Las plaquetas para frenar las hemorragias son muy utilizadas en transfusiones, pero cuando se almacenan, desgraciadamente, no duran más de cinco días. A diferencia de los glóbulos rojos, las plaquetas son difíciles de congelar.
Cuando la temperatura baja por debajo de los 18ºC, sus fosfolípidos dejan de ser líquidos y adquieren forma de gel. Algunas moléculas realizan esta transición más rápido que otras y la membrana celulosa se convierte en porosa, escapando las moléculas de calcio.
La solución puede venir de mares helados. Debido a la presencia de agentes antihelados, algunos peces mantienen el agua de sus cuerpos helados sin congelar. Investigadores de California han extraído de la sangre de los peces del Océano Ártico glicoproteínas y junto a ellos han dejado plaquetas en disolución. Las plaquetas se han conservado durante veinticinco días a 5 ºC, ya que las glicoproteínas reducen la temperatura de congelación.