Las palomas que en adelante morirán en Bilbao, Donostia-San Sebastián y Vitoria-Gasteiz se utilizarán para conocer el grado de contaminación atmosférica en cadmio y plomo. La muerte de estas aves es un método habitual en las grandes ciudades para controlar la población y evitar la propagación de enfermedades. Un estudio realizado recientemente ha demostrado que se puede medir el grado de concentración de metales pesados en las entrañas de las palomas mediante análisis.
La introducción de estos metales en la cadena alimentaria puede afectar negativamente al ser humano, por lo que es importante conocer su presencia o no para tomar medidas. El plomo, entre otras cosas, daña el sistema nervioso y es muy tóxico. El plomo se acumula en las emisiones de los vehículos y de las calderas de carbón o fuel convencionales, mientras que el cadmio se debe a las aguas de los ríos contaminados por las minas.