El Instituto de Oceanografía Scripps de San Francisco ha dado los primeros pasos para conocer la influencia de las olas en mar abierto en el clima y las corrientes marinas. Para ello se han utilizado por primera vez sistemas de posicionamiento por satélite e imágenes aéreas. La unión de ambos sistemas ha permitido grabar y medir la forma y el tamaño exacto de las olas en mar abierto.
Los estudios realizados han mostrado una relación matemática entre la velocidad del viento y la longitud del oleaje. Con esta relación, los científicos creen que tienen una nueva herramienta para investigar la relación entre la atmósfera y el mar.
Las olas facilitan los intercambios de calor y gas entre el agua y la atmósfera. Por ejemplo, cuando el mar está revuelto, el intercambio de calor entre el agua y la atmósfera aumenta considerablemente. Este intercambio es muy importante a la hora de crear y regular tormentas.
Además, la espuma sobre el oleaje capta los gases de la atmósfera en las burbujas de aire. Mediante estas burbujas se disuelven en el agua el dióxido de carbono, el oxígeno y otros gases causantes de la contaminación atmosférica. Asimismo, a través de la espuma se envían a la atmósfera partículas de agua saladas. Estas partículas, denominadas aerosoles, están relacionadas con la formación de nieblas y regulación climática.