Dentro de la tecnología se pueden considerar muy diferentes puntos de vista. Uno de ellos, quizás el más desconocido y al que se le atribuye demasiada importancia, es el de la enseñanza de la tecnología. En muchos casos, los procedimientos y técnicas que se desarrollan para la enseñanza de la tecnología no suelen estar muy trabajadas y en la práctica siempre surgen problemas (aunque la tecnología evoluciona en los talleres, su enseñanza cambia mucho más despacio, explicando el desequilibrio entre ambos).
Desde hace unos años este problema, en mi opinión, se está haciendo más grave. Dicho esto, hay que tener en cuenta el uso sistemático de la informática. Gracias a la informática, algunos cálculos complejos y predicciones que antes no era posible, tanto a nivel de diseño como en el uso de un componente o estructura, ahora son prácticamente sistemáticos. Gracias a ello, el diseño ha mejorado notablemente y los cálculos que se realizan ahora son mucho más precisos que los anteriores. Junto a este aspecto positivo, no podemos olvidar otros nuevos problemas que se han planteado en el uso de la informática. Estos nuevos problemas se basan en el uso inadecuado de la informática. En algunos casos pueden darse en los centros de producción, pero en gran medida son muy relevantes en la enseñanza de la tecnología.
Al desarrollar programas y diferentes tipos de software, los autores de estos programas, además de la informática, dominan y comprenden bien las bases físicas de los problemas que están tratando. A nivel de enseñanza, muchas veces este requisito no se cumple adecuadamente. El profesor se esfuerza y puede que utilice bastante tiempo para enseñar al alumno cómo utilizar un programa concreto. En esta situación, los modelos y fundamentos físicos que se tuvieron en cuenta en más de una ocasión a la hora de crear el programa, quedan en un segundo plano en el proceso de enseñanza, en el que las perspectivas del programa no son tan importantes para el profesorado. En consecuencia, los modelos que se tuvieron en cuenta en el desarrollo del programa establecieron unos límites de utilización del mismo, que para el alumno son totalmente desconocidos. Por ello, el alumno considera la herramienta desarrollada para facilitar los cálculos como una realidad completa, siempre adecuada para cualquier aplicación.
En este sentido, se observan comportamientos totalmente erróneos. Por un lado, si los resultados obtenidos tras el uso del programa no se ajustan a la realidad, el alumno ve la imperfección de la realidad y nunca se le ocurre que el programa tiene unos límites y que no se puede aplicar en cualquier caso (si hacemos otro tipo de comparación, si no se cumple la teoría “big bang”, el universo está “equivocado”). Por otro lado, a pesar de que los resultados son una barbaridad, nadie cuestiona estos resultados por la aportación del programa.
Estos dos comportamientos aparecen diariamente en el mundo de la enseñanza de la tecnología. Para superarlo hay que demostrar al alumno que el ordenador es la herramienta y que debe comprender y dominar bien la base física del problema que quiere calcular. Este objetivo no puede alcanzarse si el mismo profesor no lo domina. Si no se cumplen estos requisitos, el alumno está enseñando al surrealismo más que tecnología. En consecuencia, el vacío entre la tecnología utilizada en los talleres y los temas que se enseñan en las aulas puede ser cada vez más amplio.