La UPV/EHU desarrolla una nueva metodología para el estudio de inestabilidades en acantilados

Etxebeste Aduriz, Egoitz

Elhuyar Zientzia

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Ed. Jon Ander Clemente

Geólogos de la UPV han desarrollado una nueva metodología para estudiar las inestabilidades en los acantilados. Es una herramienta muy útil a la hora de tomar medidas de seguridad en estas zonas para minimizar las afecciones al medio ambiente y al patrimonio geológico. Los primeros estudios se han realizado en el Geoparque y su trabajo ha sido publicado en la revista Engineering Geology. Se pretende continuar con otras zonas significativas de la costa vasca.

La geología clásica se ha unido a las nuevas tecnologías: por un lado, la información recopilada a través de los trabajos de campo tradicionales, y por otro, las nubes de puntos obtenidas mediante un dron, y los modelos 3D creados por software. “Con toda la información, analizamos los procesos del pasado y del presente para predecir lo que puede suceder en el futuro”, explica el geólogo de la UPV, Jon Ander Clemente Momoitio. Su trabajo ha sido el primer paso de su tesis doctoral.

Se han analizado las barreras de madera colocadas en Itzurun y se han comprobado que son muy eficaces para soportar los desprendimientos de piedras. Ed. Jon Ander Clemente

“Hemos obtenido muy buenos resultados”, afirma Clemente. Y han tenido la oportunidad de comprobar que los modelos que crean hacen buenas predicciones. “En agosto se produjo un importante desprendimiento de piedras en Itzurun. Pues fue lo que nosotros anunciamos en marzo con nuestras simulaciones”.

Estas simulaciones permiten conocer qué partes del acantilado están en el límite de caída y hasta qué punto y con qué energía pueden llegar las piedras. Puede ser una herramienta muy útil para el desarrollo de estrategias de gestión de áreas de gran patrimonio geológico o natural. “En ingeniería clásica lo primero que se hace es construir medidas de protección. Nosotros reivindicamos una primera investigación en la que se tomen las medidas necesarias, cuidando al máximo el entorno y el patrimonio”.

Por ejemplo, en una zona de Itzurun han visto que bastaría con colocar un metro de barrera y la vegetación. “La vegetación es muy eficaz, atrapa piedras pequeñas y frena mucho a las grandes”, explica Clemente. Por otro lado, se propone la realización de una serie de mapas de riesgo que podrían ser colocados en las entradas del Geoparque, por ejemplo. “En rojo se marcaría hasta donde pueden llegar las piedras caídas del acantilado, dejando un margen de seguridad de 2-3 metros y en verde una zona de alta seguridad”.

Sin embargo, Clemente subraya la necesidad de que la gente considere que los acantilados son medios activos: “Tenemos que pasar de verlo como un entorno estático a un entorno dinámico. Este cambio de percepción es imprescindible para que nuestro trabajo en seguridad sirva”.

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