En febrero de 2010, el presidente Obama abandonó el programa Constellation de la NASA, lo que ha hecho que este programa vuelva a estar en boca de la gente. De hecho, el objetivo principal del programa Constellation era reenviar a los astronautas estadounidenses a la Luna. El estudio realizado por una comisión presidencial que evaluó drásticamente el programa de vuelos tripulados de la NASA puso de manifiesto que el presupuesto anual para el programa Constellation no se ajustaba a la cantidad necesaria, lo que suponía un enorme incremento de costes. La comisión recomendó al presidente que destinara los fondos disponibles a otras misiones para lograr el objetivo final de poner a un hombre en Marte.
El envío de astronautas a nuestro satélite siempre ha sido muy caro, razón que motivó la interrupción del programa Apollo antes de su finalización. ¿Merece la pena enviar astronautas si es mucho más barato enviar robots muy sofisticados? En definitiva, los robots no tienen por qué volver a la Tierra.
Para muchas de las tareas que se van a realizar es suficiente con el envío de un vehículo robotizado, que es lo que se está haciendo últimamente. Sin embargo, para determinados trabajos, como la selección de muestras o emplazamientos, es imprescindible la decisión de un ser humano cualificado que se encuentra en ellos, tal y como se vio claramente en el programa Apollo. Por tanto, es un buen objetivo colocar un astronauta en el lugar de estudio. ¿Quiénes están interesados en hacerlo? Para ello se está ampliando la lista de países en preparación. Además de la agencia espacial americana (NASA) --que parte de las misiones Clementine, Lunar Prospector, LRO y LCROSS -, la agencia europea (ESA) ha enviado una sonda SMART-1 con motores iónicos y prepara un módulo automático de aterrizaje que se aterrizará cerca del polo sur de la Luna. La agencia espacial japonesa (JAXA) nos enseñó una Luna terrible a través de las fotos recibidas por la sonda Kaguya y está preparando para enviar un robot humanoide que recorrerá la superficie de la Luna (a mí el robot me recuerda a Mazinger-Z). Rusia fue la primera en colocar un vehículo móvil en la superficie de la Luna ( Lunokhod-1 ) y actualmente prepara la misión de tomar muestras en el subsuelo. La India, tras el éxito de la misión lunar Chandrayaan-1, prepara misiones junto a Rusia. Por último, China envió en 2010 la misión Chang'e-2 a la Luna. China es el tercer país que con sus propios recursos ha enviado al espacio a los astronautas, que también han realizado paseos espaciales, y han manifestado su deseo de liderar la escena mundial. Por eso, China es un sólido candidato a desarrollar un programa espacial que envía a un astronauta a la Luna.
Pero si el objetivo es conseguir prestigio tecnológico, hay que ir a objetivos más lejanos, ya que en la Luna ya hay una bandera con barras y estrellas. Por ello, muchos tienen otro objetivo: Marte. Si la aventura de la Luna es muy cara, no digamos la de Marte. Por ello, se han creado proyectos de colaboración entre países para repartir entre todos los costes del envío de misiones espaciales al planeta rojo. Sin embargo, se trata de enviar sondas automáticas sin tripulación.
El envío de astronautas a Marte es mucho más complicado y peligroso que el envío a la Luna. Una aventura en la que se enfrentan a grandes retos tecnológicos. Para empezar hay que tener en cuenta el viaje. Con los propulsores convencionales (de combustión química) es imprescindible utilizar un recorrido de mínima energía, llamado órbita Hohmann, para reducir al máximo la cantidad de combustible que debería llevar el envase. Pero las rutas son largas, sólo se pueden utilizar en momentos puntuales (ventanas de tiro) y el tiempo necesario para realizar estas rutas es largo: casi 9 meses para llegar a Marte. Además, es imprescindible volver después de tres meses y volver a casa otros 9. Es un viaje largo, que no permite cambiar el recorrido, lo que no hace muy atractiva la misión, más aún sabiendo que el espacio para los viajeros es del tamaño del interior de un autobús. Las disputas entre pasajeros serían inevitables en un lugar tan limitado.
Los científicos están estudiando sistemas de propulsión más recientes, y uno de los más prometedores es el peculiar motor iónico VASIMR. Sin embargo, tiene el inconveniente de que necesita reactores nucleares como fuente de energía. Estos reactores son pesados y su peso sería una barrera importante para el vehículo hipotético. Reduce las ventajas del motor, aunque hay que tener en cuenta las ventajas: puede realizar rutas más energéticas (de menor duración) y permite anular la misión y volver a casa antes de tiempo (en 169 días).
Además, hay que tener en cuenta los riesgos en los recorridos espaciales, en las fases de descenso y subida y en la estancia en superficie de Marte: averías en motores o sistemas de soporte vital (aire, agua, temperatura, presión residencial o de indumentaria espacial, alimentos), emergencias médicas, accidentes en superficie, fugas de aire, agua o combustible y radiación continua (Marte no tiene magnetosfera protectora). Una aventura sin duda peligrosa.
¿Y para qué? ¿Qué motivos hay para emprender esta aventura?
La razón más básica es la misma que existe en el origen de la ciencia: saber más. En el caso de nuestro planeta vecino, la implicación es inmediata, porque sabemos que tiene agua: es posible que alguna vez haya residido allí, y si así fuera, puede que en Marte haya vida (tenemos que pensar en seres como bacterias, no marcianos).
Además, hay que tener en cuenta la reputación tecnológica que ya hemos mencionado, es decir, afrontar con éxito un reto de estas características, probando muchas nuevas tecnologías, y todo ello resumido en una foto: una bandera asentada en un pedregoso rocoso, acompañada de un astronauta.
Proponer objetivos más ambiciosos, como la instalación de colonias permanentes en la Luna o en Marte, es hoy sólo un deseo. La gran cantidad de agua y el descubrimiento de hielo en el subsuelo de Marte cerca del polo sur lunar facilitaría el autoabastecimiento de la colonia, así como la existencia de otros elementos de interés como He 3. En el caso de la Luna. Pero no es lógico pensar en la explotación comercial de los recursos, ya que el coste de la explotación es enorme.
Sin embargo, desde que el hombre es humano, siempre se ha extendido lo más lejos posible, por la necesidad y la curiosidad. Lo que tenemos ahora delante es, por tanto, un escalón más de esa escalera.