Muchas veces puede suceder que la información se reciba a través de una persona famosa o con cierta autoridad (política, religiosa, científica...). Pero, ¡ojo!, tener reputación o autoridad no garantiza la autenticidad de la información, ni siquiera si esa persona es una autoridad científica.
Para creer una información de la que disponemos es muy importante conocer a quién pertenece y si es experto en el ámbito de la declaración. Tal y como se ha expuesto en las siguientes líneas, el hecho de ser un experto en el ámbito de la información que se aporta tampoco aporta toda credibilidad a esta persona, y como ya se ha comentado en el párrafo anterior, es imprescindible conocer la opinión de otros expertos en la materia, es decir, de la comunidad científica.
Es frecuente que una persona difunda una determinada información, sea o no cierta, valiéndose de su prestigio o poder. De este modo, puede suceder que alguien aproveche su reputación o autoridad para difundir opiniones personales sobre un tema (normalmente polémico) y frustrar la información real (por un interés determinado o no).
Las personas con pensamiento crítico cuestionarán la información, aunque provenga del camino que viene, y tratarán de afirmar que lo que dicen es cierto, aunque el informante sea famoso o una autoridad en la materia. Pero otros pensarán que basta con que la fama o la autoridad de una persona garantice que lo que esa persona dice es cierto, sin plantear nada más.
Cuando alguien con autoridad política, económica o cultural habla o opina sobre algo ajeno a su ámbito, es más fácil cuestionar la credibilidad de lo que dice, pero ¿qué pasa cuando la autoridad es científica? ¿Está garantizada la credibilidad de lo que dice? No siempre, y para garantizar la credibilidad de la información, es muy importante conocer la opinión de la comunidad científica sobre lo dicho por el experto.
Cuidado, por tanto, con la información que proporciona alguien con cierto prestigio o autoridad. Y es que la fama o la autoridad de una persona no hace de la verdad absoluta.
Lo expuesto en los párrafos anteriores puede relacionarse con un tipo de falacia, conocida como Argumento ad verecundiam, que significa que, en defensa de la credibilidad de una información, se menciona a alguien que sabe en la materia, sin dar ninguna otra razón.
Para facilitar la comprensión de todo lo expuesto en este apartado, en las siguientes líneas analizaremos la credibilidad de lo dicho por algunas personas en torno al coronavirus. Por diferentes motivos, las personas que dan información tienen cierto prestigio o autoridad, pero como hemos visto esto no les da credibilidad:
El prestigioso cantante Miguel Bosé: Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, Miguel Bosé adquirió un gran protagonismo, no por sus canciones, sino por el cuestionamiento permanente a través de las redes sociales de las medidas propuestas para frenar la expansión del mal. Sus reivindicaciones han sido ampliamente comentadas por las referencias realizadas a las teorías conspirativas y por relacionar las medidas para reducir la expansión del covid-19 con el mercado de vacunas y el 5G.
En otra polémica el artista tuvo un gran protagonismo, ya que se opuso al uso de la máscara cuando se obligó a reducir la propagación del virus en la calle. Utilizó su prestigio para hacer más visible la convocatoria de manifestación contra el uso de la máscara en Madrid desde la cuenta de Twitter y anunciar su presencia.
Las afirmaciones de Bosé carecían de rigor científico y fueron desmentidas, pero algunos de sus seguidores y algunos escépticos contra las medidas para evitar la dispersión de la pandemia también creyeron.
Por todo lo anterior, Bosé se convirtió en el signo de muchas críticas de las redes sociales y tuvo que tragar sus palabras; reconoció la existencia del coronavirus en un vídeo que publicó en el perfil de Instagram. “Se ha dicho que hay quien dice que el virus no existe. El virus existe y el virus ha matado a mucha gente”, dijo la cantante. En el vídeo, sin embargo, no mencionó la polémica sobre el uso de la máscara y aprovechó para pedir a sus seguidores que no se quedaran con un único punto de vista sobre el tema y para denunciar que eliminando los perfiles de las redes sociales “castigaron” a él y a otros que defienden las mismas ideas.
Donald Trump, presidente de EEUU: En abril de 2020, en una rueda de prensa comentó la conveniencia de analizar si la inyección de desinfectante en los pulmones podía contribuir a la lucha contra el coronavirus. Las palabras de Trump tuvieron una respuesta rápida; científicos, agencias de seguridad y fabricantes de productos desinfectantes alertaron sobre el peligro de tragar, inyectar o meter el desinfectante o la lejía de cualquier manera. La Organización Mundial de la Salud también anuló las declaraciones de Trump y advirtió del peligro que suponía beber o inyectar el desinfectante para eliminar el virus Sars-Cov-2, causante de la enfermedad del covid-19.
Pero hubo quien confió en las palabras de Trump, y en los días siguientes a la rueda de prensa aumentó considerablemente el número de llamadas recibidas por beber lejía en el centro de control de intoxicaciones de Nueva York.
Ante la turbulencia provocada por estas declaraciones sobre el uso de desinfectantes, Trump afirmó que habló de ironía.
Cardenal Cañizares (Arzobispo de Valencia): Cañizares, en la misa del día de la Asunción de la Virgen (15 de agosto de 2020), aseguró que la ciencia y la tecnología son insuficientes para hacer frente a la pandemia del coronavirus, afirmando que la verdadera esperanza sólo puede venir de Dios.
Pero lo anterior no es la única manifestación controvertida de Cañizares sobre el coronavirus. Aprovechó la Misa del Corpus Christia (junio de 2020) para difundir un síntoma amoroso surgido entre varios miembros del movimiento anti-vacunas: en la carrera por encontrar el antídoto del coronavirus, Cañizares advirtió que una de las vacunas se realizaba con células fetales abortados.
El cardenal Cañizares utilizó todas las palabras para convertir la oposición a la pandemia y a las vacunas en un tema moral o religioso: para combatir el coronavirus, además de la ciencia, Dios y la Virgen eran imprescindibles y para desarrollar la vacuna se utilizaban células fetales abortadas (también mencionó al diablo). Cañizares utilizó el púlpito de la iglesia para transmitir mentiras y afirmaciones científicamente no contrastadas a través de su autoridad religiosa.
Las personas de los tres ejemplos anteriores presentados no trabajan en torno al coronavirus, ni son especialistas en temas similares. Pero, como se ha comentado al inicio de este apartado, el hecho de ser experto en un tema tampoco garantiza la credibilidad de la información. A continuación se muestran dos ejemplos más. Comparando con las anteriores, cabe suponer que los protagonistas de los casos presentados, por su formación y trabajo, saben más sobre el coronavirus y la pandemia. Vamos a ver si lo que han dicho es creíble:
Organización negacionista “Médicos por la verdad”: “Médicos por la verdad” se presentó en una rueda de prensa sin preguntas en Madrid en julio de 2020. El equipo, compuesto por más de 140 médicos españoles, tiene como referencia la plataforma alemana “Ärzte für die Wahrheit” (Médicos por la verdad). Todo lo dicho en la rueda de prensa se recogió en un video que se difundió en las redes sociales, defendiendo y justificando afirmaciones contrarias a la pandemia y a su gestión sanitaria y política. En esta rueda de prensa se atacó sin pruebas el uso de la máscara, el confinamiento y la eficacia de las pruebas de PCR que se utilizan para detectar SARS-CoV2. Además, se comentó que existe relación entre la vacuna antigripal y el covid-19 o que se conoce un tratamiento eficaz para la enfermedad.
“Médicos por la verdad” publica en su web que la visión de la medicina occidental no es sana ni científica. Esto es lo que literalmente recogen en su web: “La visión de la medicina occidental no es sana ni científica, por lo que vulnera los parámetros éticos del consentimiento informado”. Según un vídeo publicado en su perfil de Facebook, el objetivo del grupo es mostrar una supuesta verdad sobre el coronavirus y cuestionar así la "versión oficial de los políticos y los medios de comunicación" en relación a la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2.
Este grupo de médicos defiende muchas opiniones contrarias a la comunidad científica, pero no defiende sus afirmaciones con investigaciones de peso. Por tanto, no cumplen los criterios para que una información sea fiable. Sin embargo, el grupo tiene sus discípulos y sus argumentos son compartidos por las corrientes negacionistas que se han creado en torno a la pandemia.
Decano del Colegio de Biólogos de Euskadi: Jon Ander Etxebarria Garate, Decano del Colegio de Biólogos de Euskadi, publicó una serie de reflexiones sobre las medidas adoptadas en agosto de 2020 por el Gobierno de España y el Gobierno Vasco en la crisis sanitaria del coronavirus. Los documentos fueron sorprendidos por el margen, por las falsas afirmaciones. En el documento publicado en la web del Colegio de Biólogos de Euskadi (COBE), Etxebarria cuestionó la capacidad de contaminación de los asintomáticos, la fiabilidad de la prueba de PCR utilizada para el diagnóstico, la eficacia del refinamiento estricto para reducir la propagación del virus y la idoneidad del uso de la máscara, entre otros. Entre las fuentes que mencionaba Etxebarria en el documento apenas había artículos científicos, citó los vídeos de Youtube y una rueda de prensa de la asociación "Médicos por la verdad", entre otras, como fuente, todas ellas con rigor científico precario.
El documento fue publicado en la web de la COBE y el Colegio lo retiró unos días después de su publicación. Los motivos por los que se retiró el documento de la web fueron: "Este documento no ha sido discutido ni consensuado, no ha sido respaldado por ningún miembro de la Junta de Gobierno de la COBE y no refleja el pensamiento de todo el equipo de biólogos de Euskadi. Al tratarse de una opinión personal, no debía publicarse en la web institucional de la COBE ni llevar el logo de la COBE, por lo que se ha retirado".
Toda la información criticada en el documento ha sido científicamente demostrada, lo que provocó críticas contra Etxebarria y cuestionó su profesionalidad.
Como hemos visto con los cinco ejemplos anteriores, la autoría de la información que recibimos no garantiza su credibilidad, y una vez más se ve claramente la importancia de contrastar la información.
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