No es posible en otras plazas, y en las redes sociales se reúnen (somos) expertos, opinadores, curiosos y entretenidos. En estos casos, la información se confunde con creencias y mentiras, por lo que conviene sacarla temporalmente del remolino y mirarla desde fuera. Así me fijé en la frase que de otra manera pasaría desapercibida: «La ciencia tiene sus limitaciones y hay que explicarlas».
Mario Fontan Vela, médico especializado en Medicina Preventiva y Salud Pública, fue expulsado en Twitter al explicar la nulidad de posibles pasaportes serológicos. De hecho, está bastante extendido que los tests y sus «pasaportes» sean la llave de oro para salir del confinamiento. Según esta opinión, si una persona da positivo en un test que detecta anticuerpos, sabría que sería inmune. No tendría riesgo de reinfección ni de contagio. Por lo tanto, tendría pasaporte inmunitario o serológico y no tendría que tomar medidas preventivas.
Esta propuesta plantea cuestiones éticas y legales. Entre otras cosas, al no poder realizar el test a toda la ciudadanía, ¿cómo elegir a quién hacerlo? Pero, al margen de ello, no tiene base científica. La investigadora Smriti Mallapaty, en la revista Nature, insiste en que la capacidad de los tests se ha sobrevalorado y los límites de los mismos son demasiado reducidos. Michael Busch, director del Instituto Vitalant, autor de los anticuerpos, ha declarado aún más brutal: «Es mejor no hacer test que un mal test».
Los tests son imprescindibles para saber cuánto se ha extendido y a quién ha afectado la pandemia. Los tests anticuerpos no detectan el virus, sino algunas de las defensas de los infectados contra los virus. De hecho, el sistema inmunitario utiliza diferentes mecanismos para superar la infección, siendo uno de ellos los anticuerpos, no todos iguales.
Los tests que se están elaborando son muy variados y no todos son suficientemente eficaces y fiables. Y es que se han desarrollado y lanzado muy rápido, ya que la demanda es muy alta, pero normalmente para validarla habría que hacer más pruebas con más personas. En consecuencia, algunos de los tests utilizados no son fiables.
Pero eso no es todo. Todavía no está claro si todos los infectados generan anticuerpos. El estudio de 175 personas que enfermaron y curaron rápidamente con el COVID-19 ha demostrado que diez de ellas no crearon anticuerpos neutralizantes.
También hay que tener en cuenta el tiempo. De hecho, los anticuerpos no se producen inmediatamente. Por lo tanto, puede suceder que alguien que ha superado la infección dé negativo, ya que todavía no ha transcurrido el tiempo suficiente para crear anticuerpos.
De los estudios realizados con los monos se desprende que los curados no pueden volver a enfermar. En las personas piensan que será así, o que en caso de enfermar tendrán síntomas leves. Pero todavía es pronto para confirmar. Y no saben ni cuánto dura la inmunidad. Otra pregunta es si los anticuerpos (superados y protegidos) son capaces de transmitir la infección (contagiar a los demás). Para tener pasaporte, éste debería ser un requisito indispensable. Sin embargo, tampoco pueden garantizarlo. En Alemania, en un estudio realizado con pacientes hospitalizados con covid-19, se ha comprobado que al cabo de una semana, la mitad de los pacientes tenían anticuerpos, aunque seguían teniendo virus en el cuerpo.
Es comprensible que la gente quiera respuestas y pida respuestas a los científicos. Las autoridades también se han hecho cargo de ellas. Ante ello, cabe recordar lo dicho por el físico Jim Al-Khalili en The Guardian: «La duda es fundamental en la ciencia. Sin embargo, para los políticos es un indicio de debilidad»