El camino de Surinam de setenta metros de anchura equivale a una autopista gigante. Se trata de la primera carretera abierta en la densa selva de este Estado y el derecho de circulación está en manos de una compañía extranjera, una empresa forestal indonesia.
La compañía MUSA tiene su central en Jakarta y está lanzando cada día unos 300 árboles en los alrededores del poblado de Apura, al oeste de Surinam. Se transportan por camión hasta el río Corantin y desde allí hasta el mar. Este grupo tiene derecho a explotar 150.000 hectáreas, pero su intención no se limita a ello.
Si el Parlamento aprueba la propuesta del Gobierno, MUSA tendrá derecho a explotar 62.000 km2 de selva tropical virgen, el 40% de la extensión de Surinam. SAAM está prometiendo una inversión de mil millones de dólares en la explotación forestal y en la industria maderera.
Como es de esperar, el plan ha suscitado un intenso debate. Algunos se han mostrado favorables. Y es que Surinam tenía en su día la renta per cápita más alta de Sudamérica y hoy en día la situación es bastante dura. Por lo tanto, se considera que se puede retroceder gracias a MUSA.
Los contrarios, por supuesto, piensan que el 40% del Estado no está a disposición de los extranjeros. Además, añaden problemas medioambientales. Se mencionan dos motivos: por un lado, la deforestación salvaje que se está produciendo en la colindante Guyana y, por otro, el sistema forestal devastador tradicional de Indonesia. El SAAM, por supuesto, ha descartado este tipo de denuncias y ha anunciado la realización de una explotación forestal selectiva. Sin embargo, según los expertos de la Agencia de Medio Ambiente de Surinam, para que la explotación de los bosques sea rentable se debe realizar una explotación intensiva, consistente en el vertido total del bosque.
Por otro lado, también se han producido denuncias de corrupción.
¿Es otro caso de negligencia, de corrupción, de las autoridades? Tiene todo el aspecto.