Los matorrales son aves de enorme tamaño que, a pesar de sus ventajas en la naturaleza, les ha llevado a convertirse en perdedores en zonas dominadas por el hombre, como en el País Vasco, dejando sin posibilidad de ocultarse de las miradas de los enemigos principales. No es de extrañar, por tanto, que las tres especies que habitan en el País Vasco se encuentren amenazadas y necesitadas de normas que las protejan.
A veces llega otra especie, pero entre nosotros conviven tres especies de carroñeros: el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), el alimoche (Neophron percnopterus) y el buitre leonado (Gyps fulvus). Aunque las poblaciones de los dos primeros son muy limitadas, el buitre leonado es bastante acusado y abundante. Aunque las tres tienen características diferenciadas, la alimentación las equipara: toda la figura está especialmente adaptada a la localización y deglución de cadáveres, como la forma de volar y las cornisas de las rocas que eligen para anidar.
Así, la mayoría de las medidas de protección de estas especies serán similares. Aprovechando la oportunidad concedida para completar la Ley de Protección, se ha iniciado la elaboración de un Plan de Gestión único para tres en la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV).
Las condiciones principales que deben cumplirse para mantener las poblaciones de una determinada especie pueden agruparse en dos grandes grupos: la idoneidad de los hábitats y la disponibilidad de alimentos suficientes. De hecho, hay un tercer agente que es la percepción que los seres humanos tenemos de estos animales. Suelen ser dos tipos de actitudes. Por un lado, su beneficio como limpiador de cadáveres ha sido ampliamente reconocido. Pero, por otro lado, las agresiones que se han producido en los últimos años a las reses vivas han hecho que a menudo se haya impuesto una posición contraria, sobre todo entre las relacionadas directamente con el ganado. Por ello, en un apartado del Plan se recuerda la prohibición de atacar o perturbar directamente a la categoría de especies protegidas legalmente.
En cuanto al hábitat, nuestros carroñeros recorren la mitad de su vida en el aire y sus principales zonas de aterrizaje (roquedos y pastos de montaña) suelen ser solitarias. Así las cosas, las obligaciones del plan de gestión se complementan con unas disposiciones generales en las que los terrenos que más necesitan para alimentarse se denominan "zonas de especial interés alimenticio" y, dentro de ellas, aquellos en los que los buitres blancos o quebrantos son esenciales para nidificar o sobrevivir. El objetivo principal de estas denominaciones es que estas aves sufran el menor perjuicio posible por nuestra causa.
La cuestión de la comida es totalmente diferente. Y sin duda la cuestión que más problemas ha generado en las últimas décadas. La población de buitres leonados ha sobrepasado los límites adecuados. Pero, ¿son reales la sobrepoblación y las aves la insatisfacción? Para responder a estas preguntas es conveniente conocer los datos. Según datos de población, el buitre leonado ha llegado a miles en dos décadas de su casi desaparición, y sigue en auge. Por ejemplo, en 2009 se contabilizaron en Navarra 2.783 alimoches en el territorio con más buitres leonados, y lo mismo ha ocurrido en los territorios limítrofes.
Con esta proliferación, los buitres leonados han llegado a zonas que "nunca" se habían visto y han despertado las preocupaciones y miedos que nos genera lo que nos conoce. Por otro lado, hay quien dice que han cambiado de comportamiento. Dicen que han empezado a atacar a la cabaña viva, y que la razón es evidente, ya que al proliferar tanto necesitan mucha comida y, como los restos encontrados son insuficientes, comienzan a alimentarse de animales vivos.
Los buitres siempre han tratado de sacar provecho no sólo de los cuerpos, sino también de los animales incapacitados de una u otra manera, como los que quedan encadenados en los excrementos de las rocas o los que tienen problemas durante el parto. Es razonable que a medida que aumenta el número de carroñeros aumenten también este tipo de ataques, pero hay un camino demasiado largo para concluir que son demasiados.
Para saber si hay demasiados carroñeros hay que comparar las necesidades alimenticias de las poblaciones actuales con la posible oferta de alimentos (cadáveres de ganado extensivo en montaña). En los últimos 15 años se ha producido un aumento en el número de cabezas de ganado mayor (bovino y yeguas) y un descenso en el de ovino, así como un aumento en el peso vivo. Dado que en los pastos extensivos muere alrededor del 5% anual de la cabaña ganadera, la oferta alimentaria anual se acerca a las 2.000 t.
¿Y la necesidad de comida? Dado que cada ave necesita diariamente entre 1 y 1,5 kg (en función de la estación del año) y que en la CAPV y sus alrededores hay unas 2.000 aves, se necesitan entre 800 y 1.200 t anuales. Hay otras especies de animales que aprovechan animales muertos como el zorro o el jabalí. Para estos animales, sin embargo, son alimentos esporádicos y no tienen gran influencia sobre las cantidades estimadas.
Por lo tanto, está claro que la oferta de comida satisface sobradamente las necesidades de alimentación. Sin embargo, la oferta de comida no es regular, pero a esta situación se encuentran necesariamente bien adaptados. Cuando pueden comer lo máximo posible y pueden pasar más de un mes sin probar el tentempié.
Hay otra circunstancia importante en estas cuentas de comida. Debido a la enfermedad de las vacas locas, en el año 2002, la legislación europea estableció la retirada de los animales muertos y la necesidad de un tratamiento especial. Esta ley podría suponer una disminución de la oferta alimentaria de los carroñeros y un descenso de la población. La verdad es que en el País Vasco no ha ocurrido nada parecido, sobre todo porque es muy difícil cumplir con esta legislación: la mayoría de los animales mueren en el monte y cuando el dueño va, está comido.
Ahora ya no es un problema y la legislación se ha agilizado. Permite el abandono de cadáveres de animales en el monte siempre que se cumplan determinadas condiciones higiénico-sanitarias.
Este es el plan de gestión que realiza el mencionado plan de gestión. Los montes de la Red Natura 2000 de la CAPV han sido declarados como zonas de protección para la alimentación de los carroñeros, ya que son los terrenos en los que se concentran casi todos los animales que crecen en ganadería extensiva.
En definitiva, destaca la importancia que tiene el ganado de montaña para la supervivencia de las especies carroñeras de fauna.
Teniendo en cuenta estas premisas, queda patente que la ganadería extensiva y la creciente integración de la conservación de la naturaleza redundan en beneficio del patrimonio natural e indirectamente en la sociedad.
Si se quiere garantizar el futuro de las especies carroñeras, es imprescindible tratar de aunar diferentes perspectivas para que los intereses económicos y ecológicos sean complementarios en aquellos casos en los que puedan ser contrapuestos.