El arditxo que lleva el nombre del muñeco ha dado mucho que decir últimamente, ya que es, al menos, nuestro primer mamífero clónico que ha nacido vivo. Es decir, Dolly es un animal que ha nacido sin la información genética de otro animal y sin la unión del espermatozoide del macho con el óculo de la hembra.
Para conseguirlo, tras años de investigación, un grupo de científicos tomó el núcleo de una célula de una oveja, lo introdujo en el óculo anucleado de otra célula y, finalmente, lo implantó en el útero de una tercera oveja, en el que han participado tres ovejas, por lo que el arditxo Dolly es traído a la vida. La oveja que ha nacido y la que ha dado el núcleo son los clones. Sin embargo, Dolly no es un clon perfecto, ya que además de en el núcleo existe información genética en las mitocondrias del óvulo anucleado.
Este hecho ha generado un gran escándalo en diferentes ámbitos y ha recordado las historias que aparecen en las novelas y películas de ficción. Se ha insistido en el peligro de crear ejércitos de seres clónicos o de seres clonados para tareas especiales.
Yo no me voy a posicionar en ningún caso a favor de la clonación humana, pero con el fin de ahuyentar los miedos que se están planteando, quisiera dar algunas aclaraciones, ya que los científicos que han asimilado la importancia de este hecho a la de la bomba atómica no han sido pocos, tomando como seguidores de Mengele a los científicos que han conseguido la clonación.
En primer lugar, hay que dejar claro que la diferencia entre la clonación animal y la clonación humana es muy grande, exactamente la misma que existe entre los experimentos que se realizan con animales y los que se realizan con seres humanos, ya que la muerte frecuente de animales en los laboratorios hace que nadie se atreva a decir que en breve los seres humanos también morirán. En cualquier caso, por si acaso, me parece bien que la clonación de los seres humanos sea éticamente mala y que, tal y como las autoridades firmaron antes en la cumbre de Oviedo, se impongan normas contrarias.
Por otro lado, no hay que olvidar que las investigaciones que se realizan sobre la manipulación de los genes han ayudado a encontrar y a veces curar enfermedades como el SIDA o el cáncer, lo que nos permite ver hoy en día más cerca. Habría que ver si la actitud de quienes ahora se muestran en contra de las manipulaciones genéticas fuera una vía de tratamiento de las enfermedades graves que han sufrido las mismas o sus allegados.
Entre las denuncias realizadas, por otra parte, se ha afirmado que con la clonación el hombre ha intervenido directamente en la evolución de la naturaleza, subrayando que ésta es obra de Dios. Hay que recordar que desde hace tiempo los seres humanos estamos participando en la evolución de la naturaleza, por lo que no es una cuestión de esta mañana; desde hace tiempo se han seleccionado las vacas que dan más leche artificialmente, las gallinas que ponen más huevos o los cerdos que dan mejor carne y se han destruido subespecies y razas menos fértiles.
Para terminar no quisiera dar ideas a nadie, pero para formar grupos controlados hay una forma más sencilla que la clonación. Bastaría con alquilar cientos de hembras, germinar de forma natural y educar a los hijos en una disciplina especial. Hay que tener en cuenta que al nacer el cerebro humano es un papel no escrito y que para completar la personalidad del ser humano, además de la dotación genética, tienen mucho que ver los acontecimientos que se dan a lo largo de la vida, que son los que determinan las relaciones entre las neuronas (sinapsis).