Este mineral, llamado yodo, es imprescindible para el cuerpo para que la glándula tiroides que se encuentra en el cuello produzca hormonas tiroides. Estas hormonas tiroideas intervienen en el crecimiento, la reproducción, el metabolismo y otros sistemas que regulan más de 100 sistemas inimáticos. Por ello, cuando falta este mineral la glándula tiroides crece formando lo que se conoce como bocio. En consecuencia, disminuye el ritmo del metabolismo, dificulta la actividad física y mental, aumenta ligeramente el pelo seco, etc. se entregan.
Por todo ello, es necesario que la dieta cubra nuestras necesidades de yodo, 150 microgramos diarios son necesarios en condiciones normales, mientras que en el embarazo y la lactancia 175-200 microgramos.
Dado que el yodo se encuentra especialmente en aguas marinas, todos los productos marinos (mariscos, peces marinos, algas) son ricos en yodo y junto a ellos también las hortalizas cultivadas en tierras litorales, una cantidad muy superior a la de los interiores.
La sal yodada, tal y como aseguran en la campaña impulsada por el Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco, es rica en yodo. La sal obtenida de forma natural del mar contiene yodo que pierde en su proceso. Sin embargo, a una cantidad de sal se le mezcla el yodo antes de su comercialización y se vende como sal yodada.
Sin embargo, la falta de yodo no se debe únicamente a la ingesta de yodo, sino que hay sustancias que reducen el aporte de yodo en los alimentos. Estas sustancias se encuentran principalmente en todos los miembros de la familia de la col: coliflor, col, col de Bruselas y lombarda. También en la piel rojiza del cacahuete. Por lo tanto, toma estas comidas como máximo una vez a la semana y procura no comer en la misma comida en la que vayas a comer algún producto marino. Por ejemplo, no comas coliflor ni anchoas en la misma comida.