Ada Lovelace nació en 1815 y su vida estuvo marcada por la naturaleza y la situación de sus padres. Hija del prestigioso poeta Lord Byron y de Annabella Milbanke, Augusta Ada Byron. Pocos meses después de su nacimiento, sus padres se separaron. De hecho, Annabella conoció las relaciones incestuosas (incluida una hija ilegítima) y otras relaciones homosexuales que Lord Byron mantenía con su hermanastro Augusta Leigh. En contraposición a las leyes y costumbres de entonces, la madre quedó a cargo de Ada, con la amenaza de dar a conocer la razón de la separación.
Ada nunca conoció a su padre, que vivió exiliado hasta que murió ocho años después. Su madre no le permitió ver ni leer fotos ni trabajos de su padre hasta que tenía 21 años. Y con la esperanza de que la actitud rebelde e inmoral de su padre pudiera llevarla en los genes, alejó a Ada del mundo de las artes y letras de su padre y orientó su educación al mundo de la ciencia y las matemáticas.
A los 20 años, Ada se casó con William King, que más tarde se convirtió en el conde de Lovelace, siendo a partir de entonces la condesa de Ada Lovelace. Tuvo tres hijos, pero los pasos de Ada Lovelace fueron guiados por las curiosidades científicas, la inquietud y el alejamiento de la vida familiar y social habitual para las aristocráticas de entonces. Y, sobre todo, ha pasado a la historia por sus trabajos con el matemático Charles Babbage.
Charles Babbage era matemático, ingeniero, inventor y filósofo nacido en 1791. A pesar de sus múltiples facetas, sus invenciones más significativas fueron la máquina diferencial y la máquina analítica.
En la sociedad de entonces se utilizaban tablas matemáticas en muchos campos: logaritmos, trigonométricos... Su cálculo era una tarea ardua y con errores. Para solucionarlo, Babbage pensó que los cálculos podían realizarse con componentes mecánicos. Y así lo inventó, en 1822, la máquina diferencial, una máquina mecánica de vapor que calculaba las funciones de polinomio. La construcción era compleja y costosa, y a pesar de varios intentos de financiación y de construcción de máquina, no lo consiguió. Fue construido por el Museo de la Ciencia de Londres en 1991 y funcionó perfectamente.
También inventó una máquina más compleja capaz de realizar cualquier cálculo: la máquina analítica. Podía hacer varios cálculos sencillos y combinarlos como queríamos siguiendo un “programa” (una tarjeta perforada). Tenía una unidad aritmética lógica, estructura de control de salto y lazo bajo condiciones, memoria... Por todo ello, la máquina analítica de Babbage es la primera máquina que cumple el concepto de máquina universal de Turing (ordenador actual).
Lovelace conoció a los 18 años a Babbage y sus máquinas. Pronto entendió que la máquina analítica tenía unas capacidades enormes. Empezó a relacionarse con Babbager a nivel profesional y se alargó muchos años.
En 1840, Charles Babbage fue invitado de honor en un congreso celebrado en Turín por los científicos más prestigiosos de Italia. El Conde Luigi Menabrea escribió un artículo que resumía lo allí expuesto por Babbage, que más tarde sería el primer ministro italiano. Algunos editores científicos consideraron interesante la publicación en Gran Bretaña y pensaron en pedir la traducción a Lovelace. Lovelace, antes de volver, quiso hacer aportaciones al artículo. Tardó un año y sus observaciones y aportaciones fueron tres veces más largas que el artículo. Estas notas reflejan los mayores logros de Lovelace.
Por un lado, Lovelac escribió el algoritmo de cálculo de números de Bernouilli mediante máquina analítica: qué operaciones se iban a realizar, en qué orden, sobre qué variables, lazos, saltos bajo condiciones... Todo esto puede considerarse como un programa para un ordenador. Por ello, Lovelace ha sido considerada como el primer programador de la historia. Más tarde se han encontrado otros programas escritos anteriormente por Babbage, pero menos complejos o menos claros que el de Lovelace.
Por otro lado, Lovelace descubrió que la máquina analítica podía aplicarse más allá de las matemáticas para tratar cualquier tipo de información. Es lo que hacen los ordenadores actuales. Lovelace fue la primera persona que vio que las computadoras podían ser para eso, profeta de nuestra era digital.
Por último, Lovelace señaló que la máquina analítica de Babbage nunca sería capaz de sorprender al hombre con sorpresa, es decir, de hacer las cosas que está programada. En definitiva, dijo que las máquinas no serían capaces de pensar que la inteligencia artificial es imposible. Alan Turing, en su famoso artículo sobre inteligencia artificial que propuso el famoso test de Turing, rechazó expresamente las palabras de Lovelace. Hay quien dice que el test de Turing (si en una entrevista no se puede diferenciar una máquina de un ser humano que dice que puede ser una máquina inteligente) no es adecuado para saber si es una máquina inteligente, sino que propone el test de Lovelace (considerar una máquina inteligente si es capaz de mostrar creatividad y sorprender al hombre). En cualquier caso, está claro que el debate sobre la inteligencia artificial fue puesto en marcha por Lovelace.
Lovelace murió a los 37 años. Sus obras no tuvieron la acogida suficiente o fueron bastante desconocidas. Babagg y Lovelac no consiguieron poner en marcha sus máquinas y programas y poner en marcha la revolución de los ordenadores, quizá porque con el grado de sofisticación de la ingeniería de entonces era imposible. Se tardaron cien años más en hacerlo. Pero afortunadamente han conocido sus trabajos más tarde y han recibido el reconocimiento que merecían. Prueba de ello es el nombre puesto en la década de los 80 del siglo pasado al lenguaje de programación desarrollado por el Departamento de Defensa de EEUU: Ada.