Edurne Redondo Negrete y sus miembros analizaron las posibilidades de la impresión 3D para el desarrollo de sistemas de almacenamiento y conversión de energía eléctrica en un trabajo publicado el año pasado en la revista Chemical Reviews. La obra ha recibido numerosas menciones y acaba de ganar el premio al trabajo favorito de los lectores.
“Uno de los grandes retos del uso de la impresión 3D para aplicaciones electroquímicas es convertir objetos impresos en conductores”, explica Redondo. De hecho, en general, los hilos utilizados para la impresión suelen ser de polímeros termoplásticos. “Aunque también utilizamos hilos con materiales conductores como el grafeno, debemos realizar diferentes tratamientos para que sean más conductores. Y también realizamos otros cambios superficiales añadiendo otros materiales o moléculas para poder utilizarlos para aplicaciones electroquímicas”. Para ello utilizan tratamientos térmicos y reductores, por ejemplo, para la fabricación de supercondensadores. “También hemos asociado las enzimas quirales a los electrodos de impresión 3D para su uso en biosensores.
Redondo investiga en el centro CEITEC en Brnon, República Checa. “De momento no hemos conseguido superar los sistemas existentes en el mercado actual, pero nuestro trabajo es una prueba conceptual”, afirma Redondo. Y el campo de la impresión 3D es muy esperanzador, porque en el futuro permitiría realizar todo tipo de dispositivos electrónicos en pequeños talleres con las formas más curiosas que podemos imaginar”.