Bidasoa, final del mito

Hasta hace poco, muchas zonas de Euskal Herria se consideraban sagradas o al menos eran lugares de gran respeto. Como diría el polémico pensador y bioquímico Rupert Sheldrake, lugar de la cultura animista. éstos estaban vivos y los seres humanos los tomaban así. Hay nombres como Ernio, Anboto o Aizkorri. Dentro de este grupo se puede ubicar nuestro río fronterizo, un paraíso elegido por contrabandistas, lamias y brujas.

Desgraciadamente, tras el abandono del animismo, vivimos en el mecanicismo (somos animales, naturaleza y nosotros mismos somos máquinas) y los parajes míticos de antenas que hoy en día eran lugares idóneos o, en el caso del Bidasoa, otra corriente de agua para el aprovechamiento hidráulico. A pesar de que sus consecuencias no se habían notado en un principio demasiado, al fin y al cabo las gendarmes y los trikonios verdes estaban ahí para mantener la oscuridad de los márgenes del Bidasoa y con el paso de los años se fueron construyendo centrales hidráulicas, viviendas, plataformas de transporte y fábricas; las murallas y canalizaciones construidas a ambos lados demostraban que la libertad de la naturaleza podía dar por terminada definitivamente.

Así las cosas, el río Bidasoa está tomando el mismo aspecto que el resto de Euskal Herria. Ya es más fácil que un zaguán ver los condones o las bolsas de Mamut. En definitiva, un pueblo moderno no puede mantener los mitos, porque no da dinero. Y lo que es peor, el proceso sólo ha comenzado: Las principales poblaciones de Navarra están asentando áreas industriales en las márgenes de los ríos. En la parte derecha de Irun se está planteando lo mismo, además de la infraestructura náutica y las instalaciones internacionales de piragüismo.

Finalmente, en Lapurdi, en los últimos rincones naturales del río predominan los rellenos. Junto a todos ellos se encuentra el fantasma más terrible, el proyecto de la autopista del Bidasoa que unirá Mugaire e Irun. El único elemento positivo en este panorama pesimista puede ser el Plan Especial de Protección de la Bahía de Txingudi, elaborado por el Gobierno Vasco (que también está siendo objeto de una fuerte presión por parte de los señores de la zona), que, junto con el estuario, permite la protección de algunas márgenes y zonas rurales del río.

Si el panorama es oscuro, las respuestas y soluciones no son más claras. Creo que en este momento el único camino es reconvertir el Bidasoa en un entorno mítico, pero no a través de cuentos o mitos antiguos, sino a través de los datos que proporcionan los científicos, que es la religión actual. Habrá que insistir en que el río Bidasoa es el único lugar en el que nos movemos para impulsar la supervivencia del salmón, en el que se ocultan los últimos ejemplares de distintas especies como la nutria, los turones y otros, o en general los valores paisajísticos prácticamente perdidos. En cualquier caso, y a pesar de contar con la colaboración de la propia Basajaun, es un desafío, ya que en nuestro país la tendencia desarrollista tiene unas raíces sólidas. Urtzi y Mari, ¿dónde estáis?

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