Poner la salud en el centro de las políticas climáticas salvaría millones de vidas

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En noviembre de 2021 se celebrará la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26). Ed. Pixabay

La ejecución de las medidas firmadas por los Estados en el Acuerdo de París afectaría directamente no sólo al calentamiento global de la Tierra, sino a la salud humana. Millones de vidas se salvarían de los beneficios indirectos derivados de estas medidas: un aire más limpio salvaría 1,6 millones de vidas cada año, una mejor alimentación 6,4 millones y una mayor actividad física de la población 2,1 millones. Pero aún más vidas se salvarían si la salud se situase en el centro de las políticas climáticas: un 48% más de lo que se salvaría con un aire más limpio, un 8% más de dieta y un 79% más de ejercicio.

Un estudio publicado en la revista The Lancet Planetary Health ha puesto estos números sobre la mesa y ha puesto de manifiesto que las políticas climáticas no sólo deben planificar intervenciones tecnológicas sino también sanitarias.

La investigación ha analizado nueve países del mundo: China, Alemania, Brasil, Estados Unidos, India, Reino Unido, Sudáfrica, Nigeria e Indonesia. Representan el 50% de la población mundial y el 70% de las emisiones entre las nueve. Además de analizar las emisiones generadas por los sectores de la energía, la agricultura y el transporte en estos países, cada año se han cuantificado también las muertes por contaminación atmosférica, dietas deficientes y falta de actividad física.

Se han comparado tres escenarios: el escenario con las políticas actuales en materia de energía, calidad del aire, transporte y salud; el escenario alineado con el Acuerdo de París; y el que recoge medidas destinadas explícitamente a la mejora de la salud en las políticas climáticas.

La salud en el centro de las políticas climáticas

Según los científicos, poner la salud en el centro de las políticas climáticas supondría planificar recursos para reducir la contaminación del aire, mejorar las dietas y caminar y andar en bicicleta. Y es que muchos problemas de salud se basan en una vida sedentaria, por ejemplo, y caminar y andar en bicicleta solucionarían el problema. Por lo tanto, en la planificación de los núcleos urbanos es necesario dotar de medios para caminar y andar en bicicleta: recorridos directos, seguros y de calidad. En esta planificación, los espacios naturales también deberían estar integrados o cercanos a los núcleos urbanos para que puedan ser accesibles a todos los ciudadanos.

En cuanto a la dieta, cada país debería analizar qué tipo de alimentos de calidad tienen a disposición de los ciudadanos. Según los investigadores, es necesario analizar el propio sistema alimentario, ya que en la actualidad es el mayor obstáculo para mejorar las dietas. Señalan que hay que hacer una transición hacia dietas más nutritivas, sobre todo en los países occidentales: más fruta y verdura, menos carne roja y menos alimentos procesados. Según los investigadores, un 22% de las muertes evitadas por la mejora de la dieta se deberían a la reducción del consumo de carne, un 15% más de fruta y verdura, un 9% más de legumbres, un 6% más de frutos secos y un 3% más de pescado. El 50% restante de las muertes se debe directamente a la disminución de la obesidad. Según los investigadores, para que se produzca esta transición es importante que la mejora del sistema alimentario sea uno de los pilares de las políticas climáticas.

En la realidad, sin embargo, las políticas climáticas no contemplan estas interacciones, ya que no se ven los beneficios que se obtendrían de la planificación conjunta. Según los autores, los expertos en salud deberían trabajar de memoria con los políticos, economistas, ingenieros y expertos en energía, transporte y agricultura que trabajan en la creación de políticas climáticas. Sólo de esta manera se lograría que la salud humana esté en la base de todas las políticas climáticas.

Además, los investigadores señalan que la alineación de las políticas climáticas con los objetivos de salud tiene otra ventaja clara: las acciones que hasta ahora se han visto desde una perspectiva puramente ambiental podrían lograr una mayor aceptación política y social.

La propuesta ha sido realizada por el propio Ian Hamilton, director de la revista The Lancet Planetary Health, en medio de la pandemia creada por una zoonosis desbordada y en el umbral de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 26) que se celebrará este año en Glasgow (Reino Unido). En la editorial de la revista se confirma la misma idea: Las medidas para que las emisiones de CO2 sean cero son la intervención sanitaria más importante del mundo, ahora y para muchas de las próximas décadas.

 

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