El secreto de los incisivos afilados de los roedores reside en el cultivo del esmalte. En la mayoría de los mamíferos, incluido el hombre, el esmalte cubre todo el diente, pero en los roedores el esmalte sólo crece en la parte externa del diente, en contacto con los labios. A medida que se van usando los incisivos, se va rompiendo la parte interna, ya que falta la protección del esmalte, pero no la exterior, afilando el diente.
Irma Thesff y sus compañeros de la Universidad de Helsinki han explicado esta asimetría en los genes: el proceso está controlado por el gen que codifica la proteína llamada follistatina.
Para la investigación utilizaron ratones modificados genéticamente. Observaron que los dientes de los ratones que faltaban a este gen crecían completamente recubiertos de esmaltes, y que en los dientes de los programados para producir demasiada follistatina no había ningún esmalterio. Además, observando los ratones sin transformar, se observó que en la zona sin esmalteras se producía más follistatina.