Trazas de coches por encima del asfalto

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José Antonio Carrero, químico de la UPV. Ed. © Luis Jauregialtzo/ARGAZKI PRESS

El químico José Antonio Carrero, en su tesis defendida en la UPV, ha investigado el impacto de los metales emitidos por los vehículos sobre los suelos circundantes.

En el caso de suelos próximos a carreteras de alta antigüedad, la acumulación de metales asociados al tráfico es especialmente elevada en las capas superiores. "Cuanto más tiempo lleve la carretera, ahí está la cuestión. Hay un gradiente de concentración por profundidad en las vías más antiguas, mientras que en otras zonas no ha transcurrido el tiempo suficiente para que se produzca esa acumulación", explica la investigadora.

Entre los metales emitidos por el tráfico rodado, el plomo es el más conocido; aunque el uso de gasolina con plomo fue prohibido hace poco más de una década, este contaminante sigue adherido a las márgenes de las carreteras. Pero a pesar de que este metal es muy tóxico, Carrero ha comprobado que existen otros que pueden ser más perjudiciales para el medio ambiente porque son más solubles y son más fáciles de pasar a capas más profundas del suelo. Destaca el bario y el zinc: "Los vertidos a la carretera son por deterioro de neumáticos o frenos y se depositan en capas superiores en forma de óxido, con una movilidad reducida. Sin embargo, se ha observado que reaccionan con el CO 2 atmosférico formando carbonatos, que son más solubles e incluso permeables. De hecho, hemos encontrado una elevada concentración de carbonato en las capas más profundas".

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