Un barco flotando en el mar deja una huella en las olas que le rodean. Pero un físico de la Universidad de California ha propuesto una técnica que podría reducir mucho esa huella y en algunos casos llegar a eliminarla. Esto significa que los buques fondeados y las boyas podrían protegerse de la influencia del mar adversa.
La idea básica del efecto es la de la cubierta de invisibilidad, es decir, canalizar las ondas que llegan al objeto flotante para que aparezcan en el otro lado del objeto con la misma forma y velocidad. Las técnicas para conseguirlo son actualmente objeto de estudio de la física más puntera, ya que gracias sobre todo a los metamateriales está dando resultados en el campo de las ondas de la luz.
En el caso del mar, la clave está en la adaptación de la forma del fondo marino, donde el mar no es muy profundo, las olas dependen del fondo, por lo que cambiando el fondo se actúa sobre la forma de las olas. Pero no de una manera correcta. El agua del mar no es homogénea, el fondo es más frío y denso que el agua superficial. El investigador ha modelizado el agua como si estuviera dividida en dos capas, en el que la interfase entre ambas también está formada por las olas, y es precisamente la invisibilidad de las olas superficiales se consigue a partir de esas olas intermedias; las ondas de la superficie del agua deben eliminarse cerca del objeto flotante después de transferir su información a las interfases. Y la forma del fondo debe provocar un fenómeno contrario al otro lado del objeto.
En la práctica, el mar no está dividido en dos capas y no hay interfase, sino que se trata de un gradiente a temperatura y densidad del agua. En consecuencia, el efecto de la invisibilidad nunca será total, pero al menos funcionará en gran medida.