Ha pasado medio siglo desde que en la cueva francesa de Grotte du Renne se descubrieron algunos de los adornos artísticos más conocidos, hasta que un estudio publicado en la revista PNAS demuestra que los neandertales los han realizado. Durante muchos años ha habido un gran debate y la nueva técnica utilizada ha sido la paleoproteómica, clave para conocer el origen de los huesos fósiles.
La cueva de Grotte du Renne contiene información importante para comprender la transición entre los neandertales y los hombres modernos. Tiene restos de una industria lítica (industria chatelperroniense, hace unos 40.000 años) de la época en la que vivían las dos especies en Europa: junto a las herramientas aparecieron unas joyas artísticas realizadas con dientes de animales, huesos y conchas, junto a las cuales no podían identificarse unos pequeños dientes humanos.
Los investigadores sugirieron que en un principio eran joyas hechas por Homo sapiens, creyendo que los neandertales no tenían capacidad de expresión simbólica. Al ver que las huellas de los dientes rotos encontrados podían ser los dientes de los neandertales, los investigadores quizás manifestaron que en la excavación se habían mezclado mallas. Pero la nueva investigación ha demostrado que las muestras no se mezclaron y los dientes son de neandertales. Parece, por tanto, que los neandertales fabricaban joyas artísticas que se adornaban a sí mismos, aunque todavía algunos investigadores no quieren aceptar esta capacidad cognitiva.
Sin embargo, la mayor aportación del estudio ha sido la técnica utilizada, la paleoproteómica. Los dientes humanos estaban muy rotos y no podían saber qué especies humanas pertenecían, pero la extracción de proteínas de estos dientes fósiles les ha permitido identificar el origen de los mismos. De hecho, han conseguido extraer el colágeno, una proteína típica de los huesos y han analizado con espectroscopía de masas la secuencia de aminoácidos del colágeno. Al igual que los neandertales, han visto que es rica en materia asparraginal y no en ácido aspartico, como es habitual en los hombres modernos.
El estudio revela que, a pesar de que la paleoproteómica es una técnica recién nacida, el análisis de proteínas antiguas puede abrir muchas posibilidades en un futuro próximo. Puede ayudar, sobre todo, a diferenciar los homínidos del Pleistoceno tardío, ya que las muestras de aquella época son escasas y, además, en muchos casos, el ADN antiguo no se ha mantenido bien.