¿Cómo veo la salud y la salud dentro de 50 años? Tengo claro cómo quiero que sea la sanidad del futuro, pública, de calidad y vasca, que ponga en el centro y cuide la salud de toda la ciudadanía vasca. Adivinar cómo será en el futuro no es tarea fácil. Me pongo mirando al futuro y soy pesimista porque en el ámbito de la salud hay razones para ser muy negativo.
Se sabe que el modelo de vida y consumo de los que hoy vivimos en los países ricos del mundo tiene un impacto negativo en nuestra salud física y emocional. Como ha dejado claro la pandemia del COVID-19 de los últimos años, las desapariciones de ecosistemas provocadas por las actividades humanas favorecen los procesos de zoonosis y pueden aparecer pandemias que comprometen nuestra salud. Pero más allá de la destrucción de los ecosistemas, nuestros hábitos de avsionamiento y ocio, el ritmo estresante de trabajo, la pobreza… influyen directamente en nuestra salud física y emocional.
Consecuencias
de la vida actual Estudios que prevén la prevalencia futura de determinadas enfermedades apuntan a un aumento significativo de la obesidad, la diabetes, el cáncer y las enfermedades mentales. Por ejemplo, según la Federación de Diabetes Internacional, entre 2019 y 2045 la prevalencia de diabetes aumentará 1,6 puntos en las personas entre 20 y 79 años.
En el caso de la obesidad, las previsiones tampoco son buenas. Tomando como base los datos actuales de 18 países europeos y EEUU, se espera que la prevalencia más elevada de obesidad entre los hombres entre los años 2030 y 2052 y entre las mujeres entre 2026 y 2054. Se sabe que la aparición de la diabetes y de la obesidad está muy influida por la alimentación y el sedentarismo. Es decir, para prevenir estas enfermedades es necesario cambiar la alimentación y los hábitos de vida.
Otra enfermedad que sufrirá una fuerte subida en los próximos años es el cáncer. Sin cáncer, cánceres. De hecho, se prevé un aumento considerable de la aparición de diferentes tipos de cáncer. Según un informe publicado por la Sociedad Española de Oncología, en España se preveían 280.101 casos de cáncer en 2022, mientras que en 2040 se espera que la incidencia alcance los 340.000 casos, un 21,7% más que en 2022. Aunque la aparición de cánceres está muy influenciada por hábitos insanos, por el consumo de alimentos procesados, por el consumo de alcohol o por el consumo de tabaco, es como uno de los factores de riesgo más importantes. El riesgo de padecer cáncer aumenta considerablemente a partir de los 50 años. Así, desde el nacimiento hasta los 80 años, los hombres se enfrentan al riesgo de desarrollar el cáncer en un 4mundo, y las mujeres en un 27,6%. A los 85 años estos valores son del 48,6% y 32,2% en hombres y mujeres, respectivamente.
La cuestión de las enfermedades
mentales En cuanto a las enfermedades mentales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019 casi mil millones de personas padecían alguna enfermedad mental, entre ellas el 14% de los adolescentes en todo el mundo sufría algún trastorno mental. De las 100 muertes ocurridas ese año al menos una fue suicidio, y el 58% de los suicidios se produjo entre las personas menores de 50 años. La pandemia del COVID-19 empeora la situación ya que sólo en el primer año de pandemia los casos de depresión y ansiedad aumentaron un 25%.
En un contexto de cada vez más frecuente enfermedad mental, cada vez hay menos recursos para atenderla, ya que un porcentaje muy reducido de personas con enfermedad mental disponen de una atención eficaz, accesible y de calidad en su diagnóstico y tratamiento. Por ejemplo, el % de los móviles que tienen psicosis en todo el mundo no reciben atención para tratar enfermedades mentales. Pero las diferencias son notables: en los países con ingresos elevados, el 79% de las personas con psicosis reciben tratamiento frente al 12% de los países con ingresos bajos. En el caso de la depresión, la atención prestada por los servicios de salud es insuficiente en los países más ricos, y menos aún cuando tienen bajos ingresos. En los países ricos sólo un tercio de las personas con depresión reciben atención y sólo un 23% recibe un tratamiento adecuado contra la depresión.
Sanidad pública y fuerte
Los datos demuestran que la situación actual no es buena y que empeorará en el futuro. Para hacer frente a muchas enfermedades será imprescindible cambiar nuestro modelo de vida y consumo. Y también es un reto importante reforzar los actuales sistemas de salud y extender la cobertura a todos los países del mundo. En un sistema sanitario eficaz, la prevención de enfermedades y el diagnóstico precoz son claves y para ello es necesario reforzar la atención primaria.
Aunque las diferencias negativas son múltiples, no quisiera terminar sin mencionar los avances realizados en los últimos años en el campo de la salud y la investigación biomédica. Es innegable el aumento de la esperanza de vida en los últimos años, a pesar de la evidente brecha entre países. Se puede afirmar, sin duda, que el aumento de la esperanza de vida es reflejo de los logros de la investigación biomédica.
Los retos de la investigación
biomédica Para entender cómo será la sanidad del futuro no hay más que mirar al pasado. Hace 100 años había muchas muertes por diabetes, hasta que en 1922 se introdujo por primera vez la insulina como tratamiento. Seis años más tarde, en 1926, se descubrió la penicilina, un tratamiento frente a muchas infecciones. Desde entonces hemos conocido la vacuna antipolar, los trasplantes cardíacos, las resonancias magnéticas, los retrovirales contra el VIH, la secuenciación del genoma humano, el ojo biónico, la terapia génica y, cómo no, las vacunas basadas en el mRNA. Estos avances biomédicos han servido para salvar millones de vidas y mejorar el diagnóstico y aliviar la gravedad de muchas enfermedades.
Aunque todo parece acertado, en los próximos años la investigación biomédica traerá enormes prejuicios en el cuidado de la salud y afectarán directamente al diagnóstico, tratamiento y curación de enfermedades. En el ámbito del diagnóstico se construirán biomodelos de enfermedades combinando el big data (base de datos clínicos) y la inteligencia artificial. En el mismo sentido, se avanzará en la identificación de biomarcadores no invasores para el diagnóstico de enfermedades, para lo cual cobrarán especial importancia los estudios de genoma, transcriptota y proteoma de enfermedades.
En lo que respecta a los tratamientos, la formación específica de fármacos con nanopartículas permitirá evitar o atenuar los daños laterales que actualmente sufren algunos tratamientos, como las quimioterapias. Además, la farmacogenética permitirá ajustar los tratamientos a determinados perfiles genéticos, lo que redundará en una mayor eficacia.
En el campo de los remedios, además del descubrimiento de nuevos fármacos y la terapia génica, parece que podremos construir órganos o partes del cuerpo a través de la bioimpresión. Los transplantes mundiales constituyen una buena oportunidad para hacer frente a la escasez de órganos.
Evidentemente, estos avances mejorarán nuestra calidad de vida y nuestra esperanza, pero sin duda la clave de una sanidad eficaz en el futuro será la mejora de la prevención de enfermedades. Para ello, habrá que invertir inevitablemente modelos de vida y consumo no sostenibles, porque cuidando la Madre Tierra nos cuidamos.