las actitudes contra la ciencia. Algunas de ellas tienen más importancia e influencia que otras, pero todas son peligrosas. Si se da credibilidad a las creencias, se quita en la misma medida la credibilidad al conocimiento basado en evidencias, lo que puede ser muy perjudicial, ya que se alimentan las tendencias hacia la desconfianza y la creencia en la ciencia. Estas tendencias pueden ser perjudiciales, ya que pueden tener consecuencias negativas para el futuro bienestar material e intelectual de nuestra sociedad.

Para decirlo, tengo dos razones. La primera se refiere a la valoración de la ciencia. Si situamos las creencias al mismo nivel de conocimiento basado en evidencias y, en general, cuestionamos el valor de la ciencia, no tendremos razón para valorar adecuadamente los productos basados en la ciencia. Y, por tanto, ¿para qué la ciencia y la tecnología? Lógicamente, si esto se cuestiona, el incentivo de los poderes públicos a la ciencia y la tecnología será menor, con las consecuencias que ello comportaría.

Pero, como hemos dicho, hay otra razón, tan importante como la primera, si no es más importante. Echemos un vistazo a la época en la que se puede situar el origen de la ciencia, por supuesto el Siglo de las Luces. Es conocido que en aquella época, además de crear ciencia, se establecieron las bases de sociedades abiertas y democráticas. De hecho, las obras del pensador John Locke, miembro de la sociedad científica Royal Society, influyeron en la definición de las características básicas de los actuales Estados liberales y democráticos. Y no fue una casualidad porque las bases de la ideología de la sociedad abierta y del conocimiento científico son las mismas. Ambos se basan en la libertad, la duda, la tolerancia y el optimismo, siendo sus principales enemigos el prejuicio, la intolerancia, el dogmatismo y el pesimismo.

Si prevalecen las actitudes contra la ciencia, se pondrán en duda las bases de la ciencia. Y, por tanto, si reconocemos que las bases de la sociedad abierta son las mismas que las de la ciencia, ambas se pondrán en cuestión. En definitiva, si la evidencia no es el criterio principal para buscar la verdad, ¿por qué deberíamos aceptar, por ejemplo, que todos los individuos somos iguales y que tenemos que tener los mismos derechos? Los bienes materiales no son los únicos en juego. Cuando he dicho que nuestro bienestar futuro está en juego, he incluido también los bienes intelectuales y políticos. No pensemos que esto no puede pasar. En ningún sitio está escrito que las sociedades tengan que avanzar siempre o que el desarrollo de la ciencia y el conocimiento no pueda volver atrás.

Tenemos que tener claro que si los fundamentos de la ciencia son sólidos, la nuestra será una sociedad más abierta, democrática y libre. O dicho de otro modo: el conocimiento --y en este caso la ciencia - nos hace más libres.

Pérez Iglesias, Juan Ignacio
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